Sexto libro de la saga colores.
Tras seis años encerrada en un convento, Lady Tiffany Mercier encuentra la forma de escapar y en su gran encrucijada por conseguir la libertad, se topa con Chester Clark, un terrateniente que a jurado, por motivos personales no involucrarse con nadie de la nobleza.
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19. Aclarando mal entendidos
...TIFFANY:...
Escuché el nombre de Chester por el corredor y decidí asomarme, al parecer no había riesgo y caminé por el pasillo hacia la entrada. Se escuchaban muchas voces que parecían familiares y no pude evitar la curiosidad, todo me indicaba que no eran enemigos, ya que no se escuchó ninguna pelea.
Había un hombre mayor que era igual de fornido que Chester, vestía un saco y un sombrero, llevaba valijas y era muy parecido a él.
Me sorprendí al ver a Sebastian vistiendo de la misma forma que el señor y también se hallaba junto a Lady Emiliana, quien tenía un bebé en brazos de cabellos negros y lindo traje café.
Mi tía se sorprendió al verme y no fue la única, Sebastian también pronunció mi nombre.
Chester tenía una niña de cabellos rojos abrazada a su pierna. Él lanzó una mirada hacia mi ropa, con un poco de irritación.
De pronto, recordé que estaba vestida con un camisón bastante corto y de tela fina.
Me sonrojé en seguida.
— ¿Qué estás haciendo aquí? — Me preguntó mi tía, muy sorprendida — Tus padres están desesperados buscándote... De hecho nos topamos con ellos en el camino... Preguntaron por ti.
— Yo... — No supe que decir.
Chester aprovechó que la niña le soltó la pierna para atravesarse y cubrirme con su cuerpo.
— Ni se les ocurra decir nada...
— Chester ¿Qué está pasando? ¿Cómo es qué conoces a mi prima? — Sebastian arqueó las cejas — Luce como si se estuviera alojando aquí.
— Eso no importa ahora, agradecería que no mencionaran sus razones al venir a Slindar a los padres de Tiffany y si los vuelven a ver, no comenten que se aloja aquí — Gruñó Chester y se tensó cuando me colgué de su brazo, mi tía Celia y Sebastian abrieron sus ojos como platos al verme tan cerca de él y en mis fachas.
— Chester ¿Qué rayos está pasando? — Gruñó el señor mayor — Se supone que te dejé a cargo de la propiedad y negocios, no estoy dispuesto a escuchar que metiste a una noble aquí sin consentimiento de sus padres y que además la deshonraste...
— Padre, no soy un irresponsable, nunca he hecho algo para molestarte y que haga dudar sobre mis valores, jamás tendría tan bajas intenciones con una señorita y menos de la nobleza.
Ese señor era su padre, era idéntico a él y a Sebastian, ese hombre era la aventura de mi tía.
— No quiero escuchar excusas... Es una Mercier...
— Por favor, no vengas a molestarte en parecer preocupado, los Mercier ya no son un problema para ti — Dijo Chester, entre dientes y abracé más su brazo, todos tenían sus ojos puestos en mi agarre.
Su padre se estremeció ante las palabras.
Celia dió un paso hacia nosotros.
— Permitan a Chester y a Tiffany explicar lo sucedido, William, no juzgues a tu hijo solo por una imagen — Pidió ella y él aligeró su expresión.
— Me parece que no es propio que una señorita...
— William, por favor, escúchalos — Insistió ella y los observé sonrojada.
— Es cierto, debe haber una razón — Dijo Sebastian y me observó.
Chester me cubrió con su cuerpo, zafandose de mi agarre, parecía irritado.
— Ponte algo decente, veré donde acomodar a tanta gente — Gruñó sin observarme.
Era cierto, solo había tres habitaciones.
Tal vez se tendrían que compartir.
No iban a hacer un viaje tan largo solo para una corta parada de un día.
Me marché por el corredor y entré a mi habitación para
Me alejé hacia el corredor y entré en mi habitación, busqué un vestido color celeste y unas zapatillas, me peiné un poco el cabello con los dedos mientras me observaba al espejo.
Volví a la sala donde se hallaban reunidos.
— Lord Álvaro Mercier me contó un poco, dice que su hija escapó y que no se sabe nada de ella — Contó Sebastian sentado junto a su esposa — Por eso nos preocupamos al verla aquí, necesito saber el motivo por el que la escondes.
Chester estaba cruzado de brazos, junto a la ventana.
— ¿No se han puesto a pensar el porqué escapó? — Siseó, estaba muy enojado, su padre lo evaluaba junto a Celia, ambos estaban al lado de la chimenea donde quemé mis hábitos.
— No deseo ser encontrada, es la razón por la que me escondo aquí — Dije y todos me observaron — No culpen a Chester por esto, soy yo quien me metí a su carreta cuando hizo una entrega de alimentos al convento y le pedí asilo mientras conseguía algo de dinero para marcharme.
