Volver A Amar

...Narrador omnisciente...

La noche…la noche fue testigo del dolor que Valery sentía en lo más profundo de su corazón.

Las lágrimas que caían por sus ojos no se debían a la traición de Richard. Al contrario, la sensación de alivio aminoraba el nudo de su garganta.

Porque… de no haberlo descubierto, ¿Cuánto tiempo habría seguido engañandola?

Está muy segura de que no es la primera vez.

El amor la volvió ciega y sorda, y ahora, se lamentaba en silencio por haberse perdido a sí misma, por perder su norte, y su esencia.

Odiaba la Valery que hasta hace unas horas atrás existió, aquella mujer controlada y moldeada por mero capricho y machismo.

"Sumisa", una palabra que jamás existió en su vida hasta que lo conoció a él, fueron tantas señales que ahora se da cuenta que fue una idiota.

Se arrepentía de muchas cosas, pero jamás de los frutos que produjo aquel desastroso matrimonio.

Ellos son su vida, la razón por la cual se levantará y luchará hasta vencer.

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Los rayos del sol se filtran por su cortina, el calor pega en su rostro y la calidez la invita a darle un nuevo rumbo a su vida.

Los pasos de sus hijos la hacen sonreír, mira a su lado y le da un suave golpe a Sofi en la mejilla —. ¡Ya vienen, prepárate para el impacto!

Esta, somnolienta y aturdida, no comprende lo que ha dicho, y cuando estaba a punto de preguntar a qué se refería, Héctor y Lily saltan sobre la cama sin cuidado alguno.

—Auuuch—exclamó la pelirroja para luego sobarse el estómago.

—Mamá, tía —habló el mayor con sus ojos aún adormilados—. ¿Vamos al cine?.

Lily, complice, se posiciona a su lado y ambos las miran juntando sus manitos en modo de súplica —. ¡Porfavoooor!.

Valery y Sofi se miran y sonríen _. Por supuesto que siiii —por la sonrisa de sus ojos jamas se negaría.

—Desayunemos y vamos.

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Valery terminaba su café cuando la puerta de la casa fue abierta, adivinando quien era el intruso, se levantó de la silla y corrió rápidamente al recibidor.

—¡¿Qué haces?!—se acercó a Richard de manera que solo él pudiera oírla —. ¡Fuera de aquí!.

El aludido, con gesto incrédulo, refutó —. ¿Por qué?.

—¿Cómo qué por qué? ¿Tu eres tonto?—se aproximó hasta él, y con sus manos lo empujó hacia la salida, sin importar que el efímero contacto quemara sus palmas.

—Esta es mi casa y lo sabes muy bien.

Valery tocó sus sienes, con una evidente mezcla de impaciencia y enojo —. También es mi casa, y mientras esté con mis hijos, no pondrás un pie dentro ¿Has entendido?.

Richard retrocedió un paso, anonadado, ¿Donde estaba la Valery que no tenía el valor suficiente para cuestionarle o enfrentarle?

—Déjame entrar, ¿Que no me ves?. Acabo de salir del hospital, necesito darme un baño.

Val lo miró de pies a cabeza con desagrado y repulsión, atrás quedaron aquellas mariposas que sentía cada vez que lo observaba, murieron en el momento que lo vio entre las piernas de aquella jovencita.

—No me importa, vete a bañar a un hotel. Me enviaste un mensaje diciendo que querías hablar conmigo.

—Si.

—Pues dilo, no tengo todo el tiempo del mundo para perderlo contigo.

Richard frunció el ceño —. Vine a decirte que lo que viste ayer no fue nada. Ella no es nadie —se metió las manos en los bolsillos y espero como quien espera con despreocupación el noticiario de la mañana.

Sin previo aviso una cachetada le dió vuelta el rostro, una punzada de dolor se adherió al lado izquierdo de su rostro, probablemente los puntos del labio se abrieron.

—¿QUE NO FUE NADA? ¿ES ENSERIO? —Val inhaló y exhaló con lentitud —¡Te encontré revolcándote con otra mujer!.

Richard se acercó a ella e intentó tocar su mano.

—No te atrevas a tocarme con esas asquerosas manos.

—No fue nada, ella se me ofreció…

—¡No puede ser! Además de ser un mierda, eres un cobarde y mentiroso.

—Te estoy diciendo la verdad, yo te amo.

Valery se deshizo en carcajadas, y para cuando terminó lo miró fríamente —. Te faltan cojones Richard, no eres más que un miserable egoísta, narcisista, y ególatra. Demasiado tiempo tardé en abrir los ojos y darme cuenta de la clase de hombre que eres.

No creas que besaré el suelo que pisas y que permitiré que entres a la casa y todo vuelva a ser como antes.

—Soy tu esposo, tú eres mía, está es mi familia.

—¡Ja!, pobre, bajate de esa nube corazón, que ya la venda se cayó de mis ojos —cruzó los brazos _. Jamas volveré a ser tuya, ahora yo soy la dueña de mi misma, y con respecto a los niños, lo hablaremos en el juzgado, de antemano te advierto que ellos se quedan conmigo.

—Valery ¿Qué estás hablando? —el rostro desencajado de Richard era la evidencia de que este no esperaba que la ingenua de su esposa reaccionara así, creyó que como siempre, creería todas sus mentiras.

—Ya me escuchaste…¿Te acuerdas de Damián?, el amigo con el que nunca me dejaste hablar por tus malditos celos tóxicos?

Richard se irguió en un fallido intento por mostrar su masculinidad—. ¿Qué pasa con él?

—Pues que es abogado, espera su llamado. Espero que no pongas problemas a la hora de firmar el divorcio.

Su quijada cayó hasta el suelo, y su cabeza negaba fervientemente —. ¡NO! bajo ningún motivo, tu me perteneces, jamás te daré el divorcio —se aproximó hasta ella y tiró de su brazo con fuerza.

—Suéltame de inmediato —masculló entre dientes —Hazlo, si no quieres quedar infértil de por vida.

La soltó sin rechistar recondando lo fiera que había sido durante su adolescencia, aún lo era, y la prueba era aquel labio partido y el intenso dolor que cargaba en el lado izquierdo de su rostro.

—No te vuelvas a cruzar en mi camino, me iré de esta casa, hasta entonces desaparece.

Volvió sobre sus pies para entrar a la casa.

—Antes de que lo olvide —comentó volteandose —. Hoy iremos al cine, te enviaré un mensaje para que puedas buscar tu ropa y pertenencias, si no las retiras en el horario que te diré, las quemaré. ¿Y no creo que quieras perder todas tus costosas ropas, verdad?.

—N…no— balbuceó.

—Perfecto, adiós —cerró la puerta sin siquiera mirarlo.

Richard se quedó ahí, con sus pies sobre el asfalto, con su rostro sombrío, lo perdió todo.

Desconocía a la mujer que frente a él estuvo, no era la misma que él había moldeado a su antojo, tal como su padre lo hizo con su madre. Esta es diferente, se convirtió en una mujer con poder, una mujer decidida. Una Valery nueva.

Quizás no se convirtió, tal vez siempre fue así, y ahora mismo, la esencia luchó por salir a flote para defender y proteger a su portadora.