Amor en Éxtasis

Claudia. - Me da gusto primo, por cierto, tengo un amigo que necesita ayuda, su madre es gerente de una hipotecaria pero la verdad no sé si pueda pagarte, porque no ha querido hablar con ella…

Fernando. - ¿Y entonces Clau…?

Claudia. - ¡Ya veré como le hago para pagarte yo…!

Fernando. - ¿Tú, Tanto así quieres ayudarlo…?

Claudia. - Conócelo y sin ningún compromiso, es una ternura apenas entro a la prepa, pero está muy confundido, sé que tú puedes ayudarlo ya veré como pagarte si Fer porfa…

Fernando. - ¡Hay primita…!

Claudia. - Anda no pierdes nada sé que vas a cambiarle la vida, es más prometo buscarte más clientes y a esos les clavas el colmillo…

Fernando. - Ok ponte de acuerdo con él y arreglamos una cita, pero no prometo mucho…

Claudia. - Esta bien ¿oye y Samuel…?

Fernando. - No sé nada de él, supongo que debe tener la vida que siempre quiso, por lo que será difícil volvamos a vernos, solo espero este bien…

La mañana siguiente fue algo complicada para mi madre mucho trabajo en la hipotecaria algunas citas en la notaria 44 con la que siempre habían trabajado. Don Roberto dueño de la notaria había decidido dejarla, pues ya eran muchos años de trabajo y ahora solo quería dedicarse a su esposa sus nietos sobre todo la más pequeña quien apenas un año atrás había perdido a su madre por lo que había dejado al frente a Eduardo Alcocer; su hijo.

Mi madre y Eduardo se encontraron en los ojos del otro, fue un roce que, a ambos, trastorno, como si la piel de ambos hubiera sacado chispas en el momento en que sus manos se encontraron para saludarse, vaya que es cierto, nada llega antes o después, todo llega en el momento indicado, en aquel momento en que ya no esperas nada, cuando crees que la esperanza murió hace mucho, pero mucho tiempo atrás.

A veces una mirada, un roce, es suficiente para que el corazón despierte de aquel letargo, donde creyó a verlo perdido todo, donde late fuerte, despacio, donde se percata que aún vive, que está más vivo que nunca, mucho más ansioso por volver a vivir, y con muchas más ganas de volver amar.

El resto del día mamá siguió con todos los pendientes del trabajo, pero sin dejar de pensar en Eduardo Alcocer, llego a eso de las 3 de la tarde por mí para ir al médico,

Valeria. - Estaba pensando en que no sé cómo aun, pero iré por ti a la escuela todos los días.

Alejandro. - ¡No mamá como se te ocurre! ¡Por lo que más quieras ni se te ocurra!

Valeria. - ¿Por qué no Alejandro? Así voy a estar más tranquila, y debo hablar con la directora, para que tome cartas sobre el asunto…

Alejandro. - ¡Mamá con eso solo harás que las cosas empeoren! no soy un niño imagínate a mi edad, como vas a dejarme ante los demás, si así soy un mariquita si tú hablas o bienes por mi… ¿tú qué crees que vayan hacer…?

Valeria. - ¿Y qué hago Alejandro, hacer como que no pasa nada? ¡Cerrar los ojos y oídos y hacerme la loca…!

Alejandro. - ¡Te juro que voy a estar bien mamá, tengo que buscar la manera de enfrentarme, no con ellos si no conmigo mismo, déjame intentarlo, prometo hacerte saber cualquier cosa…!

Valeria. - ¡Pero me vas a decir todo! ¿verdad?

Alejandro. - ¡Es una promesa mamá…!

El despertar…

“La mayor cobardía de un hombre

es despertar el amor de una mujer

sin tener la intención de amarla”

Bob Marley

Me sentía nervioso, esperando nuestro turno con el urólogo, pero el nerviosismo aumento cuando entramos y él me pidió que me bajara los pantalones y los calzones para revisarme después de a verle contado sobre mi problema, la verdad es que en mi vida, al menos hasta entonces, había sentido tanta vergüenza que un extraño por muy profesional que fuera me viera semidesnudo y peor aún me tocara, pero eso no era lo peor, lo más terrible fue cuando tuve una ere-cción, quería que la tierra me hubiese tragado en ese mismo instante.

