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Oro

Oro

Status: En proceso
Genre:Intrigante / Malentendidos / Pareja destinada / Secretos de la alta sociedad / Viaje a un mundo de fantasía / Edad media
Popularitas:40.7k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Sexto libro de la saga colores.

Tras seis años encerrada en un convento, Lady Tiffany Mercier encuentra la forma de escapar y en su gran encrucijada por conseguir la libertad, se topa con Chester Clark, un terrateniente que a jurado, por motivos personales no involucrarse con nadie de la nobleza.

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4. Montando hacia el palacio

...CHESTER:...

Caminé por mis tierras antes del amanecer, comprobando que todo estuviese en orden. Tenía tres obreros jóvenes a mi cargo, había decidido contratarlos para aligerar la carga de mis responsabilidades, eran jóvenes de los arriendos, responsables y bien portados.

No era tan tonto como para contratar gente desconocida o que tuvieran malas mañas.

Llegaron temprano y enseguida se pusieron a trabajar después de que les diera un desayuno ligero.

También alimenté los animales.

Tenía un corral con cerdos, un gallinero y unas vacas para la leche. Ser granjero, sembrador, cocinero y distribuidor era un trabajo arduo de todos los días.

Me estaba tomando muy en serio la proposición de esa señorita, necesitaba una cocinera que también mantuviera la casa limpia.

No confiaba en ella, no podía evitarlo, mis padres me educaron de esa forma. La gente podía vestir una sotana y ser unos demonios bajo ellas.

Después de ver como actuaban las monjas en ese convento no me quedaba duda.

De todas formas, sus razones de desertar no eran de mi incumbencia. Lo único que me interesaba es que pudiera ganar algo de dinero para que se marchara pronto.

Estaba en el patio acariciando a mis perros cuando llegaron las campesinas.

Eran señoritas de terrenos vecinos y casi siempre llegaban con alguna excusa a visitarme.

Hoy eran los desayunos.

Casi se me echan encima y tuve que retroceder ante tanta atención.

Todas giraron sus atenciones y sus sonrisas se borraron.

La señorita Tiffany se aproximó.

El vestido de mi madre le quedó como guante.

Era muy delgada y esbelta.

Sin el manto y la luz de la mañana, pude detallar más sus rasgos.

Tenía entendido que las monjas debían renunciar a la cabellera larga para poder llevar sus mantos, pero no pensé que un corte tan masculino le quedara tan bien.

El corte permitía que la longitud de su cuello se pudiera apreciar y que su mandíbula luciera más refinada.

Los mechones pequeños tenían hilos dorados que se enroscaban sobre la parte alta de su frente y su nuca, también detrás de sus orejas.

— Señor Chester ¿Tiene un baño? — Preguntó, sin dejar la seriedad, había algo en su semblante que permanecía apagado y no entendía esa activo tan desanimada.

Si quería escapar del convento debía estar más aliviada por lograrlo.

— Señor Chester — Dijo una de las campesinas y me giré hacia ellas — ¿Quién es la chica? — Lucían recelosas e irritadas, reparaban a la señorita con desdén.

— No nos dijo que ya había alguien viviendo con usted — Siseó la morena — ¿Cuándo se casó?

— ¿Por qué no nos enteramos?

— Hay un mal entendido — Intenté decir.

— ¿Por qué se casó con alguien de este aspecto tan descuidado? Ni siquiera lleva zapatos — Señaló hacia abajo la del rostro pecoso.

Observé los pies de la señorita, sentí una tensión extraña en una parte innombrable al ver los pies delicados y pequeños, de piel color nata.

La señorita Tiffany chasqueó la lengua y aparté la vista.

— No tengo nada con este señor, solo soy su sirvienta.

Las mujeres soltaron gemidos.

— ¿Sirvienta? ¿Por qué no mencionó que necesitaba una? — Empezaron a reclamar y la señorita volvió al interior de la casa.

— Gracias por los desayunos, pero tengo asuntos que atender.

— ¿Tan pronto? Cuando tenga tiempo pase por mi casa — Dijo la morena, colocando la bandeja en mis manos.

— Mejor por la mía, estoy segura de que a mi padre le caerá bien — La siguiente colocó la jarra con leche arriba de la bandeja.

