Sinopsis: Camila es una apasionada estudiante de arte que decide participar en un programa de voluntariado en un hospital, buscando dar un sentido más profundo a su vida y su arte. Allí conoce a Gabriel, un joven carismático que enfrenta una dura batalla contra el cáncer. A pesar de la gravedad de su situación, Gabriel irradia una energía contagiosa que transforma el entorno del hospital.
A medida que Camila y Gabriel pasan tiempo juntos, su amistad florece. Camila descubre que el arte puede ser una poderosa herramienta de sanación, mientras que Gabriel encuentra en ella una fuente de inspiración y alegría. Juntos, crean un mundo de colores y risas en medio de la adversidad, compartiendo sueños, miedos y momentos de vulnerabilidad.
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Las aventuras de la princesa valiente.
Está vez Camila y Gabriel se encontraban reunidos en torno a una mesa. Era un día especial, no solo porque era el aniversario del hospital, sino porque ambos habían decidido llevar a cabo un show de títeres para los niños que pasaban largas horas en ese lugar. Gabriel, el chico de las sonrisas como acostumbraban a llamarlo por los pasillos del hospital, tenía una sonrisa que iluminaba incluso el ambiente más gris, había propuesto la idea como una forma de distraer a sus pequeños compañeros de las luchas diarias que enfrentaban constantemente.
—Ok, recapitulemos la historia, debe salir todo perfecto. ---Dijo Gabriel, mientras trazaba con su dedo un pequeño boceto de un castillo en el aire. Camila, entusiasmada, asintió. ---¡Sí, no quiero estropear nada!Entonces, Letis es una princesa que se encerrada en una torre que es custodiada por un enorme dragon rojo. Su padre envía caballeros a su rescate pero termina siendo unos patanes y ella logra escapar de ellos uno por uno, logrando así volver a su reino por su propia cuenta. ---Gabriel sonrió, sus ojos brillando con la emoción de todo lo que se habían preparado para esto, aunque en el fondo Camila sabía que el chico sonriente se sentía nervioso.
Comenzaron a repasar la forma de la historia. Crearon varios personajes: la princesa Letis, astuta y valiente; los caballeros, torpes y codiciosos; y, por último, un dragón amistoso que se convertiría en la clave de la aventura y la sorpresa de la historia. A medida que la trama se desarrollaba, Camila y Gabriel se sumergieron en un mundo de imaginación, olvidando por un momento el lugar en el que estaban.
Al momento del espectáculo, el ambiente en el hospital era de expectación. Los niños, muchos de ellos con gorros que cubrían su cabello perdido, se reunieron en la sala de actividades. Camila y Gabriel, vestidos con delantales de colores, prepararon el escenario con el cual se habían esforzado con mucha antelación: utilería muy bien pintada que representaba un bosque encantado. Colocaron los títeres en su lugar, cada uno con su propia personalidad, y se miraron con complicidad.
—¿Estás listo? ---preguntó Camila, ajustándose un poco el cabello. Gabriel respiró hondo, sintiendo la adrenalina en su interior. —Listo. Vamos a hacerlo.
Cuando las luces se apagaron y el telón se levantó, la sala se llenó de risitas y murmullos emocionados. Camila comenzó a narrar la historia, su voz clara y melodiosa, mientras los títeres cobran vida en sus manos. “Érase una vez, en un reino muy lejano, una princesa llamada Letis que tenía un secreto…” Gabriel, como el caballero torpe, interrumpió con ocurrencias que hacían reír a todos. A medida que la historia avanzaba, los niños se sumergieron en la aventura, animando a la princesa a evadir a sus perseguidores.
La obra fue un éxito rotundo. Los niños aplaudían y reían, olvidando por un momento su realidad. Camila y Gabriel se sentían como verdaderos héroes, llevando un rayo de luz a esos pequeños corazones que necesitaban tanta alegría. Cuando la princesa finalmente logró regresar a su reino, el aplauso fue ensordecedor. Camila y Gabriel se miraron, sintiendo una alegría por aquella increíble ovación. Habían logrado hacer algo mágico juntos.
Al finalizar el espectáculo, los niños se acercaron para expresar su emocion. “¡Fue increíble!”, decía uno de ellos con una sonrisa que iluminaba su rostro. “Eres la mejor princesa”, dijo otro, señalando a Camila. Gabriel sonrió, sintiéndose orgulloso de ella, y de lo increíble que lo había hecho.
Después de las risas y los aplausos, mientras los niños regresaban a las cosas que hacían antes de comenzar la obra, Gabriel se volvió hacia Camila, su rostro iluminado por la felicidad del momento. —¿Te gustaría ir a comer el próximo fin de semana? Mi papá vendrá al hospital y quiero presentarte. ---Camila sintió una mezcla de sorpresa y alegría.
—Claro, me encantaría ---respondió, sonriendo.
—Bien, cada que puede mi padre viene y hablamos un poco, el es lo único que me queda, así que para mí es importante que te conozca, ahora que eres mi amiga y te volviste indispensable, quiero que conozca a la persona que me motiva a tener esperanza.
Camila lo miró con un nudo en la garganta, Gabriel siempre estaba diciendo cosas hermosas pero esto la elevaba hasta las nubes y la hacía sentir nuevamente esas mariposas.
Al terminar la jornada, limpiaron y ordenaron todo, mientras se despedían, Camila sintió que algo dentro de ella había cambiado. Había pasado mucho tiempo desde que se sintió tan viva, tan conectada con alguien. La idea de conocer al padre de Gabriel y compartir una comida la llenaba de emoción.
