La Tirana Reina Que Se Enamoró

Después de tres días, Adrián convocó una reunión de emergencia solo con Valen y algunos consejeros, no se incluyeron a los ministros pues aun qué es grave la situación actual del reino, se requiere total discreción y privacidad.

La Reina, por otro lado, terminó totalmente exhausta, su encuentro con Eric la dejo sin ganas de querer levantarse por un buen tiempo, más aún con todo lo que comento, es como si le hubiera caído más que una roca encima. Anna logro regresar con heridas menores y trajo consigo más servidumbre para ayudar en el palacio, el mayordomo que contrato Adrián sigue en pie, con un vendaje en una de sus manos, Valen aún qué fue golpeado de gravedad decidió seguir con la reunión junto a Adrián.

Una sirvienta trajo consigo sopa con pan en una bandeja, la llevo y la coloco en una mesa cercana a la cama de Rafaela. La Reina está dormida plácidamente, lentamente cuando se percató de que la Reina está aún durmiendo solo suspiro, suavemente toco su hombro.

— Majestad... Es hora del almuerzo... Tiene que comer algo, si no, el Rey me regañara... —susurro.

La Reina solo gruñía. — Aish... Si te regaña, lo regañaré yo... —comento mientras se acomodó de nuevo.

Claramente, la sirvienta le quito la almohada de un tirón. — Perdóneme pero debe comer.

La Reina no se movió tan rápido, más bien la miro detenidamente como si fuera a decirle cualquier cosa, pero simplemente se sentó en la cama lentamente. — Bueno... —suspiro.

Rafaela a la vista de todos, había cambiado... Pero a regañadientes, porque Adrián se lo pidió insistentemente. La sirvienta la alimentaba con mucho cuidado, procurando no derramar ni una sola gota o miga de pan.

— Podría preguntar... Si es verdad... ¿Está usted embarazada?... —dijo algo nerviosa.

Rafaela asintió. — Si, pronto cuando esté mejor, se anunciara en todo el Reino que estoy esperando mi primer hijo... Y sí... Es de Adrián. —comento dulcemente.

— Le gustaría a usted, su majestad... Digo solo si le gustaría... Podría tejer un regalo para su bebe.

Rafaela la miro, atónita, confundida y sorprendida.

— Pero... ¿Por qué harías eso?. —pregunto.

— Es... Su primer hijo, el será el próximo heredero del Reino su majestad... Es normal este tipo de regalos... ¿No lo sabía?... Ese bebe traerá alegría para muchos su majestad.

La Reina nego con la cabeza, se sentía en un ambiente distinto, es la primera vez que un sirviente aparte de Anna la encaraba. Por lo general solo temblarían delante de ella como gelatina al querer explicarse referente a un tema. Pequeñas lágrimas caían a sus manos, sólamente una suave sonrisa se esbozaba en su rostro.

La sirvienta al notar la reacción de la Reina entro en pánico pues, no sabía si esto era algo bueno o algo muy malo. Adrián entró suavemente en los aposentos donde la Reina se encontraba. El momento era algo extraño para la sirvienta y para Adrián. Rafaela solo se rio un poco y la despacho.

— ¿Por qué estás llorando?... —pregunto mientras se acercaba a su reina.

— No no, por nada... Solo un comentario que me contaron... Me hizo sentir feliz... Es todo. —sonrio un poco.

Adrián solo se quedó al lado de ella. En la noche, noto que Rafaela se movía lentamente, como si fuera una pluma cada que se levantaba de la cama, y al notar que se disponía a ver por la ventana el paisaje cubierto por la blanca nieve se acercó hasta abrazarla por la cintura, lo cual la sobresalto.

La Reina solo se sonrojó mientras Adrián suspiraba dándole besitos en su mejilla.

— Perdona... No te dije... Nada del pequeño problema que estaba pasando... —murmuro la Reina.

— Debiste decírmelo... Valen fue el que me contó todo lo que pasaba, aparte, es el más Leal que tienes actualmente... —comento sin mirarla.

La Reina se quedó pensativa unos minutos.

— Dime... ¿Como está el pueblo?... Me preocupa lo que les pueda pasar ahora mismo en el invierno...

Adrián dejó de abrazarla para apartarse, tenía una expresión que decía mucho más. La Reina solo apartó la vista.

— Esta... Muy mal todo... ¿Verdad?... —volvió a preguntar.

— Sí... De un Cien por ciento... Creería que el ochenta porciento... —exclamo mientras trataba de tomar las manos de su reina.

Rafaela se sentía culpable, no solo por el incidente con Eric sino también por las familias que no pudo proteger y su reino en caos. La pequeña charla que tenían se vió interrumpida por un suave golpe a la puerta.