— No, la mía tiene mejor presencia — Colocó el queso arriba de la jarra.

— Gracias por todo.

— Adiós, Señor Chester — Agitaron sus manos y caminaron hacia la salida, murmurando entre ellas.

"Ya vieron el cabello de esa chica"

"Parece que hubiese tenido una pelea con una tijera"

"¿Vieron lo demacrada que lucía?"

"No creo que el Señor Chester se fije en alguien así"

Volví adentro, con la pila en mis manos y la dejé en la mesa de la sala.

— ¿Dónde está el baño? ¿No me diga que no tiene uno?

La señorita estaba en el corredor y su expresión seguía igual.

Caminé por el corredor y se apartó para dejarme pasar, crucé la cocina, hasta el último tramo del corredor que daba hacia la puerta trasera de la casa.

Señalé con mi mano frente a mí.

— Ese es el baño.

Ella se acercó y abrió la puerta.

Observó, juzgando la tina de piedra, el agua del pozo y un retrete en el suelo.

— ¿Tiene toalla? Necesito darme un baño.

Era demasiado exigente, pero me limité a buscar una en mi habitación.

Volví y se la entregué.

— ¿El agua es muy fría?

Tomé una larga respiración para no perder la paciencia.

— Toque el agua si quiere comprobarlo.

Entró y tocó el agua del pozo, hundiendo su mano. Hizo un gesto.

— ¿Podría calentar un poco? — Me pidió.

— Se supone que usted es mi sirvienta, no al revés.

Colgó la toalla en el tendedero y salió.

— De acuerdo, la voy a calentar.

— Quiero ver eso. Así sabré si está calificada para ser mi sirvienta.

Tomó una postura erguida y me evaluó con desdén.

Caminó de vuelta a la cocina.

Tomó un poco de leña de la que estaba apilada junto al horno.

Colocó la leña en el compartimiento de la estufa.

— ¿Fósforos? — Preguntó y señalé unos cajones en la pared.

Se aproximó y los abrió.

Sacó un fósforo.

— ¿Queroseno?

Señalé otro cajón.

La buscó, volvió a donde estaba la leña y vertió un poco, luego encendió un fósforo, lo aventó adentro.

Empezó a soplar cuando la llama se acrecentó un poco, hasta tomar el punto deseado, cerró el compartimiento.

Llenó una olla con agua y la colocó sobre la estufa.

— ¿Puedo hacerle el desayuno si gusta?

Tragué con fuerza cuando giró su cuello.

— No, yo lo haré mientras usted toma el baño.

— ¿Ya estoy calificada? — Se alejó de la estufa.

— Está bien, sino consigue el trabajo en la escuela, se quedará como sirvienta — Dije ¿Por qué mi voz sonó tan gutural?

— Haré ambas cosas, ya lo verá — Elevó su barbilla.

...****************...

— Comeremos lo que trajeron las mujeres.

La señorita tenía el cabello húmedo.

El vestido que escogió tenía las mangas holgadas y era abotonado hasta los hombros, de un bonito color rosa.

También le quedaban las botas con cordones que mi madre solía usar.

Se acercó a la mesa y observó la comida, apoyando las manos de la mesa.

— Esas señoritas se tomaron muchas molestias — Dijo, elevando las cejas — ¿Son sus mujeres?

Me tensé, apretando la mandíbula.

— ¿Cómo cree usted que voy a tener tres mujeres?

Se encogió de hombros.

— Los hombres tienen muchas libertades.

— Usted debería saber que la poligamia es un pecado y que se prohibió hace siglos.

Me reparó y me sentí un poco inquieto cuando detalló mi ropa.

Iría a las tierras de los duques, así que decidí ponerme una camisa blanca con chaleco gris, pantalones con tirantes y un pañuelo negro atado al cuello, incluso tuve la decencia de peinarme.

— Los hombres siguen teniendo muchas mujeres, no les importa el pecado — Dijo, tomando uno de los panes, le colocó queso de cabra.

— ¿Cómo sabe eso? ¿Si usted pasó la mitad de su vida entre un orfanato y un convento? — Fruncí el ceño.

— Una madre nos contó todo sobre los hombres, ellos son más propensos a las tentaciones.

Resoplé — No creo que una madre sea la más indicada para hablar de hombres.

Colocó en un pan en un plato y me lo tendió

— Ya está servido.

