EL PESO DEL AMOR #EllaMayorQueÉl

#ELLA

Él quería regresarme a mi casa, pero no podía volver a ese sitio, dónde todo me derrumbaría, los recuerdos me aplastarían y el dolor de saber que mi esposo es padre de esa beba de su amante me atormentaria, llevándome a querer cometer una locura, de la cual no tendría retorno.

Por lo que me prendo de sus labios y le susurro.

-Llevame a tu casa.

Él abrió los ojos con sorpresa, se quedó un segundo en silencio, hasta que reaccionó, me señalo que me siente a su lado, pero solo me moví más sobre él, se mordió los labios y se puso en marcha conmigo encima, llegamos a su domicilio. Me separé de él a duras penas, se había puesto muy activo, me llevo de la mano apresurado, sonreí al ver que se le cayó la llave antes de abrir su puerta, al lograrlo, lo empujó al interior, me prendo de sus labios, al tiempo que nos despojamos de nuestras prendas.

Él se retira a mirarme de pies a cabezas, tenía puesto un conjunto rojo que mi hermana me dió, para que me sienta guapa conmigo misma, se mordió los labios descendió a besar mi vientre, me bajo las bragas, al ver la pista despejada, sin ningún rastro de bello, me miro con un brillo singular y su lengua se apoderó a saborearme, sin importarle que antes estuvimos sacando punta al lápiz. Me libere y gemi, como nunca deje que salgan los sonidos, antes no lo hacía, acostumbrada a no hacer ruido, para no despertar a los bebés y aceptar la miseria que me ofrecía Homero, sobras de energía, que no se le ponía lo suficientemente firme, y solo se justificaba que era por él estres.

Me deje llevar, disfrutar del momento, sin pensar que opinión tenía de mi figura, no dejaría que ninguna sombra de duda oscurezca este momento.

Me llevo a su cama, me recostó, recorrió cada centímetro de mi piel, saboreo cada parte.

-Espera. Me susurro dirigiéndose al baño.

Sabía que fue a lavarse, lo seguí y efectivamente se estaba limpiando su zona, me senté en el inodoro y tomé con mis manos todo lo que tenía para ofrecerme, se lo comí entero, lo succione como si fuera un helado pico dulce, él gruñía de placer, sosteniéndose por el lavado, lo había sorprendido.

Me elevo de los hombros, apoderándose de mis labios y me guío a su cama, le hice sentar y yo encima de él. Con nuestros movimientos su cama crujió, se desplazaba retirándose de la pared y volviendo a chocar contra ella.

Sus manos me estrujaron la espalda, mis glúteos, cada centímetro.

-No te molesta si te invadó atrás. Me consulto.

Me sentía traviesa por lo que acepte.

-Tienes algún aceite para eso. Le dije.

Sus ojos brillaron.

-Sere delicado. Me dijo.

- Lubrica bien y dame con todo. Le respondí.

Él sonrió gustoso, me incorpore y le di la espada, saco de su cajón un pote, me pasó algo frío.

Estaba decidida a gozar de todas las maneras, total no lo tomaba como algo que trascienda de esa noche, era consciente de ello, él mismo dijo desde un principio, sin ataduras, sin obligaciones, solo gozar el momento.

Sus manos se aventuraron a acariciar cada parte de mi zona sur y así fue despacio, un poco al principio, me incómodo, pero solo jadeo junto a él, que al sentirse animado fue invadiendo cada vez más, había lubricado bien el asterisco, sus dedos a la vez hundio adelante, en un rítmico movimiento de un lado y del otro, los dos jadeamos, gritamos nuestros nombres, hasta que lo sentí venir, en cascada me lleno completa, se sacudió brusco, desplomandose sobre mi espalda, me beso sin despegarse, cuando se libero de todo su jugo, salió con delicadeza.

Me giro besándome en los labios abrazados con una sonrisa enorme, se libero de su protección.

-Me lo puse por si acaso, pero estás muy limpia, tu aroma es dulce, toda tu eres dulce. Me dice, y siento su corazón chocar contra mi pecho.

Me llevo a su baño, nos duchamos unidos al ser el espacio pequeño, él tenía una enorme sonrisa, no dejaba de acariciarme y besarme todo el tiempo. Al salir me seque con la clara idea de irme, habíamos tenido nuestro momento.

-Puedes acostarte un momento. Me pidió.

-Si lo hago temo dormirme. Le dije.