Tenía amigos, si. Pero la cercanía que compartía con este chico, con el cual conecto en tan poco tiempo era maravillosa. Y al igual que él, ella también estaba dispuesta que todo su círculo, padres, la mismísima Amanda, su hermano. Todas aquellas personas las cuales ella amaba con todo su ser, lo conocieran y vibraran con aquel chico tan maravilloso como ella lo hacía.
La semana pasó nuevamente en un pestañear, entre proyectos y asignaciones, los días ni se sintieron. Camila dejaba al tanto de todo a Amanda de sus planes con Gabriel, mientras esta le decía que esperaba conocerlo pronto para descubrir sus verdaderas intenciones. Camila se reía porque sabía que detrás de esa actitud ruda se encontraba una buena chica que la amaba y se preocupaba por ella.
El fin de semana llegó rápidamente. Camila se preparó con esmero, eligiendo un vestido Verde que la hacía sentir hermosa y contrastaba con su cabellos rubio y corto. Nerviosa, caminó hacia el lugar donde la citaron, era un pequeño restaurante muy hogareño y rústico, el olor que salía se sus ventanas era delicioso, sintió una mezcla de emoción y ansiedad, conocería a la persona que crió a un estupendo chico. Al entrar, el ambiente era diferente. La luz del sol entraba por las ventanas, y el bullicio de las personas disfrutando sus cenas era reconfortante . Había una energía en el aire que prometía algo mágico.
Buscó a Gabriel con la mirada, había llegado cinco minutos antes para no hacerlos esperar, si se daba el caso. Vio a Gabriel conversando con su padre, un hombre de estatura media y sonrisa amable que irradiaba calidez. Al ver a Camila, Gabriel se iluminó.
—¡Mira, papá! Aquí está Camila ---exclamó, levantándose y dirigiéndose hacia ella. Gabriel la guío entre las mesas, esquivando a las personas para llevarla hacia la mesa que habían reservado.
Al llegar el padre de Gabriel se levantó y la abrazó —Hola, Camila. He oído cosas maravillosas sobre ti ---dijo el padre de Gabriel, extendiendo la mano en señal de saludo. —Es un placer conocerte, soy Agustin. —Camila sonrió y estrechó su mano, sintiendo una calidez que la hacía sentir bienvenida.
—Gracias, Señor Agustín —respondió tímidamente. —Es un placer conocerlo.
—Te prometí que te presentaría mi padre, y ahora también te presento a mi restaurante favorito, las mejores pizza jamás hechas. ---Dijo Gabriel, con una sonrisa que la llenó de confianza.
Mientras compartían la comida, la conversación fluía con naturalidad. Gabriel hablaba sobre las aventuras que vivió de niño en la casa del árbol de sus vecinos y como al mudarse estos, los nuevos inquilinos decidieron derribarla, rompiéndole el corazón. Mientras tanto su padre lo animaba a que contará sus berrinches cuando debía ir a la escuela, todos riéndose de esas anécdotas. Camila se sintió parte de algo hermoso, como si se uniera a un nuevo capítulo en su vida.
Después de la comida, Gabriel sugirió que fueran a comer helado en una heladería cercana al lugar donde se encontraban, un lugar que solía ser su favorito de niño. Gabriel tomaba las flores que encontraba e iba formando un lindo y pequeño ramo, que regaló a Camila, el olor fresco y aromático le brindó un respiro agradable a ella.
—¿Sabes? La idea de los títeres la tenía armando desde hace mucho tiempo para los niños, pero no tenía un compañero que quisiera comprometerse a ayudarme con la idea, siempre me han gustado los títeres, y me pareció perfecto para la ocasión mostrar un show, espero que con tu ayuda pueda hacer todas aquellas ideas que tengo en mente ---confesó Gabriel, mirando las flores con una expresión soñadora.
—Bueno, cuenta conmigo para lo que sea ---respondió Camila. —Eso sí, nada de montarse en lugares demasiados altos, no me gustan las alturas.
Ambos pidieron helados de chocolate, algo más en común para agregar a la lista. Se detuvieron en un banco y compartieron historias de los planes que ambos tenían después de acabar la universidad ella y salir sano del hospital él.
Camila habló sobre su deseo de mostrar su arte en una galería de renombre, poder vivir de lo que pintaba e intentar hacer conciencia a las personas con sus obras. Gabriel por otro lado estaba decidido a curarse, quería llevar la fotografía al siguiente nivel y prepararse para de contar historias que hicieran soñar a otros a través de su lente.
Cuando se despidieron, Camila sintió que algo hermoso había germinado entre ellos.
—Gracias por este día, Gabriel. Ha sido increíble ---le dijo, sus ojos brillando con emoción.
—Gracias a ti por hacerlo posible ---respondió él, con una sonrisa que la llenó de calidez ---Nos veremos en el hospital, ¿verdad?”
—Claro, afirmó Camila, sintiendo que su corazón danzaba de alegría.
Al llegar a casa se encontraba un poco distraída, se dio cuenta de que una de sus roomies le decía algo sobre la cantidad de cuadros que tenía en todos lados y que debía hacer algo con ellos. Ella afirmó y de camino a su habitación, Camila no paró de rememorar su día junto a Gabriel y su padre, se sentía afortunada de conocerlo, estaba emocionada por lo que el futuro les depararía con su amistad, sentía que las cosas no podía salir mejor de lo que ya iban y eso la tenia feliz.