La Venganza De La Emperatriz

Tal como se dijo al inicio, la sirvienta, antes de morir en la guillotina, se le cortó la lengua, y la madre emperatriz, recibió sus 20 azotes. Ella procedió así, porque si no cumple su palabra, perderá credibilidad ante esos nobles.

La falta de cada uno se anunció al público, y todos estaban desconcertados.

Nadie se imaginó que el emperador esté en mal estado y que la madre emperatriz, sea una mujer que actúa por mero instinto.

La mujer estaba muy disgustada por lo que le había pasado, y jura por sus ancestros no dejar la situación así.

En cuanto su hijo se reponga, ella va a planear una venganza definitiva en contra de aquella mujer tan mezquina y mala.

Pero el emperador tardó en recuperarse tres meses y su estado de salud estaba muy decaído.

Aquel veneno fue fuerte y le dejó dolencias muy graves. Las concubinas han estado actuando con normalidad, y ninguna ha intentado hacer nada peligroso, por miedo a que todo salga mal nuevamente.

Samanta finge que está investigando el atentado del emperador, pero sabe que lo que dijo esa sirvienta antes de morir, fue una realidad, es solo que se hace la desentienda, ya que desea usar el estado del emperador a su favor.

Los nobles del consejo se reunieron con Samanta para hablar sobre el futuro del imperio, ya que sobre ella, es que depende el reino.

Por tal motivo, ellos en cuanto se reunieron con ella, le plantearon lo siguiente.

—Emperatriz todos sabemos del gran trabajo que ha hecho con este imperio, el cual está en sus mejores tiempos, usted ha hecho un gran trabajo, pero aun así, necesita la compañía de un hombre para avanzar aún más, y es bien sabido, que la salud del emperador es mala— expresa uno de los ministros, aquel hombre era un conde con mucha influencia en el imperio.

Samanta al escuchar aquello, sonríe con burla, pues se imagina por dónde va el asunto.

—Señor conde, ¿qué quiere decir con eso?— expresa ella tras reír.

El hombre tomó confianza y expresó directamente lo que quería decir.

—Majestad, usted debe destituir al emperador de su cargo, y mandarlo a la casa de retiro real con su madre, y luego hacer el divorcio, también debe de casarse con un hombre preparado, uno que esté a su altura— expresa el hombre y Samanta se encontró aquello lo más muy ridículo del mundo.

—No había pensado en eso, además, no haré lo que me dicen, yo no necesito de un nombre para llevar las riendas del imperio, llevo meses haciendo doble trabajo, y estoy bien así— dice Samanta con una cara totalmente carente de emociones, cosa que enojó al padre de Ana.

—Una mujer no es apta para dirigir el imperio, y usted, como dama criada a la antigua, debe de hacernos caso — expresa otro de los nobles, ese era el padre de Ana.

—Claro, ¿me imagino que como su hija solo fue la zorra personal del emperador, quiere que algunos de sus familiares entren al palacio, para de esta manera, obtener beneficios?— dice ella y aquel hombre mira para otro lado, ya que la mujer dio directamente en el clavo.

Samanta al ver la actitud de aquel nombre, decide dejar claro todo.

—Por el bien de todos, será mejor que intenten nada en mi contra, o sabrán de qué soy capaz, espero que desistan de la idea de que yo necesito un hombre para dirigir bien este imperio— dice ella para luego despedir a esos nobles de allí.

Al salir, Yanet entró con una bandeja con postres y té, para ayudar a su amiga a dirigir ese mal momento.

—Me imagino que la situación fue caótica— expresa Yanet nada más acomodar la bandeja.

—Como siempre, pero no le demos importancia a eso, dejé en claro que no necesito un hombre para dirigir este imperio — dice Samanta mientras comienza a comer.

—Para dirigir este imperio no, pero sí para pasar unas deliciosas noches de pasión— dice la mujer entre risas, y la pobre Samanta se atraganta, cosa que hace reír más a Yanet.

—Yanet, ¿te he dicho que eres chismosa sin remedio? No digas esas cosas así, tal parece que eres muy experimentada en el tema— dice ella con mala cara tras reponerse. Yanet se ríe aún más, esta amiga suya se ve graciosa enojada.

—No soy una blanca palomita, he tenido mis amantes, nunca me ha casado, pero es mejor así, así disfruto de la vida, el matrimonio no es para mí, no me veo casada, ser ama de casa, no es lo mío— dice la mujer y hace una mueca de desagrado.

En esos momentos, Samanta pensó en algo.

—¿Qué puesto de la corte deseas tener? Así al casarte no te vuelves ama de casa, tengo la sospecha, de que alguno de esos tontos nobles buscará su muerte— expresa ella con una sonrisa maliciosa.

—Bueno, siempre he deseado ser la que dirige las tropas imperiales, estar detrás de un escritorio no es lo mío— dice Yanet.

—El capitán de las tropas es un buen hombre, y es fiel, elige otro— dice ella y Yanet se queda pensando por un momento.

Tras pensar un poco, ella dice.

—Bueno, no estaría mal ser la encargada de relaciones públicas, uno de los nobles que salieron de aquí, era el ministro de relaciones públicas— dice Yanet y Samanta sonríe.

—Bueno, está bien, veremos cómo se dan los acontecimientos, ya tiene lo que te pedí— pregunta Samanta y la mujer le entrega una poción mágica de color blanco.

—Con la mitad de esto, la persona sufrirá demasiado, ¿para cuáles de tus víctimas será esta pócima?— pregunta Yanet curiosa.

—No es obvio, ¿no dicen todo, el matrimonio es hasta que la muerte nos separe?—pregunta ella y ambas ríen.

—Eres mala, me alegro de no tenerte como enemiga. Oye bella te quería decir algo. El otro día vi salir a tu suegra de su palacio y tenía una capa encima, y yo como chismosa al fin, la seguí, y adivina que— dice Yanet y Samanta la invita a compartir el té.

Yanet le contó lo que vio a su amiga, quien estaba indignada por lo que le dijo.

Ella si antes no iba a tener piedad de esa mujer tan mala, ahora menos.

No merece tal cosa, y lo mismo va para su hijo y todos los que le hicieron daño a esa pobre chica.

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Nota, hasta aquí el maratón, espero y disfruten todos de un excelente fin de semana, nos vemos pronto.