Un Golpe: Vínculo Mortal

Los rayos brillantes del sol se adentraban a través de una porción de la ventana que la cortina negra de Michael no había alcanzado a cubrir, iluminando un sofá, desgastado y desordenado, el lugar parecía un refugio de su caos emocional. Desafortunadamente, cuando Michael giró en el sofá para evitar que la luz siguiera sobre su rostro, no se dio cuenta de su posición y cayó abruptamente al piso.

—Ah... ¿qué pasó? —se preguntó, aún aturdido por el golpe. Se levantó lentamente, emitiendo un quejido de dolor.

—Duele... ish... ah...

La sensación áspera en su garganta y la sangre que aún no había podido limpiar le recordaron su situación, intensificando su desesperación. Joder, ¿las cosas no podían empeorar? pensó, sacudiendo la cabeza en negación.

Ayer, no importó cuánto le grité que saliera de mi habitación; no hubo respuesta. Recordó cómo había terminado en el sofá. Después de pedir la liberación de su habitación, se rindió y se recostó en el sofá, agraviado, queriendo olvidar todo.

Lástima que no a todos les da amnesia espontánea y que el "Obliviate" no existe en esta realidad. Ah, espera... parece que ahora ni siquiera puedo estar seguro de eso.

Solo hay una cosa que me puede consolar, además de mi álbum de fotos de modelos: un poco de comida para sanar mi corazón, pensó Michael, intentando mejorar su ánimo y planear su futura vida.

Mientras se lamentaba de su desgracia y se dirigía a la cocina, el peliplateado abrió la puerta con fuerza, salió de la habitación y, alerta, escaneó el lugar. Su mirada se centró en él, haciéndolo tragar saliva.

¿Ahora qué...?

El hombre lo interrogó con la mirada, y una comprensión cruzó en sus ojos al ver sus moretones por la caída.

—Torpe... —dijo, burlándose de él. El hombre había sentido la caída en cuanto se produjo, otro efecto de la formación de un vínculo.

—No... no lo soy —negó Michael rápidamente; no permitiría que se burlara de su embarazosa situación. Al mismo tiempo, retrocedió lentamente, distanciándose del peliplateado, quien se acercaba.

Un paso, dos pasos, aléjate lentamente, pensaba mientras forzaba tranquilidad. Así continuó hasta que su espalda se topó con la pared, sintiendo escalofríos al descubrir que no podía correr sin alertarlo.

Tal respuesta solo hizo arquear la ceja al hombre por su evidente mentira. —¿Así? Entonces... —respondió, llegando frente a Michael tras descartar que hubiera un posible peligro, además de Michael mismo.

—¿Cómo te lastimaste tan rápido? —cuestionó inmediatamente, acorralándolo e impidiendo su escape. Su tono no era de preocupación; había un sentimiento diferente en su voz. Era como si un maestro atrapara a un niño haciendo trampa.

El hombre llegó a Michael, y al miedo se le unió una sensación inexplicable. Si tan solo verlo no le causara temblores en las manos recordando su asesinato, podría haber pensado que había recibido un flechazo.

¿Desde cuándo me convertí en masoquista? Por supuesto, que nunca. El mal carácter de la belleza eliminó mis primeras impresiones, bromeó internamente al notar que su cuerpo había quedado estático y no respondía a sus instrucciones.

—Yo... —una palabra había salido luego de un esfuerzo— solo dormía... —murmuró, convencido de que tal cosa sería parte de su historia negra.

El hombre notó la vacilación en sus palabras y frunció el ceño. Sería difícil para él tener un lastre que solo tartamudeaba; tenía que tener como mínimo un obstáculo más útil.

Fue ahí cuando el hombre metió la mano en el bolsillo, sacó un caramelo y extendió la mano, diciendo:

—Toma.

Confundido, Michael recibió el dulce y, al observar el caramelo, oyó al hombre murmurar:

—Humano, recuerda, soy Elysian y viviré aquí. No interfieras.

¿Se supone que solo debo aceptarlo? ¿Belleza, sabes que lo que dices es definitivamente un delito? O es porque eres tan fuerte que no temes a la ley? Pensó apretando el caramelo con fuerza, buscando la valentía.

—Pero... no puedes vivir aquí —respondió, encontrando un poco de valor.

—Puedo —respondió Elysian tranquilamente, sin mostrar signo de daño, además de su aura fuerte e indiferente que le causaba inquietud.

—No puedes —dijo Michael con un coraje renovado al oír su respuesta indiferente.

—Puedo... —repitió nuevamente Elysian.

—Tú... no... —contestó el pelinegro, pero sus palabras fueron cortadas.

—Puedo y lo haré... son medidas necesarias —dijo, ofreciendo una explicación un poco más larga, pero llena de más interrogantes.

¿Belleza, te mataría decir más? Desde cuándo medidas desconocidas son más importantes que poder dormir cómodamente. Nada es más necesario que dormir bien; mira mis ojeras han crecido por una mala noche, criticó internamente.

—¿Medidas necesarias? —preguntó con tacto, aprovechando que parecía tener una relación más cordial.

Pero el hombre solo dijo "Sí", como si pensara que Michael entendía sus intenciones.

¿Qué podía hacer el pelinegro con la respuesta? Tuvo que preguntar en calma aparente. —¿Medidas para...?

La pregunta ocasionó una mirada de comprensión en el peliblanco, descubriendo que el tonto humano realmente no sabía en el mundo en el que vivía. Realmente estúpido, criticó Elysian.

—Para evitar que una familia de monstruos de sangre me localicen y nos maten —respondió.

—Me buscan porque maté a uno de los suyos como parte del ritual de mayoría de edad, así que están buscando tomar represalias —explicó a continuación, lanzando una revelación sorprendente para Michael. Quien por fin supo qué tipo de cazador era Elysian.