Desde los 10 años, Latifa le ha confesado su amor al Príncipe Salomón y le ha pedido que se case con ella. Su destino es ser sólo una candidata a novia del heredero al trono del reino Sufan. Ella sólo es una agregada cultural, alguien a quien nadie ama y nadie extrañará una vez que se cumpla el objetivo de unir a los protagonistas.
Así era hasta que llegué yo, una persona madura que murió en otra realidad, pero esta es una nueva oportunidad para mi, así que no quiero seguir el destino marcado de Latifa, dejaré atrás rogar por el amor de un hombre, las declaraciones sin sentido y pedir el reconocimiento de los padres, es tiempo de darle a esta chica un destino donde ella sea la que tome las decisiones. ¿Habrá alguien que la quiera así?
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Ella
Zaid estaba completamente perplejo por lo que presenció. Primero es más que molesta la forma en que el Príncipe le habla a su nueva socia, pero lo que más le extrañó es que ella, amándolo como lo ama, llevó los cubiertos hasta donde está el perro del vigilante e hizo que los lamiera completamente y, así tal cual se los regresó a Salomón, quien comió con ellos sin percatarse de la sonrisa malévola de ella.
Todo eso le hizo preguntarse si realmente no la había malinterpretado, porque al final de cuentas todos están a la espera de sus confesiones semanales al Príncipe, pero desde que fue expulsada del marquesado Durand y se incorporó al marquesado Leibe se detuvieron sus interacciones… no puede dejar de pensar que todo es muy raro.
Así que le pidió a su amigo y consejero, Sir Yohan que investigue a fondo quién es esta chica, sobre todo por qué ella ya sabía que está enamorado de Naya Palacios, ¿será una espía? Cómo sabe de algo que él nunca le había confesado más que a su mentor.
Zaid: ¿Es demasiado evidente que me gusta la señorita Palacios?
Yohan: No mi señor, si así fuera se lo habría dicho desde hace tiempo.
Zaid: ¿Crees que me comporto diferente o tengo alguna actitud distinta en las veces que hemos estado cerca?
Yohan: No mi señor, de hecho, si usted no me lo hubiera confesado desde que era joven, jamás habría pensado que está interesado en la señorita Palacios.
Zaid: Averigua todo lo que puedas de Latifa Leibe, hay algo muy raro en ella, conoce mi secreto y yo solo te lo había dicho a ti. Conozco tu discreción así que no dudo de ti, pero… hoy que hablé con ella, tiene algo extraño, dijo cosas muy extrañas y no sé por qué me hace sentir incómodo la forma en que me mira.
Luego de decir esto su rostro se puso nuevamente rojo al recordar el tono en las palabras de la joven, lo cual fue inmediatamente notado por su caballero.
Yohan: ¿Le gusta la joven?
Zaid: ¡Claro que no! ¡¿Cómo se te ocurre?! Solo que no dejo de pensar que hay algo muy raro en ella.
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En tanto, la chica fue a la Biblioteca para buscar información sobre unas cosas que no entiende de su clase de historia de la magia, pero no puede evitar pensar que en la novela original Zaid nunca tuvo contacto alguno con Latifa, entonces no sabe si está alterando demasiado este mundo con sus acciones. Espera que no porque eso sería bastante incómodo ya que le quitaría algo de ventaja de saber lo que pasará.
A estas alturas, en la novela, la villana Naya suele citar a Latifa en la fuente para humillarla y advertirle que deje de declararle su amor al Príncipe, pero de ahí no pasan, son sólo agresiones verbales… y conforme Latifa está necia con sus declaratorias pues las amenazas y los maltratos poco a poco escalan.
Estaba en eso cuando una chica muy tímida le entregó una nota en un papel, citándola, justamente, en la fuente en 30 minutos, firmándola como Salomón, pero ella conoce bien la letra del Príncipe, así que no caerá en esa trampa, aunque sabe bien quién la invoca de forma tan descarada.
Latifa: Dile a la señorita Palacios que estaré ahí en hora y media, aun debo terminar varias cosas.
La chica abrió los ojos sorprendida y se echó a correr. Al terminar el tiempo se dirigió al lugar de la cita y, justamente, junto a la fuente, encontró a Naya con su grupo de amigas, todas lucían muy enojadas.
Naya: Vaya, me alegra saber que estás obedeciendo mir órdenes. Me da gusto que por fin dejaste de lado esas absurdas confesiones de amor. (Ríe con su grupo de amigas)
Latifa: (Aburrida) Ahhhh, piensa lo que quieras. ¿Eso es todo?
Naya: (Molesta) ¡¡¿Cómo puedes ser tan insolente?!! Deja de acercarte al Príncipe, ayer te vi de ofrecida para lavar los cubiertos de su Alteza, como siempre eres una arrastrada. Pero él jamás se fijará en algo que es tan poca cosa como tu…
Salomón: ¡¿En serio?! Tampoco me gustan las personas que intimidan a otros solo por considerarlos insignificantes…
Latifa: [¿A quién te refieres con insignificante?]
Naya: Majestad, sólo digo la verdad, una cosa como esa, que inclusive fue rechazada por sus propios padres no vale la pena… ella no debe poner sus ojos en alguien tan valioso como su Alteza.
Salomón: (Molesto) ¡¡Señorita…!! ¡¡No quiero que diga más tonterías y se meta en asuntos que no le interesan!! Si alguien es digno o no lo decido yo, esta es sólo una advertencia, no quiero ver que intimida a nadie más, de lo contrario, deberé hablar con mi padre sobre su candidatura a Princesa heredera.
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