Raúl. - Tranquilo muchacho, no pasa nada es normal, puedes vestirte mientras platico con tu madre.

Valeria. - ¿Y bien doctor como esta mi hijo…?

Raúl. - Voy a mandar hacer unos estudios, entre ellos una tomografía para ver qué tan grave puede resultar la lesión del testículo. y en cuanto a las molestias al orinar, lo más recomendable será la circuncisión.

Alejandro. - ¿Y eso duele doctor…?

Raúl. - No Alejandro, será un poco incomoda con los puntos ya que se corre el riesgo de que se salten al tener e-recciones, es una cirugía menor se utiliza anestesia, local, se coloca un anillo de metal en la parte sobrante, se corta la piel del prepucio, las suturas son absorbibles por el cuerpo de 7 a 10 días la herida tardara un promedio en sanar de hasta 3 semanas.

Alejandro. - ¿Y no hay otra opción doctor…?

Raúl. - Me temo que no Alejandro, pero no tienes nada que tenerme es mucho más sano un miembro circundado, ya que es menos riesgoso de infecciones, a parte circundado es mucho más atractivo… puedes estar seguro que cuando inicies con tu vida sexual, esta no se verá afectada, y todas esas chicas que andan detrás de ti, no tendrán ningún inconveniente.

Cuando hablo de las chicas que el suponía andaban de tras de mí, fue inevitable que la mirada de mi madre y la mía se enfrentaran, claro por estar en duda mi orientación sexual, no sé en realidad qué pensaría mi madre, supongo que debió ser un, ¡Dios lo escuche Doctor! que sean chicas y no chicos, sin embargo, yo llegue a pensar que eso no ocurriría, en primer lugar, quien podría fijarse en alguien como yo, en segundo ¿una chica? Una chica jamás se fijaría en mí y fijarme yo ¿cómo? Si minutos atrás al sentir las manos envueltas en aquellos guantes de látex del doctor el cual era un tipo bastante atractivo me había hecho sentir una tremenda er-ección.

Valeria. - ¿Y cuándo lo intervendrían doctor?

Raúl. - Bueno primero quiero ver qué tan grave es la lesión en el testículo, saber si hay o no esterilidad y sobre eso programar la cirugía, les repito no es necesario internarlo.

Valeria. - ¿Y cree que haya esterilidad?

Raúl. - No se preocupe la posibilidad es baja y en su caso el otro es sano y será suficiente para que este muchacho la llene de nietos.

No pude evitar la cara de desilusión de mi madre, no era difícil entender que daba por hecho que no tendría nietos, al menos de mi parte, segura estaba que Carolina la haría abuela, pero de mí no sabía que esperar o esperar una decepción.

El médico nos dio instrucciones de que otro día había que estar muy temprano en el laboratorio, entre otras recomendaciones bajar de peso y hacer ejercicio bla, bla si claro pensé como si fuera tan fácil bajar de peso.

Cuando llegamos a casa, comimos los tres juntos, como hacía mucho tiempo no lo hacíamos, la tarde fue agradable, aunque seguía sintiendo rara a mi madre, porque no lo sabía a ciencia cierta, no sé si era el hecho de sentirla tan cerca, de saber que Carolina y yo éramos, más que todo para ella, que yo realmente le importaba que me quería y eso aliviaba en mucho mi corazón, siempre había dado por asentado que mi madre no me quería, y a pesar de todo lo complicado que resultaba ser yo en esos días, que a pesar ella de negar una y otra la posibilidad de que su único hijo varón resultara homosexual.

Y vaya que era entendible de alguna manera seguíamos arrastrando tabús e ideas equivocas respecto a temas de sexualidad, en especial sobre homosexualidad, por años que va, por siglos, cuando en un inicio comenzaba la humanidad, cuando no se tenía noción ni sentido de muchas cosas, donde vivían libres, sin normas, ni reglas, donde seguramente ejercían su sexualidad a su antojo, sin miedos, ni remordimientos, sin culpas, tan solo con la libertad de estar con quien fuera, ya fuera una mujer o un hombre, sin el miedo a ser juzgados.

Alejandro Magno debió seguir sus instintos, un hombre que en ningún momento se reprimió, donde se dedicó, no solo querer conquistar medio mundo, si no a conquistar corazones femeninos y masculinos, simplemente se dejó llevar por lo que sentía.