-Solo será un momento. Me dijo llevándome de la mano.

Nos acostamos de frente, me tenía abrazada contra su figura, me beso de nuevo y su mano me acaricio el punto G, su lengua invadió mi boca y nuevamente se hundio en mi, está vez suave, lento, disfrutando cada sensación, sus manos apoderadas de mis melocotones, descendió a succionarlos, regreso a mis labios, sin dejar de acariciarlos.

Hasta que tomo energía, colocándome bajo de él, embistiéndome con ímpetu, mis piernas las abrazo contra sus hombros. Lo ví como si contara, y cuando llegó a diez se retiró derramando su calor en mi vientre.

Se cayó a mi lado respirando agitado, con su mano aferrada a la mía.

-Eres increíble. Me dice posando un beso en mis labios.

- Ahora puedo irme. Le consulte posando un beso en sus labios.

- Si, pero antes ten mi número, si requieres un desahogo, estoy para servirte. Me dice.

-Fue increíble, lo disfrute. Gracias por este momento, me hiciste sentir mejor. Le dije dándole otro beso.

Sabía que para él esto era moneda corriente, al parecer, para él significaba un desahogo, para mí vengarme de Homero.

No le pregunté si lo vería de nuevo, no me mostré tóxica en ese sentido, este fue mi primer paso a renovarme como persona y lo primero fue que alguien me haga olvidar de Homero y su aroma, con Esteban lo conseguí, se quedó grabado sus gemidos y su aroma tan embriagador que me encantaba.

-¿Quién está en tu casa? Me pregunta

-No hay nadie. Le respondo.

-Pasa la noche conmigo, regresa mañana. Me dice sosteniendo mi mano.

-Si estoy contigo no dormiré. Le dije

-Solo un par de horas, debo estar a las seis de guardia. Me dice.

-Bien. Le respondí.

Me acomodo entre sus brazos y me cubrió con la manta, él puso su despertador.

Dormite disfrutando su aroma y su calor. Escuché sonar su alarma, me desperté sin problemas, siempre madrugo en casa, por lo que no me costaba.

-Esteban. Lo llame y no se despertaba.

Me deslice a besar su zona sur, el gimió somnoliento, le succione con más energía y logré despertarlo.

-Me encanta despertar así, ven acá. Me dijo fundiéndose conmigo, fue enérgico y rítmico.

Se retiró, me tomo de la mano llevándome al baño, abrió la ducha y me puso de espaldas, pinceleo de adelante hacia atrás, sabía lo que buscaba y no lo detuve, deje que me remarque el arroba como anoche, mientras lo hacía me deslizo sus manos con jabón por mi figura y se unió llenadose de jabon por mi figura, me tenía como su esponja personal, sumergió dos dedos en mi triángulo, gimió en mi oreja, todo su cuerpo tembló al descargar su escencia en mi.

Se me abrazo bajo la ducha caliente, me retire apoderandome de sus labios.

-Es la primera vez que me baño así. Le dije.

-Solo conmigo lo vas a hacer. Me dice, como si esperara que esto siguiera.

-Solo contigo. Repetí.

Nos vestimos, él se puso su uniforme, se lo veía serio con ese atuendo. No encontré mi ropa interior, por lo que solo me puse mi vestido.

-Eres muy bella al natural, quería verte así. Me dijo posando un beso en mis labios.

Los colores se me subieron en la mejilla, por más que sabía que solo podía ser una frase armada, no quise pensar en ello, preferí creerle, total no volvería a verlo.

Me dejó próxima a la casa de mi padre, no tenía ánimos de llegar a casa y ver al tóxico por si volvió de su supuesto viaje.

-Por tu cara lograste sacarte la mala vibra. Me dice mi hermana al verme.

-Gracias a ti hermanita. Le dije dándole un beso.

-Papa ya se fue, los bebés aún duermen, aprovechemos a desayunar. Me propone mi hermana.

Sabía que al decir eso ella quería que yo le haga el desayuno, ella no sabía ni hervir un huevo.

Le hice café con leche y tostadas, gracias a ella pase la noche más increíble que jamás había tenido, inesperadamente me sentía con energía, no me sentía cansada.

-¿Qué vas a hacer? Me pregunta Beth.

-Debo juntar pruebas y conseguir un abogado. Le dije.

-Ya tienes una prueba, el ADN. Me recuerda.

-Si, eso es cierto. Le respondo.

