UNA VIDA LLENA DE MISTERIOS Y FANTASÍAS: "La Elegida"

Deja ir las cosas, no te aferres a algo que no es para siempre. Si ya no es para ti déjalo irse libremente y tú sigue con tu vida.

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Innumerables pensamientos vinieron a mi mente entre ellos uno en particular: “que me estaba aferrando demasiado a la vida y que tal vez mi destino era ese, morir de esa manera pero no quería aceptarlo”, quería seguir luchando aunque ya no quedaba más por pelear, me estaba desangrando sola sin poder pedir ayuda. Con dificultad me arrastré hasta a un árbol en donde me senté y recargué sobre el tronco mientras intentaba apretarme la herida aunque sin lograr nada porque el sangrado no paraba, en esos momentos todas aquellas cosas que no llegué a hacer llegaron a mi mente como si fueran escenas de una película, pensé que si hubiera sabido que mi vida era tan corta hubiera insistido una vez más a aquella persona para que no se fuera de mi lado, le hubiera rogado a mis amigos para que no me abandonaran, le hubiera dicho a mi madre cuánto la quería y que jamás la había odiado, le hubiera dado un abrazo a mis abuelos, le hubiera dicho a mis hermanos cuanto los amaba, le hubiera dicho a mi compañero de clases que me gustaba, hubiera insistido en tener a un pequeño conejito como mascota, hubiera disfrutado mi infancia como cualquier niña en vez de pasarme estudiando, hubiera correteado a mi padre más veces y lo hubiera abrazado por más tiempo, hubiera disfrutado al máximo los buenos momentos con aquella persona. Mientras pensaba en todo aquello que no llegué a hacer más lágrimas rodaban por mis mejillas, lo que daría por regresar el tiempo y volver a hacer las cosas bien.

—. ¡Oh! La pequeña princesita está llorando.

Se escuchó la voz burlona de ese idiota mientras se acercaba a mí, lo miré con odio, no tenía el maldito derecho de hacerme eso, no tenía derecho de tomar mi vida.

—. No tienes derecho a tomar mi vida, no eres nadie para hacerlo.

Respondí mientras lo miraba con asco y odio a la vez.

—. Debiste haberlo pensado antes de convertirte en una Diosa, debiste pensarlo cuando renaciste como humana. En primer lugar nunca debiste volver a aparecer.

Dijo mientras me apuntaba con su espada ¿Cuál era el problema con él? Yo no tenía la culpa de haber sido una “Diosa” y tampoco tenía la culpa de haber nacido en la tierra ¿Por qué yo tenía la culpa? ¿Por qué yo? ¿Por qué me culpaba a mí por sus errores? ¿Por qué siempre me culpaban de todo cuando yo era inocente? Con dificultad me paré apretando mi herida y mirándolo con enojo, decidida avancé hacia a él con pasos lentos.

—. Yo no tengo la culpa de convertirme en una Diosa, no tengo la culpa de que seas un ambicioso fracasado, no tengo la culpa de tus errores, no tengo la culpa de haber nacido en la tierra, ¡Yo no tengo la culpa de nada! Simplemente tú quieres culparme de lo que tú has hecho mal, no aceptas haber fracasado, no quieres asimilar que pronto tendrás que atenerte a las consecuencias de tus actos, pero hay algo de lo que tú sabes y le tienes miedo es, que el mal jamás vencerá y pronto serás destruido, no solo tú sino que todos los traidores.

Mientras avanzaba, él retrocedía soltando la espada y agarrándose la cabeza negando que era cierto.

—. Acéptalo, estás a un paso de morir.

Al escuchar esto, levantó la espada apuntándome mientras sonreía y temblaba al mismo tiempo, parecía un completo lunático.

—. ¡No es verdad! ¡Mientes! ¡Eso es mentira!

Se acercó a mí con su espada, iba a morir era lo más seguro, cerré mis ojos quedándome quieta y lista para recibir el golpe final y desaparecer del mundo pero en eso recordé el nombre de una extraña espada que aparecía en mis pesadillas, siempre quise pronunciar el nombre en voz alta y supongo que ese era el momento de hacerlo, al menos cumpliría con una de mis tonterías antes de morir, abrí los ojos y en voz alta dije.

—. ¡Espada ancestral!

Un enorme trueno hizo retumbar el cielo al igual que un rayo que iluminó completamente entre las nubes y neblinas, ese hombre me miró y retrocedió al mismo tiempo que volvía a soltar su espada, me quedé sorprendida por aquél suceso, con una media sonrisa volví a repetir.

—. ¡Espada ancestral!

Lo miré tan nervioso, estaba lista para volver a repetir aquella frase otra vez pero no me dio tiempo ya que fuí azotada al suelo por el poder sobrenatural de él, me agarré el estómago fuertemente mientras intentaba reincorporarme pero el dolor era insoportable, me miró con una mirada temblorosa, ahora agarrando con sus dos manos la espada y apuntándome.

—. ¡Está vez no te dejaré con vida! ¡Morirás!

Dijo levantando la espada para matarme, cerré mis ojos esperando el impacto de la espada, pero luego de unos segundos no se escuchó nada y tampoco sentí nada ¿Acaso ya estaba en el más allá? Reí por dentro mientras pensaba en ello, pero volví a escuchar aquella odiosa voz que parecía exaltada.

—. ¡Tienes que morir! ¡No puedes vivir!

«Hay veces que pensamos que la vida no puede ser peor, y en realidad hay cosas peores que la vida aún no nos ha mostrado, pero simplemente a veces llegamos al límite y ya no podemos más, ya no sabemos cómo seguir con nuestra lucha. Llega un momento que parece que ya no hay esperanza, que ya no hay más por luchar, que ya fue suficiente y que luchamos, pero no logramos nada; caemos en un pozo sin salida y tocamos fondo, entonces ¿Qué prosigue? ¿Rendirse definitivamente o seguir luchando por algo que nunca llegará? Bien dicen por ahí que después de la tormenta llega la calma pero ¿cómo saber cuándo llega esa calma en la vida cuando todo parece perdido? Y cuando todo parece perdido empezamos a pensar en las cosas que no pudimos hacer, en todo lo que no aprovechamos cuando había tiempo».

«Y cuando todo parece perdido, lo único que queda es aferrarse a esos sueños que quedaron en el olvido».