Nadie recuerda cómo comenzó, pero en los viejos cuentos se dice que Sombravelo era un reino bañado en luz dorada, donde las estrellas brillaban en el día y la magia fluía como el agua en los ríos. Sin embargo, algo oscuro se apoderó del reino. Una sombra antigua, nacida de los miedos más profundos de la humanidad, comenzó a extenderse, transformando a sus habitantes en figuras retorcidas y grotescas. Este mal, llamado La Niebla Devora-Sueños, era invisible para el ojo humano, pero dejaba marcas en el alma.
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Capítulo 4: El Camino de las Sombras
Elías respiró hondo, sintiendo el aire fresco y perfumado del bosque de Sombravelo. A su alrededor, la luz dorada de la Fuente de los Recuerdos se desvanecía lentamente, pero su poder seguía ardiendo en su corazón. Fennel, el zorro de pelaje azul, lo observaba con una mezcla de curiosidad y alegría, como si ya supiera lo que estaba por venir.
—“Ahora que has enfrentado tus miedos, debes seguir adelante,” dijo Fennel, moviendo su cola con energía. —“El camino no será fácil, pero cada paso te llevará más cerca de descubrir la verdad de Sombravelo y de ti mismo.”
Elías asintió, sintiendo que la aventura apenas comenzaba. Se adentraron en el bosque, donde los árboles parecían inclinarse hacia ellos, sus ramas susurrando secretos olvidados. El ambiente estaba cargado de una energía vibrante, y cada hoja que caía parecía tener un propósito, un mensaje que Elías aún no comprendía del todo.
A medida que caminaban, los colores del bosque se intensificaban: las flores brillaban con matices de azul, púrpura y oro, mientras que las sombras se alargaban, pareciendo moverse por su cuenta. Sin embargo, algo en el aire había cambiado. Una sensación de inquietud se apoderó de Elías, como si ojos invisibles lo observaran desde la penumbra.
—“No temas,” dijo Fennel, notando su inquietud. —“Las sombras son parte de este lugar. Algunos seres se alimentan del miedo, mientras que otros son simplemente curiosos. Debes aprender a distinguir entre ellos.”
Elías sintió una mezcla de emoción y aprensión. Había dejado atrás sus temores, pero ahora se enfrentaba a un nuevo desafío: el entendimiento de las sombras que lo rodeaban. Con cada paso, el murmullo del bosque crecía, como si la tierra misma hablara, revelando historias de aquellos que habían pasado por allí antes.
Pronto, llegaron a un cruce de caminos, donde tres senderos se bifurcaban en diferentes direcciones. Cada camino estaba cubierto de sombras profundas y misteriosas, y en cada uno de ellos, Elías podía sentir una atracción, como si cada sendero prometiera algo distinto.
—“Este es el Camino de las Sombras,” explicó Fennel, señalando los tres senderos. —“Cada uno lleva a un destino diferente: el camino de la verdad, el camino de la ilusión y el camino del sacrificio. La elección es tuya.”
Elías se quedó parado, contemplando las opciones. ¿Cuál camino debía tomar? La verdad lo llamaba, pero la ilusión prometía comodidad. El sacrificio, aunque doloroso, podría ser el más noble. A medida que sopesaba sus opciones, los ecos de su pasado resonaban en su mente, recordándole la importancia de cada decisión.
Finalmente, sintió que el camino de la verdad era el que debía elegir. La verdad podría ser dolorosa, pero era un paso necesario para descubrir quién era realmente. Se volvió hacia Fennel.
—“Elegiré el camino de la verdad,” declaró Elías, sintiendo una oleada de determinación.
Fennel sonrió, sus ojos chispeantes brillando con aprobación. —“Una elección valiente. Recuerda, sin embargo, que la verdad puede ser un arma de doble filo. Te revelará lo que hay en tu corazón, pero también puede enfrentarte a las sombras que has estado evitando.”
