Kairos y Alessia , el primer amor de cada uno, Separados por una promesa de matrimonio. Zahraea, la esposa de Kairos tienen un accidente junto con él por una rabieta de celos de su primer amor. Después del accidente , Kairo puede leer todos los pensamientos de su esposa Zahraea, y Kairos decide no mencionar el divorcio nunca más, pero Zahraea no está de acuerdo con Kairos.
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PRÓLOGO
El sonido del reloj marcaba las horas con una precisión que le resultaba insoportable. En la penumbra de su estudio, Kairos se frotó las sienes, sintiendo el peso de una historia que nunca había querido protagonizar. Su matrimonio con Zahraea había sido una transacción más que una unión, un contrato firmado con tinta dorada y ambiciones ocultas. Ella quería estabilidad y dinero; él, la libertad de esperar a Alessia, el único amor que había conocido y que, hasta el último segundo, creyó que regresaría.
Pero el destino nunca había sido benévolo con él. Alessia volvió, sí, pero no con la promesa de un amor renacido, sino con la furia de un pasado que no sabía cómo soltar. La noche del accidente quedó grabada en su memoria con una nitidez brutal: los faros cegadores, el crujir del metal, los gritos ahogados en el asfalto. Alessia había sido la responsable, y de algún modo, en ese instante, todo lo que alguna vez creyó seguro se desmoronó.
Zahraea, práctica como siempre, no tardó en tomar una decisión. No estaba dispuesta a cargar con un matrimonio sin amor ni con un hombre cuya lealtad jamás le perteneció. Acepto el divorcio con la frialdad de quien firma un trato comercial después de haber fallecido el abuelo de Kairos, pero Kairos percibió la chispa de algo más detrás de sus palabras. Entonces, sucedió lo inexplicable.
La primera vez que escuchó sus pensamientos, creyó que era el cansancio jugándole una mala pasada. Pero las frases que murmuraban en su mente no eran suyas. Eran de ella.
"Si juego bien mis cartas, puedo sacarle una fortuna."
"Que viva con su amado demonio disfrazado de oveja, ¡ja! quisiera ver la cara de tonto cuando se de cuenta que ella está involucrada en la estimulación de la muerte de su abuelo"
"El divorcio es mi billete de salida, y me aseguraré de que valga cada centavo."
Kairos sintió que el aire abandonaba sus pulmones. No se trataba solo de la traición evidente, sino de algo más profundo: el hecho de que, por primera vez, tenía la ventaja. Había pasado años creyendo que Zahraea era la perdedora en este matrimonio, la mujer atrapada en una relación sin amor. Ahora, veía la verdad.
Ella no era la víctima. Él tampoco.
El divorcio ya no era una opción. No porque quisiera castigarla, sino porque había algo en ella que nunca había visto antes, una parte de Zahraea que había permanecido oculta detrás de su sonrisa impecable y su porte elegante. Ahora, tenía acceso a sus pensamientos más íntimos, a sus estrategias, a su orgullo herido. Y lo más sorprendente de todo: le fascinaba.
Kairos apoyó los codos en la mesa y sonrió por primera vez en semanas. El juego apenas comenzaba.
Zahraea no sospechaba nada. Aún lo miraba con la misma indiferencia de siempre, creyéndose intocable, segura de que él, absorto en su desgracia por Alessia, aceptaría cualquier condición con tal de librarse de ella. Pero lo que ella no sabía era que, ahora, él podía ver más allá de su máscara.
Los días transcurrieron entre silencios calculados y miradas furtivas. Zahraea se paseaba por la casa con su elegante desinterés, revisando documentos con su abogado y fingiendo que la situación le era indiferente. Pero Kairos escuchaba sus pensamientos con claridad cristalina.
"Si me muestro demasiado apresurada, sospechará."
"Necesito pruebas de que él nunca me quiso. Mensajes, fotos… algo que incline la balanza a mi favor."
"Podría mencionar el accidente en la demanda… insinuar que su descuido me puso en peligro, de verdad que necesito con urgencia a ese demonio vestido de oveja."
Cada idea, cada estrategia, se le revelaba como un susurro dentro de su mente. Y, mientras más escuchaba, más se daba cuenta de que Zahraea era mucho más astuta de lo que había imaginado.
Durante años la había subestimado, viéndola solo como la esposa ambiciosa que se aferraba a su posición. Ahora entendía que no solo estaba buscando dinero; estaba buscando venganza. Por cada desprecio, por cada noche en la que él no la había mirado, por cada comparación implícita con Alessia. Pero, Kairos ya no tenía intención de dejarla ir.
Una noche, la encontró en el estudio, con papeles esparcidos sobre el escritorio. No era común verla tan enfocada, tan metida en sus propios planes. Él se acercó con calma, fingiendo no saber lo que tramaba.
— Kairos: ¿Trabajando hasta tarde? —preguntó, apoyándose en el marco de la puerta.