— ¿Qué les dijiste a los padres de Tiffany? — Exigió Chester a Sebastian.
— Que no teníamos idea, de hecho solo le comentamos que estábamos en este lado del reino para visitar a mi hermano Leandro, sabes que no podemos revelar el secreto familiar.
Él solo soltó un gruñido.
— No quiero ser encontrada, así que no se molesten en avisar a mi familia — Dije y mi tía me observó con preocupación — Me abandonaron por seis años en ese horrible convento, así que no vale la pena.
La niña estaba junto a Chester, tirando de su mano.
— ¿Quién es ella? ¿Es tu esposa? — Preguntó la pequeña.
— Es nuestra prima Tiffany, la hermana de Alber — Dijo Sebastian.
— ¿La que estaba en el convento? — La niña me evaluó.
— Así es.
— Hijo, de cualquier forma, no puedes tener a está señorita aquí, puede que se lleguen a enterar de lo sucedido y te acusen, esto podría destruir las pocas oportunidades que tienes de crecer como terrateniente, los nobles tienen mucho poder y podrían hacer de tu vida un caos — Argumentó su padre, con expresión seria — Solo quiero lo mejor para ti.
— Lo sé, pero creeme, solo la protejo.
— No se preocupe, nos casaremos pronto, eso si usted nos bendice — Informé y todos soltaron gemidos de asombro, Chester se sobresaltó y enrojeció.
— Es solo una preocupación — Dijo, con expresión apenada.
— Si vas a tomar a la señorita como esposa, debes hacerlo por otras razones de peso — Le reprendió su padre — Gustarte o amarla, no solo por precaución.
— Padre...
— Es cierto, señor Chester, debe ser porque le guste — Dije, provocando discretamente y apretó su mandíbula.
— Es notable que sienten algo uno por el otro — Dijo lady Emiliana, el bebé estaba tranquilo sentado en su regazo — Deberían apoyarlos, la situación se podría complicar debido a los Mercier que la buscan. Antes de que acusen a Chester de patán, entonces deberían casarse formalmente.
— Es un poco arriesgado — Sopesó mi tía — Será igual de escándaloso.
— Pero, no tan escándaloso como vivir juntos sin un enlace matrimonial — Insistió lady Emiliana.
— Temo que mi madre puede usar eso en mi contra — Confesé y todos se pusieron serios — Ella sabe que no perdí mi virtud en manos de Chester y también lo sabe esa monja, pero es obvio que harán todo lo posible para cargarme con toda la responsabilidad y perjudicarlo a él.
— A mí nadie me perjudica, antes hago algo al respecto — Gruñó Chester, de solo verlo tan dispuesto a defenderme sentía una necesidad inmensa entre mis piernas.
— ¿Cómo? — Sebastian se quedó desconectado ante mi confesión.
Mi tía se aproximó, intuyendo lo que se escondía tras mis palabras.
— Esto es indignante — Gruñó, observando a todos — si hubiese sabido de todo esto, les habría guiado por un risco.
— ¿No se supone que esos lugares son solo para gente dedicada a la devoción del creador? — Dijo el señor William, apretando los puños.
— Una sotana o hábito no es un signo de bondad — Susurré y todos se tensaron — Recibía constantes humillaciones de parte de la madre superiora y también castigos, el obispo fue el responsable de hacer de mi vida más miserable.
— Pero que mierda... — Siseó mi primo, tocándose la sien — ¿Y mis tíos sabían de esto y aún así te dejaron ahí abandonada?
Sentí la mirada de Chester sobre mí.
— No tengo idea de si mi padre lo sabe o está al tanto de esto, pero él aprobó la idea de mi madre de meterme a ese lugar... No hizo nada para sacarme de allí, no recibí cartas tampoco en todo ese tiempo.
— Es una atrocidad, pero supongo que es de esperar, Lorenzo era una rata, el resto de la familia también, lo único de lo que no me arrepiento es de mi hijo Leandro — Siseó mi tía, rodeando mi espalda — No entiendo ese afán de querer encontrarla después de todas esas maldades.
— La gente mala es como una garrapata — Dijo Chester, con expresión enojada — Hasta que no exprimen toda la felicidad con sus malos actos, no están contentos. Es algo por naturaleza o simplemente esconden una razón de peso bajo sus comportamientos.
¿Será que mi madre escondía más que indignación por mi forma de ser?
— Les pido que ya no se hable más del tema — Dije, no quería malos recuerdos, no ahora — No es momento para eso... Vienen aquí a visitar a Chester y no quiero aguar el momento con mis problemas.
— No, no lo haces, al contrario, este también es nuestro problema — Dijo Sebastian, con expresión seria, se veía igual que hace seis años, guapo, serio, todo un caballero — Eres parte de la familia y no tenemos porque ignorar todo lo que te sucedió, tampoco el abandono que recibiste por parte incluso de nosotros.