-Debemos enviarle al amigo de tu esposo, a su número, a su correo, a sus redes. A todos lados por su la esposa le revisa y lo borra. Me sugiere.

-¿Lo crees? Le pregunto.

-Claro que si, como ella tiene el culo sucio, le debe buscar al marido cualquier error. Así divorciarse aparentando estar dolida por la traicion. Me dice.

Ella ve muchos dramas y se hace el propio.

-Claro, por suerte tengo su número. Le digo.

-Y porque no lo llamas y se lo entregas en persona. Me dice.

Quedé pensativa, ella me saca el celular y le llama, le quise parar pero ya lo había hecho.

📱Hola.

Dijo.

Nerviosa tome ese teléfono.

📱Celso, podemos reunirnos, solo tu y yo, tengo algo que puede interesarte.

Le dije sería.

📱Ok, Puede ser ahora, dejo a Luna en la guardería.

Me responde.

📱Si. Le respondí.

📱Dime dónde paso.

Dijo en un tono pesado.

-En la cafetería. Me dice mi hermana al recordar uno cerca de la casa de mi padre.

📱Te espero en reyes del café.

Le dije.

📱Si, conozco.

Respondió y corto.

Me di una ducha, me vesti de forma deportiva con la ropa de mi hermana por si había algún conocido y use una gorra. Ella se quedó con los bebés.

Llegó primero, me siento en una esquina alejada de la vista, a los pocos minutos lo veo llegar, estaba vestido de traje, se dirigía a su trabajo.

Me diviso enseguida, se aproximó, se sentó serio, se quitó los lentes y cruzó sus manos sobre la mesa.

-Me tomaste por sorpresa. Me dijo serio, por su cara me di cuenta que creía otra cosa.

-De lo que te quiero hablar nos afecta a ambos. Iniciaba.

-Espera, antes te hubiera aceptado de una, sos muy hermosa, siempre fuiste como un imán, pero soy padre, ya forme una familia. Decía y saco mi celular mostrándole los resultados.

-¿Qué es esto? Me preguntó.

-Prueba de ADN, no eres padre de Luna, sino Homero. Le dije sería.

Vi que sus manos temblaron, deslizo con su dedo el archivo y leyó con detenimiento.

- No, debe ser un error. Dijo nervioso.

-Ningun error. Le respondí sería.

-Sacaste también de tus hijos. Me dijo al leer.

-Siempre Homero, bromeó que él solo pagaba, así le demuestro que son de él y no soy la que lo engaño todos estos años. Le respondí cruzada de brazos.

Vi que se tomó la cabeza, se fregó los ojos, suspiro como atajando una lágrima.

-Asi que su ayuda por mi hija nunca fue de manera desinteresada. Lo considere un amigo leal al entender el dolor que sufríamos porque nuestra hija tenía problemas respiratorios. Comenta con la voz rota.

-Homero cuando fue bebé tenía problemas respiratorios, con tratamiento mejoro. Le conté.

-Y que vas a hacer. Me pregunta.

-No es obvio. Le dije con una sonrisa irónica.

-Si, claro, sería lo justo. Suspiro pesado.

-Lamento que te enteres asi, pero no es justo que se rían en nuestras caras, se que dejaste tus salidas y te convertiste en un padre responsable. Le dije.

-Para Luna yo soy su papá, a mí me dijo su primer palabra, conmigo dió sus primeros pasos, no cambiaría nada por eso. Me dice.

-No dejas de ser su padre, padre es el que cria, no el que solo colabora con el esperma. Le dije.

Él asiente exhalando pesadamente, veo que se friega el pecho.

-¿Cómo estás tan tranquila? Me pregunta.

-No lo estoy, es solo apariencia. Le dije.

Lo acompañe a que tome algo, mientras lo vigilaba por si se descomponía, era mayor como Homero o un poco más.

Me pidió que le pase el archivo que le correspondía a él y se lo pase.

Regrese a la casa de mi padre.

-Regresa a tu casa, no se la dejes, es tu casa. Me dice mi hermana.

-No es que le dejé la casa, no quiero verlo. Le dije.

-Debemos pescarlo con la otra, esa prueba es necesaria. Me dice mi hermana.

Suspire hondo.

Regrese a casa, encontré restos de platos sucios y latas de cerveza, se ve que regreso anoche, no era capas de limpiar, hasta su zapato mal oliente estaba en la sala. Pero de él no había rastros, abra ido al trabajo.