Soy Marcela y jamás creí que algo así me sucedería a mí. fui víctima de traición entre mi novio y mi hermana, lo que me llevó a refugiarme en el alcohol y acostandome con quién menos pensé... mi vida dio un giro inesperado en menos de lo que se espera... Ven y se parte de mí historia...
NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Dias
Me detengo en seco, sintiendo la presencia de Leandro como una fuerza física que me impide avanzar. Su rostro es una máscara de hielo, sin una pizca de emoción o expresión. Sus ojos son fríos y calculadores, como si estuvieran evaluando cada movimiento mío.
Su presencia es imponente, como si fuera un depredador al acecho, esperando a que su presa se mueva. Me siento pequeña y vulnerable frente a él, como si fuera una presa indefensa en su territorio.
Me mira con una intensidad que me hace sentir incómoda, como si pudiera ver dentro de mí y conocer todos mis secretos.
Me siento atrapada y sin salida, con Leandro bloqueando mi camino hacia la puerta.
—¿A dónde vas con tanta prisa?— pregunta con una voz baja y calmada.
Me ruborizo y siento un sudor frío en la frente mientras murmuro una respuesta débil. —A ningún lado— digo, tratando de sonar casual y no llamar más la atención.
Pero es demasiado tarde. Todas las miradas de las personas en la tienda se han clavado en mí, y puedo sentir su curiosidad y su interés. Leandro, por su parte, me mira con una ceja levantada, como si no creyera mi respuesta.
Su mirada es intensa y penetrante, y puedo sentir que está estudiándome, tratando de descubrir qué es lo que realmente está pasando. Me siento cada vez más incómoda, y deseo poder desaparecer en ese momento.
Se quita las gafas de sol con un movimiento suave y elegante, y su cabello negro cae sobre su frente, enmarcando su rostro de manera perfecta. Sus ojos azules, como un cielo despejado de verano, brillan con una intensidad que me hace sentir un escalofrío en la espalda. Su mirada es como un desafío, un reto a que yo me atreva a mirarlo a los ojos y a enfrentarlo.
Me quedo sin aliento mientras lo miro, y mi corazón late con fuerza en mi pecho. La forma en que se queda de pie, estudiándome con una intensidad que me hace sentir incómoda, es como si estuviera evaluándome.
—¿Qué haces aquí?— pregunto con curiosidad, tratando de romper el silencio que se ha instalado entre nosotros. Mi voz es apenas un susurro.
—¿Tú qué crees?— pregunta con una voz baja y seductora. —Vine a recoger a mi esposa de su primer día de trabajo— dice, enfatizando la palabra "esposa" de manera que me hace sentir un rubor aún más intenso en mis mejillas.
Me siento como si estuviera en un sueño, como si todo esto fuera irreal. Aún no me acostumbro a esas palabras, y escucharlas salir de sus labios en públicos es otro nivel. La forma en que dice esas palabras, con una posesión y una autoridad, me hace sentir como si fuera suya, me deja sin aliento. Y la forma en que me mira, con una intensidad que me hace sentir como si estuviera desnuda frente a él, me hace sentir vulnerable y expuesta.
Levanta una ceja, y una leve sonrisa se curva en las comisuras de sus labios, sé que está disfrutando de mi timidez.
Los susurros se extienden como un incendio descontrolado, las compañeras que aún no habían notado mi presencia en la empresa, ahora parecen verme por primera vez con curiosidad. Sus miradas son como agujas, pinchando mi piel con celos y juicio.
En este momento todas sus miradas son irrelevantes para mí porque el único que se lleva mi atención es el hombre frente a mí que me mira como si a nuestro alrededor no existiera nadie más.
—Gracias por venir por mí— le susurro, esperando que nadie más lo escuche.
Mientras caminamos hacia la salida, la multitud se aparta para dejarnos pasar, y los murmullos comienzan a disiparse. Me siento como si estuviera en una procesión real, con Leandro como el centro de atención. Su presencia es imponente, y puedo sentir la autoridad y el poder que emana de él.
Me pregunto si esto es solo una parte de su papel como segundo príncipe, si esta es la forma en que se espera que se comporte en público. ¿Es esto solo una actuación, una forma de mantener las apariencias? Me pregunto si detrás de esta fachada de poder y autoridad, hay un hombre diferente, uno que no necesita proyectar esta imagen de imponente y poderoso.
La presencia de Leandro me hacía sentir vulnerable y expuesta, pero al mismo tiempo, me sentía atraída hacia él con una fuerza que no podía explicar.
La sensación de mariposas en mi estómago era intensa, como si un enjambre de mariposas estuviera revoloteando dentro de mí, creando una sensación de nerviosismo y emoción.
Tanta era la seguridad que él creaba en mí que no me percaté de las miradas de resentimiento en los rostros de Ana y Lina.
Les puedo decir que solo bastó eso para que las cosas en la perfumería cambiaran por completo.
[•••]
Desde entonces la mayoría se acerca de manera diferente, algunos se acercan con curiosidad, otros con sonrisas forzadas y amabilidad calculada. Y como todo otros solo me observan con envidia.
Más sin embargo, el ambiente hoy es diferente, hay chocolates en los escritorios, rosas en jarrones improvisados y tarjetas en forma de corazón pasándose de mano en mano. Incluso Paula parece estar de buen humor.
Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que hoy es el día del amor y la amistad.
San Valentín.
No sabía ni acordaba, porque nunca lo he celebrado realmente, ni siquiera cuando estaba con Elijah. Este día me ha parecido un lujo ajeno, es como si no perteneciera al mundo al que pertenezco y que nunca tuve acceso.
Me mantengo al margen de los demás y su extrovertida celebración, y solo me dedico a mis tareas de hoy.
Después de muchas horas, ya casi me había hecho la idea de que era un día normal, hasta que empezaron a llegar hacia mí a mostrarme sus ramos de flores las cosas que le regalaron y demás.
Muchas hasta me preguntaban que me había obsequiado el principio Leandro hoy.
Nunca he recibido un regalo en el día de San Valentín, nunca lo esperé. Y Leandro ya había hecho demasiado por mí. ¿Cómo podría pedir más?
En mi parecer no necesito un presente lujoso para presumir que me quieren.
Pero sé perfectamente que decirlo en voz alta solo me haría lucir patética.
Así que solo me limito a sonreír y cambiar el tema de inmediato. Cada vez que me preguntan qué haremos hoy simplemente les digo alguna respuesta desinteresada.
—¿No me digas que el guapo de Leandro se olvidó de su pequeña esposa?— su tono era venenoso. —Es más que obvio que no te ha comprado nada. ¿Verdad?—
No tengo nada que decir, ni siquiera una mentira logra salir de mis labios.
Siento cómo las miradas nuevamente se vuelven hacia mí, algunas con burles abiertas otras con desprecio disfrazado de lástima, y otras como la de Paula, un total destilo de su lengua viperina...