Tomé el pan y me lo comí sin molestarme en sentarme.

— Debemos salir en unos minutos, no se tarde en comer — Dije, caminando hacia la puerta mientras masticaba.

Primero informé a los obreros sobre mi ausencia, dejándole indicaciones y órdenes que debían cumplir mientras estaba afuera.

Me dirigí a los establos y alisté dos caballos.

Los llevé hasta el patio, tirando de las riendas.

La señorita Tiffany esperaba junto a una columna.

Se tensó al ver las yeguas.

— Use la de color café, es la más mansa — Le tendí las riendas, pero no las tomó — ¿Qué sucede?

— No sé montar.

No consideré eso.

— Entonces iremos en la negra — Señalé mi montura.

Se tornó nerviosa — ¿Usted y yo?

— Por supuesto, si no sabe montar, es la única forma.

— ¿No podemos ir en la carreta?

— Iríamos más lento y no tengo tiempo que perder — Gruñí, perdiendo la paciencia.

— Pero... Es que yo... — Empezó a temblar, no comprendí nada, estaba retrocediendo — No puedo, no puedo ir en el mismo caballo que usted.

— ¿Qué rayos le pasa? No me interesa en lo absoluto faltarle el respeto — Dije y me observó a los ojos — Ni siquiera me ha pasado por la mente, debería saber ya que no soy ese tipo de hombre, lo hubiese hecho desde el principio. ¿Todas las monjas le tienen miedo a los hombres? ¿Creen que son una especie de demonios?

Me giré hacia el cabello y subí de forma ágil.

— Solo lo decía por el peso, me preocupa el caballo, no usted — Gruñó, aproximándose a mí, tenía las mejillas muy rojas — Pienso que es demasiado para la pobre yegua. En ningún momento dije que le tenía miedo a usted.

— Ah ¿Entonces le parezco demasiado pesado? — Solté un chasquido — Vaya forma de ofender a su prójimo.

— Por supuesto, me parece una abuso al pobre animal.

— Son criaturas de Dios, están hechas para servir al hombre — Dije de forma irónica.

Resopló — Es un idiota.

Extendí mi mano hacia abajo — ¿Se va a quedar ahí parada todo el día?

Siguió dudando de tomar mi mano.

Tomó una larga respiración y la tomó.

— Ponga el pie en el estribo — Le ordené.

Hizo lo que pedí y la impulse hacia arriba.

Me acomodé hacia adelante.

— Siéntese atrás y agarre fuerte mi cintura.

Se acomodó, haciendo un gran esfuerzo, con la respiración cortada, pasó su otra pierna hacia el otro lado.

Solté su mano.

Nuevamente la duda, sus manos cubiertas por guantes rodearon a duras penas mi cintura.

Estaba temblando.

— Tengo un poco de nervios, no había montado a caballo.

— Debe aferrarse bien a mí.

Tiré de las riendas y se apretó a mi cintura por el movimiento.

Salí de la propiedad y traté de ir con calma.

Bajé mi mirada, los dedos se aferraban a la tela de mi chaleco.

— ¿La escuela está cerca de aquí? — Preguntó después de unos minutos.

— A unas dos horas, en las tierras de los duques — Presté atención al camino.

— ¿Usted es familiar de ellos?

— No, anteriormente, vivía arrendado en sus tierras.

— ¿Era un campesino?

— Así es, mi padre es el dueño de las tierras en las que vivo ahora.

— Entonces son sus tierras. Es un terrateniente.

— No, mi padre lo es, así que no son mías, el fue quien las compró y las sacó adelante, yo solo estoy cuidando de ellas.

— ¿Y dónde está su padre?

¿Por qué tanto interés?

— Está de viaje, a otra parte del reino, visitando al resto de la familia.

Sentía sus muslos rozando los míos.

— ¿Su madre fue con él?

— No, mi madre murió hace años — Observé las ramas bajas de los árboles.

— Es una pena.

— La ropa que le dí es de ella.

Suspiró — Tenía buen gusto, es linda.

Apuré un poco el paso y ella se aferró con más fuerza.

— ¿Por qué va más rápido?

— Los caminos son desolados, no podemos ir confiados.

Cuando llegué al pueblo, lo crucé sin detenerme, habían muchos comerciantes y compradores, así que pasé desapercibido.