Zahraea ni siquiera levantó la vista y respondió —Alguien tiene que ocuparse de mi futuro —respondió con frialdad.
Kairos dejó escapar una risa baja —¿Tan ansiosa estás por deshacerte de mí?– penso Kairos mientras la observaba en silencio.
Ella lo miró entonces, y por primera vez, él vio algo diferente en sus ojos. No era solo desprecio, ni siquiera odio. Era determinación.
"Que suene convincente. No muestres debilidad."
— Zahraea: No soy yo la que ha estado esperando a otra persona todo este tiempo, pero dame dignidad hasta que nos divorciemos —respondió, con una sonrisa gélida.
Kairos sostuvo su mirada, pero esta vez, en lugar de ver a la mujer que siempre había ignorado, vio a alguien que podía igualarlo en cada jugada. Y eso le pareció más atractivo de lo que estaba dispuesto a admitir.
Se inclinó un poco más hacia ella, disfrutando el modo en que sus pensamientos se volvían confusos por un segundo.
"¿Qué está haciendo? ¿Por qué me mira así? ¿ Acaso le herí el orgullo al aceptar sin drama el divorcio?, ¿ Debo ajustar mi plan? "
— Kairos: Sabes que no te lo haré fácil por este tiempo perdido, ¿verdad? —susurró.
— Zahraea entrecerró los ojos y respondió —No esperaba menos de ti.
Por primera vez en años, Kairos sintió que la verdadera batalla apenas comenzaba. Un matrimonio forzado había sido su destino. Pero lo que venía ahora… sería su elección.
Kairos observó a Zahraea mientras ella recogía los papeles del escritorio con movimientos pausados, como si quisiera demostrar que no estaba alterada. Pero él podía escucharla.
"Algo cambió en él. Antes quería librarse de mí lo antes posible. ¿Por qué ahora parece... entretenido?"
Era una sensación extraña, casi inquietante, pero también embriagadora. Durante años, ella había sido un personaje secundario en su propia historia, la esposa que estaba ahí por conveniencia, la mujer que él apenas miraba porque siempre tenía la mente puesta en otra. Ahora, en cambio, no podía apartar los ojos de ella.
— Kairos: Dime algo, Zahraea —dijo él, cruzándose de brazos—. Si te diera lo que quieres, si firmara los papeles sin rechistar, ¿realmente serías feliz?
Ella dejó los documentos en la mesa con un suave golpe y lo miró con una media sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Zahraea: La felicidad no es mi prioridad.
"Pero verte perder, sí lo es. Desde que eramos niños nunca me agradaste por arrogante y estupido"
Kairos, sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No de miedo, sino de una emoción nueva, adictiva. Ella no quería solo su dinero. Quería derrotarlo. Quería que él sintiera lo que era perder el control, lo que era ser invisible, lo que era estar atrapado en un matrimonio sin salida.
Y por primera vez en su vida, él no quería ceder.
— Kairos: Interesante —murmuró, inclinándose un poco más hacia ella—. Porque yo pensaba que querías librarte de mí cuanto antes, pensó para si mismo.
Zahraea no retrocedió ni un milímetro, solo sostuvo su mirada de forma indiferente y pensó
"Si sigue reaccionando así, quizá deba cambiar de estrategia... No sé qué está tramando, pero no voy a caer en su juego."
Pero, Kairos ya no estaba seguro de quién jugaba con quién. Sin previo aviso, tomó los papeles de divorcio y los sostuvo entre sus manos.
— Zahraea: ¿Qué haces? —preguntó ella, con una súbita tensión en la voz.
Él sostuvo su mirada mientras, con una lentitud exasperante, rompía una de las páginas en dos. Los ojos de Zahraea brillaron con furia, pero trato de mantener la compostura.
"Maldito... No pensaba que sería tan descarado. Acaso este idiota se golpeó la cabeza más fuerte de lo que pensé, ¿ que le pasa? "
— Kairos: No voy a darte el divorcio —declaró, arrojando los pedazos de papel sobre el escritorio—. No así.
Zahraea apretó la mandíbula, sus nudillos blancos alrededor del bolígrafo que sostenía. No dijo nada , porque no sabía que decir para disimular sus verdaderas emociones , solo pensó tratando de mostrarse indiferente mientras miraba los pedazos de papel tirados en el suelo.
"No sé porque está haciendo esto, pero no puedes retenerme en este matrimonio para siempre."
Por un momento, el silencio entre ellos fue absoluto. Luego, Zahraea sonrió de una manera que no tenía nada de dulce.
— Zahraea: Muy bien —susurró— Espero que tu amante no se vuelva loca.
En ese instante, Kairos supo que su matrimonio nunca volvería a ser el mismo. Lo que había comenzado como un simple contrato ahora era una guerra de voluntades. Y lo peor de todo es que, por primera vez, tenía más interés en su esposa de lo que jamás había tenido en Alessia.
Quizás, solo quizás, Zahraea había sido su verdadero destino desde el principio.