Malas Decisiones.!

Cerré la puerta de mi habitación y me acosté en la cama, sintiendo que ese era mi castigo por haberle sido infiel a Jeremy.

Alguien tocó a la puerta; era mi hermana Camil.

—Hola, ¿puedo pasar? —me preguntó mientras se asomaba con una caja de chocolates.

Sonreí al verla y ella entró.

¡Vas a necesitar un chocolate para combatir este frío! dijo Camil, mientras se sentaba en la cama y abría la caja. Nos encantaba disfrutar de los chocolates sorpresa, sin saber qué tipo de chocolate nos tocaría.

Camil, a pesar de ser ya mamá, siempre se preocupaba por mí, aunque eso le ocasionara problemas con mi madre en más de una ocasión.

Las dos nos pusimos un chocolate en la boca y nos tumbamos en la cama, una al lado de la otra.

Sabes, me encanta que estés asumiendo este rol frente a nuestros padres, ya tienes la edad suficiente para forjar tu propio destino. -dijo Camil, mientras yo me quedaba pensativa.

No lo sé, Camila. Siento que a veces mi mamá tiene razón; hago cosas sin pensar en las consecuencias, dije suspirando mientras reflexionaba sobre lo que había hecho.

Eso es exactamente lo que pensaba, por eso decidí casarme con el padre de mi hijo. Sin embargo, un día me desperté siendo madre, sin estudios y sin un lugar donde vivir, por haberme convertido en la típica esposa modelo que la sociedad espera, expresó Camil con melancolía.

Pero tú lo amabas cuando te casaste, ¿verdad? -pregunté, con sorpresa.

Para nada. Yo amaba la idea que nuestros padres me impusieron, donde tenía que casarme con un hombre rico al que tendría que cuidar toda la vida. Cuando lo conocí a él, no me gustaba nada, ni siquiera soportaba que me tocara, pero tenía que aguantar por mis padres y después por mi hijo -dijo Camil.

Jon, ¿te lastimó en algún momento? pregunté mientras la miraba, sintiendo mucha pena por ella.

Así es siempre, respondió. Pero no quiero ponerte triste. Mejor, cámbiate, o llegarás tarde al trabajo. No querrás quedarte aquí en casa con mamá, que buscará cualquier pretexto para regañarte, agregó Camila, secándose las lágrimas antes de salir de la habitación.

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Según las palabras de Lorenzo, el protagonista:

Al abrir los ojos por la mañana, me di cuenta de que había bebido más de la cuenta. Miré a mi lado y a mi alrededor, intentando encontrar a la chica con la que había pasado la noche.

Me levanté y me puse mis bóxers, pensando que la chica estaría en la cocina, preparando el desayuno, como otras chicas que necesitaban que les fuera claro que no me interesaban.

Ellas eran las que no querían irse de mi apartamento.

Al entrar en la cocina, el aroma a comida me recibió, pero para mi sorpresa, solo estaba la mujer que me ayudaba con el desayuno y la limpieza del departamento.

¡Buenos días, señor! El desayuno ya está listo, dijo la mujer mientras picaba una cebolla.

Buenos días, Rosa. ¿No viste a ninguna chica salir de mi apartamento cuando llegaste? pregunté, intrigado.

Para nada, cuando yo llegué no había nadie, respondió la mujer.

Voy a subir a darme un baño y luego bajaré a desayunar, rosa. - dije, algo desconcertado.

Miré en mi habitación por si había dejado algo que me ayudara a recordar quién era, pero solo encontré una pequeña pantaleta en la cama. La tomé entre mis manos y la guardé de inmediato en uno de mis cajones.