En una mezcla de desesperación y determinación, Abigail, una Santa casada con el Duque Archibald, se enfrenta a un oscuro giro del destino. Luego de una confesión devastadora por parte de su esposo sobre su infidelidad con una plebeya, Abigail toma una decisión drástica: pedir el divorcio y romper con el matrimonio que la ha oprimido por años. Sin embargo, esta vez no es una simple víctima. Tras una misteriosa reencarnación, ha regresado al pasado con el conocimiento de su fatídico futuro.
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Capítulo 4
Abigail, te haré el favor de escuchar lo que tengas que decir sobre lo que acaba de pasar. No puedo creer que hayas salido del Ducado solo para verte con ese sujeto.
—Archibald, si de tu boca no va a salir nada bueno, será mejor que guardes silencio. Hoy ha sido un día bastante largo, así que no quiero hablar.
—No creas que dejaré pasar este tema por alto. Será mejor que me cuentes por qué viniste hasta aquí, si no fue por ese sujeto.
—Vine a hacer compras.
—¿Y dónde se supone que están las compras?
—Hice que todo lo llevaran al Ducado. ¿Crees que sería tan tonta como para cargar con tantas cosas?
—Abigail, no me tomes por un idiota... Solo espero que, si vuelves a salir, me avises con tiempo. Así podré estar más tranquilo.
"No entiendo, ¿para qué quieres saber a dónde voy? ¿Acaso habrá pensado que me escaparía?"
—Archibald, entiende de una vez que, una vez que nos hayamos divorciado, no nos volveremos a ver. Así que deja de ser tan impertinente.
[...]
-Un gran silencio invade el carruaje hasta que llegan al Ducado.-
—Me encuentro algo agotada, así que me retiro a mi habitación.
—Abigail, espera. Mira, puede que me haya equivocado, pero es solo porque tú me importas. Solo quiero que sepas que te daría lo que quisieras para que me puedas perdonar.
—No hay nada que deba perdonar. Usted tomó esa decisión por sí mismo, y si desea alegrar mi día, sería feliz si no tarda en firmar la solicitud de divorcio.
—Dime, ¿qué fue lo que te hizo cambiar? Se supone que me amabas, ¿no fue por eso que hiciste que tu padre consintiera nuestra boda? Incluso abandonaste tu título de Duquesa de la familia Lasmon, dejaste a tus hermanos e incluso te fuiste a la Iglesia a hacer la prueba de Santa solo para ganarte mi gracia.
—Archibald, no busques más a la Abigail que antes daba todo por ti; ya no está. Tú mismo la mataste. Ahora solo queda una Santa que se encuentra atada en tu mansión... Buenas noches.
—¡Espera! ¡Aún no hemos acabado de hablar!
—¡Javier!
—¿Sí, mi señor?
—Haz que le lleven algo de comer a Abigail. Estoy seguro de que no debió comer en todo el día.
-Al día siguiente-
"Siento que no pude dormir bien... Maldita sea, aún no me quito de la mente el porqué cambió tanto. Sé que no la he tratado bien, pero pensé que ella me amaba a pesar de todo. Incluso pensé que, al ser una persona tranquila, dejaría pasar el tema de la plebeya."
—Disculpe, Duque, pero acaba de llegar una correspondencia.
—Gracias, Javier. Déjala aquí.
—Veamos... Esta carta es de Anabella. Dice que me extraña y que espera que pronto pueda venir a vivir aquí.
—¿Qué piensa hacer, Duque?
—Javier, ¿tú crees que sería una buena idea traer a Anabella a la mansión?
—Duque, si me lo permite, siendo honesto, esto me parece una mala idea. Mientras esté la Santa aquí, estoy seguro de que esa noticia la lastimaría, y creo que ella está devastada.
—Y dime, Javier, ¿cómo puedo hacer para que ella me pueda perdonar?
—¿Qué tal si le da obsequios? Podría ser algo que le guste.
—¿Qué podría ser? La verdad no sé qué le podría gustar. Por favor, llama a tu hija, después a la sirvienta que estaba de compras con Abigail.
—De inmediato, señor.
"Tal vez me pasé, pero no entiendo... ¿Qué es lo que me pasa? Acepté casarme con ella solo por motivo de estatus y porque fue un tonto matrimonio arreglado por nuestros padres. Aun así, ¿por qué me molesta tanto el hecho de verla con ese sujeto?"
—¡Achoo! ¿Será algún resfriado o es que alguien habla de mí?
"Todo está yendo bien. Una vez que esté listo el artículo de prueba del Radiotransmisor, podré presentarlo ante el Rey. Una vez que él lo acepte, podré ponerlo a la venta y así obtener el dinero suficiente. De paso, si Archibald no acepta el divorcio, podré pedir el favor del Rey, y él dará su Decreto Real para obtener el divorcio más rápido. Claro, eso será solo si Archibald no me quiere dar el divorcio. Ahora, mi único inconveniente sería obtener las Piedras de Maná para el funcionamiento del Radiotransmisor. Los únicos grandes distribuidores son el Duque Giovanni Lasmon, mi padre. Pero Archibald tiene razón. Lo dejé todo solo para ser su esposa; incluso mi propio padre estuvo en contra de esta boda. Estoy segura de que mi padre no me querrá ver nunca más. Padre, hermanos, les pido que me perdonen por ser tan tonta."
Continuará...
pero asi va ser