La Camarera Y El Capitán

Los días previos a la cena con el capitán se convirtieron en una cuenta atrás frenética para Lyra. Su camarote se transformó en un pequeño vestidor, con vestidos colgados en perchas improvisadas y pilas de zapatos esparcidos por el suelo. Cada mañana, se levantaba con una nueva ilusión: encontrar el atuendo perfecto para la ocasión.

Lyra había empacado una variedad de vestidos para su viaje, pero ninguno parecía adecuado para una cena tan especial. Los colores brillantes y los estampados llamativos que solía usar para su día a día ahora le parecían demasiado informales. Necesitaba algo elegante, pero sin ser demasiado ostentoso.

Se dirigió a sus compañeras de trabajo en busca de consejo. Ellas, encantadas de ayudarla, desfilaron frente a ella con sus mejores vestidos, ofreciéndole sugerencias y compartiendo sus propias experiencias con citas. Al final, se decidió por un vestido azul marino con un delicado encaje en el escote, que resaltaba sus ojos y su figura.

Mientras buscaba el vestido perfecto, Lyra también pensaba en un regalo para Kael. Quería algo que reflejara su agradecimiento y su admiración por él. Recorrió los pequeños mercados del puerto, buscando algún objeto artesanal o algún recuerdo local que pudiera regalarle. Finalmente, encontró un pequeño barco de madera tallado a mano, una pieza única que le recordó a Kael y a su pasión por el mar.

A medida que se acercaba la hora de la cena, los nervios de Lyra aumentaron. Se preguntaba si había elegido el vestido adecuado, si el regalo le gustaría a Kael y si sería capaz de mantener una conversación interesante con él. Recordaba las historias que había escuchado sobre las relaciones entre oficiales y miembros de la tripulación, y se preguntaba si estaba poniendo en riesgo su trabajo al aceptar la invitación de Kael.

La noche de la cena, mientras se arreglaba frente al espejo, Lyra se repitió a sí misma que todo iba a salir bien. Respiró profundamente y se miró una última vez. Con una sonrisa nerviosa, se dirigió al comedor.

Lyra abrió la puerta del comedor y sus ojos se encontraron con los de Kael. Él se puso de pie y la saludó con una sonrisa cálida. "Estás radiante," dijo. Lyra sintió que se le ponían las mejillas coloradas. "Gracias," respondió, sintiendo que su corazón latía a mil por hora.

Se sentaron a la mesa y comenzaron a conversar. Kael le hizo preguntas sobre su vida, sobre su pueblo natal y sobre sus sueños. Lyra se sintió relajada y comenzó a abrirse con él. Hablaron de libros, de música, de películas y de sus experiencias de viaje.

Cuando llegó el momento del postre, Kael sacó un pequeño paquete envuelto en papel de seda. "Esto es para ti," dijo con una sonrisa. Lyra lo abrió y encontró el barco de madera tallado a mano. "Es precioso," dijo, emocionada. "Muchas gracias."

Lyra y Kael se encontraban sentados en la cubierta del barco, observando el horizonte. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados. Habían pasado la tarde leyendo, compartiendo sus libros favoritos y discutiendo sobre los personajes y las tramas.

"Nunca imaginé que encontraría a alguien con quien pudiera hablar de libros durante horas," dijo Lyra, sonriendo.

Kael devolvió la sonrisa. "Yo tampoco. Es como si ambos tuviéramos un pequeño mundo secreto al que solo nosotros podemos acceder."

Se quedaron en silencio un rato, simplemente disfrutando de la compañía del otro. De repente, Kael se giró hacia ella. "¿Te gustaría aprender a navegar?" preguntó.

Lyra abrió los ojos sorprendida. "En serio, ¿me enseñarías?"

"Por supuesto," respondió Kael. "Creo que te encantaría."

En los días siguientes, Kael le enseñó a Lyra los fundamentos de la navegación. Le mostró cómo leer una carta náutica, cómo identificar los diferentes tipos de nudos y cómo manejar el timón. Lyra era una alumna rápida y entusiasta, y pronto se sintió cómoda en el puente de mando.

Una tarde, mientras navegaban por un mar en calma, Kael le preguntó: "¿Alguna vez has pensado en quedarte en el mar?"

Lyra se quedó pensativa. "Nunca lo había considerado seriamente. Siempre he pensado en volver a mi pueblo después de este viaje."

"Entiendo," dijo Kael. "Pero este lugar también podría ser tu hogar."

Lyra lo miró a los ojos. "Quizás tengas razón," admitió. "Pero por ahora, estoy feliz de estar aquí, contigo."

Kael sonrió y tomó su mano. "Yo también."

“Capitán!” Escucha Kael soltando la mano a Lyra

Mirá a todos lados hasta que puede divisar a su Segundo Oficial que viene caminando con mucho apuro

Lyra se pregunta “¿Qué pudo haber pasado?”

Mi capitán tengo un mensaje de su madre Susan refiere el Segundo Oficial

Sorprendido, Kael dice “Dígame rápido que sucede Erik ”

Lyra Piensa no sabia que asi se llamaba el segundo oficial

Mi capitán el mensaje dice “ Estimado Capitan Kael se necesita con imperiosa necesidad que se presente a El puerto de Hamburgo ya que su padre a fallecido y se necesita hacer lectura de su testamento en compañía de sus hermanos Christian, Lucía Y Armando, para ello debe presentarse en 24hs en Nuestra casa Atentamente Susan”

Kael queda mirando el horizonte con una mirada vacía, mientras que Lyra se preocupa por él y le dice

“¿Está bien Capitan Kael?”

Kael asiente con la mirada y dice a su primer oficial:

“Eleven anclas nos dirigimos al puerto de Hamburgo en alemania” Kael lo dice mientras se levanta de la mesa.

Erik el Segundo oficial llama al contramaestre para que reorganice las actividades de los marineros y puedan ir de inmediato a su nuevo destino

Lyra se levanta y mira a Kael diciéndole

Lamento la noticia que recibió, con una cara de leve preocupación

Kael responde que es algo que forma parte de la vida, lamento que la noche haya terminado así, así que quiero que vayas a descansar, tengo que reunirme con mi segundo oficial y el Timonel para que vayamos lo antes posible a destino.

Lyra se va a su camarote pensando en la increíble noche que vivió con el capitán del barco, ella que salió de una familia tan humilde, tan pobre, con alguien de otro estrato social, en fin sin importar el final de la noche le encantó cada momento vivido con él y se dio cuenta que se sintió la mujer más feliz de toda Temple.