Con eso, Elías dio el primer paso por el sendero que se adentraba en la oscuridad, sintiendo que la sombra lo envolvía. A medida que avanzaba, la luz del bosque comenzó a desvanecerse, y la atmósfera se volvió más densa, casi opresiva. Las sombras parecían cobrar vida, danzando a su alrededor mientras murmullos indistintos llenaban el aire, como si las voces de aquellos que habían estado allí antes buscaran advertirlo.
De repente, un susurro familiar lo atravesó. —“Elías... Elías...”
Se detuvo, el corazón latiendo con fuerza. Era la voz de su abuela. Volteó, buscando la fuente del sonido, pero solo había sombras. Las palabras se entrelazaron con sus recuerdos, y sintió una punzada de nostalgia y tristeza.
—“No temas, querido,” continuó la voz. —“Estoy contigo. Recuerda quién eres.”
Elías cerró los ojos, recordando la calidez de su abuela, sus historias llenas de magia y amor. Con cada paso, se sintió más seguro, como si el recuerdo de ella lo protegiera de las sombras. Avanzó con valentía, cada paso resonando con el eco de sus resoluciones.
Las sombras a su alrededor comenzaron a tomar forma, revelando figuras indistintas que emergían de la penumbra. Algunos parecían amigos, con sonrisas brillantes y ojos llenos de luz, mientras que otros eran más oscuros, con rostros torcidos y miradas amenazadoras. El contraste entre luz y oscuridad era palpable, y Elías sintió que debía estar alerta.
—“Recuerda lo que aprendiste, Elías,” le recordó Fennel, quien lo seguía de cerca. —“No todo lo que parece amistoso lo es. Escucha a tu corazón y confía en tus instintos.”
Con esas palabras en mente, Elías continuó avanzando. Las figuras a su alrededor comenzaron a hablar, cada una revelando fragmentos de historias, visiones de lo que había sido y lo que podría ser. La confusión llenó su mente, pero algo dentro de él resistía la tentación de rendirse.
Al final del camino, una gran puerta se alzó ante él, decorada con intrincados grabados que contaban historias de antiguas batallas entre la luz y la oscuridad. La puerta parecía vibrar con energía, esperando a que alguien la abriera.
Elías se acercó, sintiendo que el destino lo estaba llamando. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de tocar la puerta, una sombra se deslizó frente a él, bloqueando su camino. Era la Niebla Devora-Sueños, su forma distorsionada y amenazante haciendo eco de sus temores más profundos.
—“¿Por qué deseas entrar?” susurró la sombra, su voz como el roce del viento helado. —“Dentro de esa puerta, solo encontrarás más dolor y sufrimiento. ¿Estás seguro de que quieres continuar?”
Elías sintió el miedo recorrer su cuerpo, pero recordó la fuerza que había encontrado en la fuente. Recordó su abuela y su valentía. Con determinación, miró a la sombra a los ojos.
—“No tengo miedo de lo que hay detrás de esa puerta,” declaró Elías con voz firme. —“Estoy aquí para encontrar la verdad, sin importar cuán dolorosa sea. No dejaré que el miedo me detenga.”
La Niebla Devora-Sueños se detuvo, como si el desafío de Elías la hubiera sorprendido. Durante un instante, el silencio llenó el aire. Luego, con un movimiento rápido, la sombra se desvaneció, dejando el camino despejado.
Con el corazón latiendo fuertemente en su pecho, Elías se acercó a la puerta, sintiendo la energía del momento. Con una mano temblorosa, empujó la puerta, que se abrió con un chirrido resonante, revelando un mundo más allá, lleno de luces y sombras entrelazadas.
Elías dio un paso adelante, cruzando el umbral hacia lo desconocido, listo para enfrentar lo que sea que le esperara al otro lado. Con cada paso, sentía que se acercaba a su verdadero destino, un destino donde la luz y la oscuridad coexistían en un delicado equilibrio.
Y así, con el eco de sus recuerdos y la luz de su valentía, Elías se adentró en el nuevo mundo de Sombravelo, donde las sombras y la verdad esperarían revelarse, y donde su verdadera historia apenas comenzaba a desplegarse.