Cambiando Mi Destino

Amanda: hija, cómo no recuerdas nada si quieres te cuento desde el principio.

Ariel: me parece bien mamá.

Amanda: yo conocí a tu padre un año después de que él había enviudado.

Yo era joven y tu padre era un hombre muy guapo y amable.

Me pidió en matrimonio y mi padre al conocer el estatus de él, no dudo en casarme con él.

Yo de verdad estaba enamorada de él.

Mi sorpresa cuando llegue a esta mansión, fue ver a ámbar.

Era hija de su primera esposa, ella murió dando a luz y el se había encargado de ella desde muy pequeña.

Yo le tomé mucho cariño a ámbar, pero la niña a medida que iba creciendo, se iba mostrando caprichosa y malhumorada; claro que ella no hacía nada de eso frente a tu padre.

Tú naciste un año después de mi matrimonio con tu padre y algo en ella me comenzó a dar miedo.

Esa niña siempre intentaba hacerte daño, así que yo me encargue de tu cuidado e intentaba nunca dejarte sola.

Muchas veces, ámbar te empujó de pequeña, una vez te tiro en un pequeño lago y gracias a Dios tu padre pasaba por el lugar y te rescato.

Ámbar le dijo que te tropezaste y él no pregunto nada más.

Ella sabía cómo manipularlo, muchas veces le hice saber lo que te hacía y me decía que eran cosas de niñas.

Yo temía por tu vida y decidí cuidarte y no dejarte con nadie que esa niña pudiera manipular.

El duque murió hace algunos años, de una extraña enfermedad y me dejó a cargo de las dos.

Ámbar comenzó a tomar posesión de la mansión y nos comenzó a dejar de lado.

Casi siempre los sirvientes estuvieron de parte de ella, no sé porque; por esa razón cuando ella me desplazó, ellos la apoyaron.

No me confío en nadie aquí, antes de que te cayeras por las escaleras, sufriste un envenenamiento.

Lo bueno es que el médico te revisó a tiempo y logro salvarte la vida.

No tengo pruebas, pero sé que fue ella.

Al igual que el accidente de las escaleras, para mí fue ella.

Ariel escuchaba atenta a su madre y valla la sorpresa que se está llevando.

La novela habla que ámbar era una dulce paloma, que la mala era Ariel.

Por algo nunca dejo de buscarla aun después que se huyó y le sugirió al rey un castigo peor que la muerte.

La condenó al rechazo y la exclusión.

Con razón esa ridícula historia, nunca le cuadro.

Ariel después de pensarlo un momento, le dijo a su madre.

Ariel: mamá, vámonos de aquí.

Amanda: cómo? 😱 hija por favor, soy una mujer viuda, no puedo tomar esas decisiones a la ligera.

Ni mi familia me apoya, por eso he decidido aguantar aquí, no tenemos donde más ir.

Ariel: mamá, escuché de unas sirvientas ayer de un reino vecino, que es muy próspero.

Podemos tomar algo de oro, irnos y hacer una nueva vida allá.

¡No te preocupes por el estatus, mamá! Podemos trabajar de forma honrada y vivir bien las dos.

Yo tengo muchos vestidos y joyas que se pueden vender y con eso tendríamos algo más de dinero.

Amanda escuchó a su hija, no lo va a negar.

Muchas veces pensó en irse de esa casa y comenzar de nuevo, pero siempre tuvo miedo.

Fue criada como una dama de sociedad y no sabe hacer más que eso; pero ver la determinación en su hija, la hizo tomar valor.

Amanda: está bien hija, si quieres nos podemos ir después del cumpleaños del rey.

Ariel: no mamá, tiene que ser antes por favor. Tengo un mal presentimiento con respecto a esa celebración y no quiero asistir.

Vámonos mamá, por favor.

¿Si luego si me logran quitar la vida? Es mejor irnos y comenzar de nuevo tú y yo.

Amanda: entonces quieres que nos vallamos cuando? ¿Mañana? ¿O algo así?

Ariel: si mamá, lo más rápido posible. Tengo miedo ~~tenía que usar esa carta e irse lo más rápido posible ~~ me da miedo que me pase algo y dejarte sola en este mundo.

Amanda: no digas eso hija, nada te va a pasar.

Vamos a tu habitación y me sacas todos los vestidos que vas a vender y las joyas.

Yo sacaré los míos y vendere todas las joyas y vestidos juntos.

Gracias a Dios tu padre me dio muchas joyas y eso nos podría ayudar a comprar por lo menos una pequeña casa.

Ariel: si mamá, vamos!

Ambas fueron a sus habitaciones y sacaron todos los vestidos y joyas caras.

Dejaron unos pocos vestidos sencillos, así no llamarían mucho la atención.

Amanda se fue al pueblo y vendió todo lo que llevaba, recogió un buen dinero y eso la alegro mucho.

El nerviosismo y la ansiedad de comenzar una nueva vida, recorrían su ser.

Pero no sé iba a detener, iba a ser fuerte por su hija, ya tuvo miedo por muchos años.

Ver a su hija tan decidida le ha dado el valor, para dejar esa vida atrás y comenzar una nueva historia para ambas.