Soy Salma Hassan, una sayyida (Dama) que vive en sarabia saudita. Mi vida está marcada por las expectativas. Las tradiciones de mi familia y su cultura. Soy obligada a casarme con un hombre veinte años mayor que yo.
No tuve elección, pero elegí no ser suya.
Dejando a mi único amor ilícito por qué según mi familia el no tiene nada que ofrecerme ni siquiera un buen apellido.
Mi vida está trasada a mí matrimonio no deseado. Contra mi amor exiliado.
Años después, el destino y Ala, vuelve a juntarnos. Obligándonos a pasar miles de pruebas para mostrarnos que no podemos estar juntos...
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Un nacimiento
Los dolores abundan y mi frente está llena de sudor, cada vez las contracciones son más fuertes.
—Vamos salma, falta un poco más— pide la doctora y eso hago.
Reúno todas las pocas fuerzas que me quedan y conteniendo la respiración profundamente. Pujo.
Mis manos están apretando las barandillas de la cama con la misma fuerza que ejerzo para que mi hija pueda salir, doy un grito y suelto la respiración, cuando siento que ya ha salido.
Mientras recupero el aire, la habitación se inunda con El sonido del llanto de mi hija.
Ella es puesta en mi pecho y con fuerza la sujeto como si me la fueran a arrancar. Lágrimas ruedan de mi mejilla por la felicidad que inunda mi ser, ella no pudo haber llegado y no mejor momento.
Está pequeñita se ha convertido en todo para mí, en el único ser por quién vivir y luchar cada día.
[•••]
Ya en la habitación, me encuentro sentada sobre la cama con mi pequeña en brazos. Es que no puedo dejar de verla, realmente es muy hermosa.
La puerta es abierta y entra mi hermana gemela, Seinet. Su sonrisa es tan grande que no le cabe en el rostro.
—Oh por Dios, salma— Exclama acercándose rápidamente. —Es tan hermosa, es la niña más hermosa que mis ojos han visto—
Sonrió ante sus palabras, y claramente es así.
La puerta vuelve a abrirse, y lo veo entrar. Él, Ozan. Con su aura empoderada e impenetrable.
Nos observa y mi hermana se recompone algo nerviosa.
—Los dejaré solos un momento, vendré más tarde hermana— Asiento y ella se despide con un beso en mi cabeza para salir de la habitación apresurada.
—¿Cómo estás?— pregunta sin moverse de su lugar.
—Un poco adolorida, pero estoy bien, gracias por preguntar—
—¿Puedo acercarme a verla?— su expresión es impenetrable y rígida, carente de alguna emoción.
—Claro que si— le digo con una pequeña sonrisa en el rostro y lo veo avanzar hacia nosotras. A medida que avanza su rostro va cambiando. Y finalmente ahí está, deja salir una sonrisa al verla.
—Hola pequeña— dice, y élla reacciona a su voz, él levanta un dedo y este queda atrapado entre sus manitas. —Es muy hermosa, se parece mucho a ti—
Lo veo tan feliz de verla. Y es que él no ha tenido la dicha de ser padre y no me imagino las ganas que quizás pueda tener, y es que he visto que le gustan mucho los niños. —Muchas gracias— le respondo tímidamente
—¿Cómo la vas a llamar?— pregunta sin quitar la mirada de ella.
Me tomó mi tiempo para responderle. Y es que desde que hace unos días lo vengo pensando y ya está más que decidido.
—Se llama, Senre karim hassan— me miró de inmediato, y su expresión esta vez fue algo que pude ver. Felicidad gratitud y amor.
—¿Eso significa que?...—
—Sí, significa que te doy esa oportunidad que tanto has esperado de mí, significa que serás ese padre que mi hija necesita, y... significa que también te ofrezco la oportunidad de construir un matrimonio real. No será fácil porque tú sabes por lo que he pasado, pero prometo hacer lo que esté a mí alcancé para que seamos una familia—
Él se queda de pie mirándome detenidamente. Como si aún estuviera procesando todo lo que le acabo de decir, Y sí. Yo también estoy procesando todo lo que acabé de decir, porque si me hubieran preguntado hace nueve meses y yo diría esto, inmediatamente hubiera dicho que no. No estaba dispuesta a construir mi vida con alguien más que no fuera Emir, quería mi vida con él, y haría lo que fuera para que eso sucediera.
Pero, ahora estoy aquí, pidiéndole al hombre que está enfrente de mí con una gran sonrisa en su rostro, que seamos esa familia que quizás podemos llegar a ser.
Ahora que mi hija nació quiero darle un lugar sano, quiero que tenga en su vida una presencia paternal, una limpia, amorosa y ejemplar. No quiero que mi hija crezca en un padre, que tenga uno que sea como el que yo tuve.
[•••]
El momento de irnos a casa llegó, no puedo estar más feliz, que ver a todas las personas que en realidad sentían esa felicidad conmigo a mi lado, mis hermanas eran las únicas que sentían esa pura y sincera felicidad. Ahí estaba mi padre, al cual me esforcé en darle una sonrisa.
En casa también se encontraron los familiares de Ozan, Su hermano menor, tíos y algunos primos. Todos llegaron para celebrar la bienvenida de Senre a nuestras vidas.
Compartí con ellos el té. Para no hacerle un desplante, ya que ellos estaban ahí por mí.
Después de una hora, me despedí de ellos amablemente. Por qué quería irme a mi habitación, me sentía muy cansada y debiendo entender que acababa de salir del hospital. Necesitaba reposo y tranquilidad, aunque algunos presentes eran sinceros con sus sentimientos, la sola presencia de mi padre hacía que mis nervios se alteraran.
Y es que aún no olvido por todas las cosas que me hizo pasar, por todos los golpes que me dio, por las humillaciones, por los castigos, y las veces que me dejó sin comer hasta un día completo.
Él es el causante de mis pesadillas, y de mis malestares.
Subo a mi habitación y ahora está con las cosas de Ozan, fue algo que hablamos antes de llegar a casa.
Suspiro mientras me cambio de ropa, esto será algo difícil de hacer, pero estoy dispuesta a intentarlo.
De verdad tuve hasta el último momento las esperanzas de que todo esto fuera un sueño, uno el que quisiera despertar. No entiendo por qué Emir me prometió volver y buscarme, si no lo iba a intentar.
Nunca. En el tiempo que estuve esperándolo Y que él se fue, no octubre ni siquiera una señal de vida de su parte, y eso me parte el alma, me carcome por dentro.
Solo el pensar que el hombre al que ame y le entregué todo de mí, se fuera y como si nada se olvidara de mí.
Solo me queda dejar de pensar en él, Y tratar de construir una vida al lado del hombre que me ofrece lo que necesito junto a mí hija...