— Contábamos que estuvieses cómoda y bien, pensamos que te quedaste más tiempo por voluntad propia — Dijo mi tía, tocando mi cabeza
— No necesitan disculparse, no era su deber hacerlo y si creian que estaba cómoda es de entender, al parecer mi familia lo hizo parecer como si estuviese allí por voluntad propia.
Chester seguía con expresión dura, observó a su padre.
— William, es justo que la dejes quedarse — Elevó una ceja y su padre soltó una larga respiración.
— De acuerdo que se quede, pero apresúrate a hacer las cosas correctamente — Le ordenó su padre y él asintió correctamente — En cuanto al tema de sus padres, ya veremos como enfrentar eso.
— No, eso lo haré yo, únicamente yo y también resolveré lo del convento.
Todos se tensaron ante sus palabras.
— ¿Qué planeas hacer? — Preguntó Sebastian, yo también quería saber lo mismo, no quería a Chester metido en conflictos solo por mi causa y también que se arriesgara.
— Esa no es una conversación para este momento, tendremos que compartir las habitaciones — Dijo volviendo a su expresión neutral — Lady Emiliana y tú tomen la mía, la cama es grande para que puedan compartirla con los niños, William y lady Celia... — Dudó un poco — ¿No tienen problema en dormir en compartir aposentos?
Ambos se observaron, un poco incómodos.
— No, en lo absoluto — Dijo mi tía, con las mejillas sonrojadas.
— Hijo, no deberías dormir en la misma habitación que la señorita, no hasta que se casen, tu y yo podemos compartir mi habitación y que ambas damas...
— Padre, aunque la cama es grande somos muy pesados y tranquilo, de todas formas me casaré con la señorita Tiffany.
El señor William se frotó las manos — De acuerdo, vayamos acomodando el equipaje.
Mi primo se levantó junto a su esposa y los guió hacia el corredor.
La niña se quedó con Chester.
— Quiero ver los cerdos, ver si hay cerditos bebés — Dijo, dando brincos.
— Aún no hay, pero una de las hembras dará a luz pronto — Chester le sonrió — Puede que puedas llegar a ver las crías.
— No me iré hasta que nazcan — Tomó sus manos nuevamente.
Me aproximé — ¿Así que tú eres mi primita?
Ella me observó, pegandose a Chester, con desconfianza.
— No, si fueras prima no te casaras con mi tío — Dijo, con recelo, abrazando su pierna.
Me asombré, esa pequeña estaba celosa.
— Gingerline, Tiffany es buena, te caerá muy bien, además es prima de tu tío Leandro...
— Entonces es tu prima — Dijo, observandome detenidamente y me sentí un poco insegura cuando evaluó mi cabello — No entiendo, casarse con un primo es extraño.
— Ya te explicamos como funciona... No tengo lazos sanguíneos con Tiffany, es sobrina del padre de Leandro, el que falleció hace años cuando estabas muy pequeña. Sebastian y yo aunque compartamos el mismo padre somos hijos de madres diferentes — Dijo Chester, agachándose para tratar de quedar a su altura pero aún así no lo lograba.
— Lo sé, también es secreto y aún no comprendo casi — Suspiró la niña, con un poco de cansancio — Siempre me dicen que no lo cuente a nadie...
— Exacto, pero ese es otro tema, la cuestión es que Tiffany es una buena persona, es linda y amigable — Él tocó su cabello y me estremecí, no sé si podría darle hijos, quedé muy débil y estaba seguro que otro embarazo me mataría, puede que hasta ni siquiera pudiera concebir.
La niña me observó — ¿Por qué se cortó el cabello?
— No fue ella, fueron las monjas, en el convento.
— Gente mala — Gruñó, cruzando sus brazos — Cortar su cabello es malvado, no seré monja.
Él se rió — Creo que estás un poco pequeña para decidir eso, pero tienes razón, esa gente es malvada. Aunque no todas las monjas lo son.
— ¿Pronto le crecerá el cabello?
— Así es — Chester me evaluó — Aún así sigue siendo muy hermosa ¿No te parece?
La niña asintió con la cabeza — Si lo es, he escuchado que la princesa Ania de Hilaria tiene los cabellos dorados como los de ella.
— Oigan, sigo aquí — Dije, bromeando.
— Estamos hablando cosas lindas de ti — Chester me guiñó un ojo.
Me preocupaba que era lo que estaba pensando hacer para hacer pagar todo el daño que me hicieron.
Por eso el odio hacia ella
Ya le ha hecho bastante daño a su hija y al parecer no se cansa.
¿Que más necesita para dejarla en paz de una vez?
Uy, me da rabia esa mujer 😡👊🏻