— Ya vamos a entrar a tierras nobiliarias.

— Las tierras son hermosas — Susurró, observé al paisaje a nuestro alrededor.

— Para una señorita que estuvo toda su vida encerrada entre paredes, tiene que parecerle así.

— Cierto.

Se quedó callada el resto del camino.

Llegamos a la entrada y ayudé a la señorita a bajar, antes de dar un salto.

El palacio seguía igual de imponente.

La señorita observó hacia adentro, asombrada por la majestuosidad de los jardines y del enorme palacio.

Un lacayo se aproximó.

— Señor Chester, me alegra verlo por aquí ¿Qué se le ofrece?

Ella se sorprendió ante el trato lleno de confianza.

— ¿Los duques de Slindar están disponibles?

— Por supuesto, se encuentran en casa.

— Necesito hablar con ellos.

— Voy a informar al mayordomo para que los ponga al tanto.

— Muchas gracias — Dije, sonriendo.

Esperaba que el Duque Edward no se pusiera al tiro, seguía celando a su mujer de mí.

No era el único, Sebastian también parecía perro de guardia cuando yo estaba ante la presencia de Lady Emiliana.

Jamás comprendí el porqué de tanta inseguridad.

Observé a la señorita, tal vez al traer una mujer conmigo, no me viese como una competencia.

1
Letizia Mar
algo trama la vieja víbora 🐍 está 🤔
Olga Ortiz
que buena está la novela
Olga Ortiz
ayer bueno que thifany va a enfrentar a su familiay sobre todo que sus primos la apoyan
Sandra Haydee Moraga Muñoz
feliz año autora,que sigas cosechando éxitos con tu gran talento que tienes plasmando con tu pluma la gran imaginación que posees deleitándonos con tus hermosas historias.
Katsof Muri
Gracias por este capítulo 💖💓💗💖 💞 ya me imagino la cara de la vieja crápula que se dice llamar madre cuando vea a toda la familia reunión ,creo fielmente que le dará un soponcio y Tiffany se va a desahogar le dirá lo que tiene guardado por años con él apoyo de su querido Chester y su familia será cada vez más fuerte.
Katsof Muri
Feliz año nuevo para tod@s ,en especial para ti Bella Escritora espero que tú año este lleno de éxitos tanto espirituales como materiales y Dios nos otorgue un año con muy buena salud ,trabajo ,dinero ,amor, paz,etc....
Paulina Ruiz
Que raro /Right Bah!/que solo fue la vieja bruja a buscar a Tiffany.
Maria Echeagaray
feliz año nuevo Tayling mis mejores deseos para ti y todos tus seguidor@s, que todas tus historias sean llenas de éxito y a tu vida lleguen cosas buenas en abundancia
Mariela Miranda
Excelente
Izzi Martinez
excelente
Eliana Cardona
Vieja cínica 😡😡 debe venir a chantajearla para que no diga nada 😡😡😡
Marcela Lopez
está buenísima
Magda borquez
feliz año, escritora. muchas bendiciones.
Sara Ramírez
Muchas felicidades autora que este año sigan los éxitos como hasta ahora.La novela tiene sus matises interesantes Chester le soltó lo que siente a su papá más que celos por lo que siente es que su papá no sintió lo mismo por su esposa y eso tal vez en algunas ocasiones Chester pudo darse cuenta y con respecto a la mamá de a Tiffany ojalá le den su buen trancazo esa vieja esconde cosas turbias.
Mel G.
Ay si lo entiendo😥😥
Jeinkarlys
igualmente para ti feliz año nuevo escritora estrella
HC
Feliz año nuevo autora, pásala bonito te estaremos esperando ✨, y feliz año a todos también que el siguiente año esté lleno de oportunidades y alegrías
Micaela Alcaraz
Me identifico con Chester en lo que le dijo al padre /Whimper/ sonará egoísta, pero a veces es lo que sentimos, no todos los hijos podemos aceptarlo así de fácil.
FELIZ AÑO NUEVO 🥂
Raquel Sanchez
Gracias por este capítulo, estuvo hermoso, espero que Chester deje de ser tan amargado y acepte que Celia y William se aman
Daiana Ibarra
ay Chester celoso d su padre re tierno.
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