Patricia Silva una abogada intachable, decide llevar un caso que le puede traer problema en su vida, ¿qué pasará con esta abogada? les invito a leer la historia.
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Capitulo 5
Víctor
Jamás había sentido tanta rabia, enojo, ira. Juro que esa se va a arrepentir. Le di la oportunidad de retirarse del caso y para ella esto era un resto.
Patricia
Mis papás, parece que vieron las noticias, no dejan de llamarme. Voy a ver qué es lo que les pasa.
— ¿Por qué tantas llamadas? ¿Qué es lo que tienen?—les pregunto al llegar.
— Por Dios, me tenías preocupada, vi las noticias.— expresó mi mamá.
— Felicidades, eres la mejor. Estoy muy orgulloso de ti. Hija, cuídate sí.— dijo mi papá.
Me acerco a ellos y les doy un fuerte abrazo. Siento un hueco en el pecho; verlos tan preocupados, me entristece.
— Los amo, no me va a pasar nada, tranquilos.
— Patricia, nosotros también somos abogados, sabemos cómo reaccionan los delincuentes cuando se le caí la macara. — dijo mi mamá.
— Ese caso no fue la gran cosa, ellos no van a ir a la cárcel.
— Deberías contratar seguridad personal por unos días.— dijo mi papá.
— Gracias, pero no. Me voy a mi casa. Por favor, traten de descansar.
— ¿Por qué no te quedas unos días aquí?—me preguntó mi madre.
— Mi hermosa, madre, todo estará bien. Además, quedé de verme con Alfredo, quizá me vayas con él unos días a su pueblo.
— Quédate, te lo suplico. — dijo con ojos llorosos.
Mi hermano llamando
“¡Hola!”
“Mi terca hermana, felicidades, estuviste genial.”
“Gracias. Aunque ahora me arrepiento, nuestros padres están que mueren de preocupación.”
“Me imagino. De todas maneras, cuídate.”
“Estoy pensando en irme al pueblo con Alfredo, por unos días, a ver si se tranquilizan.”
“Es lo mejor, te quiero.”
Fin de llamada
— Los quiero mucho.— nos dimos un fuerte abrazo.
———
Víctor
Estamos a punto de abrir la puerta de la casa, y mi corazón se acelera. En lo único que pienso es en mi mamá, no mereces sufrir por nuestros errores.
Al abrir la puerta, la vemos sentada en el sofá, en shock, con lágrimas en los ojos.
— Mamá, ¿cómo estás? —pregunta Albín, yo no me atrevo.
— Los estaba esperando. Vi las noticias, están en primera plana. — dijo Alba, mi mamá.
— Podemos explicar lo que pasó.— expresó Albín.
— ¿Cómo pudieron hacer algo así? Su papá y yo fundamos esa agencia con tanto amor. Lo hicimos pensando en ustedes, en su futuro, hoy ustedes manchan el buen apellido Torres.— reclamó llorando.
— Mamá, no me gusta verte llorar. Eso fue un malentendido, también nos engañaron a nosotros.— le digo.
— Ese no es el problema, el problema es que esa agencia no es de traficar. Esa agencia es de bienes raíces, ¿qué los engañaron, dices?
— Sí, mamá.— le respondí cabizbajo.
— Víctor, los conozco bien, son muy satos para dejarse engañar. Más vale salir bien de todo esto, o les voy a quitar la agencia. —llora desesperada.
— Te vamos a demostrar que somos inocentes.— expresó Albín.
Las horas pasaron, dándole la bienvenida a un nuevo día. La noche fue un cao, creo que todavía hay periodistas ahí afuera.
— Víctor, ¿por qué no te quedas en casa? —dijo Carla.
— No, necesito tener la mente ocupada.
— Llévame contigo a la agencia.
— Amor, ahí van a estar los periodistas, no quiero que te molesten.
———
Patricia
Mis padres lograron convérseme para que me quedara aquí, con ellos. Acepté para que no estén tan atormentados. Estoy sentada en el jardín, mirando a las aves volar.
— ¿Quieres algo de tomar, un café, un té, un jugo, mi niña? —pregunta mi Nana.
— Un trago, por favor.
— ¿Vas a tomar tan temprano?
— Estoy nostálgica, una sensación recorre todo mi cuerpo.
— Con mayor razón, no deberías tomar.
— Si me pongo borracha, me acuestas, ja, ja. Ve, tráeme un trago de whisky.
— ¡Ay! Paty, esa traición te dejó marcada.— me dijo afligida.
— ¡Qué va! Quizás fue lo mejor. Hoy hubiese estado casada, con hijos, y una ama de casa aburrida. Ahora no me aferro a ningún hombre, no creo en el amor.— le expreso con tristeza.
——
Víctor
Llegué a la agencia, pero no hay nada que hacer, es fin de semana. Necesito pensar en cómo me voy a vengar de la abogada.
Decidí hablar con mi hombre de confianza, esto no se puede quedar así.
— Víctor, aquí está Moncho.— dijo Albín y entraron a la oficina.
— Bien, siéntense.
— ¿Supongo que estamos aquí por la abogada?—preguntó Albín.
— Exactamente. Quiero que esa mujer pague por cada una de las lágrimas que derramó mi mamá.
— ¿Quieres que la matemos? —pregunta Moncho.
— No, claro que no.— dijo Albín, alterado.
— No estaría mal, pero primero quiero verla sufrir. Quiero ver lágrimas en sus ojos y que suplique por su vida.
— Usted solo órdenes, patrón.— inquirió Moncho.
—Llévala a la cabaña. Después de verla sufrir, yo mismo la voy a matar.
— Sigo pensando que es una estupidez.— dijo Albín.
—Esta noche nos encargamos de eso, patrón.
— Víctor, ¿por qué no olvida eso? Lo hecho, hecho está. No me voy a involucrar en lo que piensas hacer. —sugirió Albín.
— Me parece bien que te mantenga alejado de todo, quédate en la casa por si se complican las cosas.
——
Patricia
Pasé el día con mis papás, ellos, aún están nerviosos, y eso que no ha pasado nada fuera de lo normal. Ya es de noche, me voy a mi casa, me siento relajada. Voy conduciendo, como de costumbre, a baja velocidad, y de pronto un auto se atraviesa haciendo frenar de golpe. Veo a dos hombres armados acercándose a mí. Intento acelerar, pero fue imposible, uno de ellos tenía el control de mi auto.
— ¿Qué demonios quieren?, suéltenme, malditos. —Le grité tratando de liberarme.
Me montaron en un auto y empezaron a conducir. Me vendaron los ojos y se sujetaron las manos.
— ¿Quién me los mandó? ¿Por qué me están secuestrando? Les puedo pagar bien.
— Lic. Mi patrón tiene respuesta para sus preguntas.
— ¿Quién es su patrón?
— Víctor Torres, su peor pesadilla.— dijo y sonrieron a carcajadas.
Después de escuchar ese nombre mi corazón empezó a latir fuerte, tal vez será porque por teléfono sonaba muy intimidante. Condujeron una distancia prudencial, de más o menos 45 minutos.
Paran el auto, me bajan, me quitan la venda. Estamos en una cabaña, muy grande y lujosa. No debo tener miedo, hice lo que tenía que hacer y no me arrepiento.