Más Que Una Mentira

Emma abrió los ojos cuando escuchó unos suaves toques en la puerta, se enderezó en su sitio rápidamente al recordar que no había puesto llave a la puerta. Lo más rápido que pudo guardó la almohada y la colcha en el clóset y luego de mirar a Logan que estaba profundamente dormido, sin dudarlo, se metió a la cama a su lado.

Cuando sintió el movimiento brusco, Logan abrió los ojos y la miró claramente enojado, pero su enojo se desvaneció cuando los golpes en la puerta volvieron a oírse aunque esta vez con más fuerza.

Emma le hizo una mueca y tras un asentimiento, Logan le dijo a la persona que golpeaba que entrara.

—¡Oh, queridos! — dijo Susan cuando entró a la habitación y los encontró casi abrazados— lamento molestarlos tan temprano, pero quería invitar a Emma a desayunar conmigo.

—Está bien, mamá, no te preocupes— dijo Logan mientras tomaba la mano de Emma sobre las colchas— En unos minutos Emma va a bajar a desayunar contigo.

—Bueno, cariño. Gracias— replicó Susan y salió de la habitación.

—¿Qué demonios hacías en mi cama? —preguntó Logan, con el ceño fruncido y los ojos aún pesados por el sueño.

Emma, lo miró con fastidio y refunfuñó:

—No lo hice por gusto, créeme. Sólo quería evitar que Susan me viera durmiendo en el sofá. ¿O prefieres que descubra que esto es una farsa?

Logan resopló, claramente molesto, y se incorporó un poco sobre los almohadones.

—Eso no te da derecho a meterte en mi cama sin avisar. ¡Podrías haberme despertado!

Emma se cruzó de brazos, devolviéndole una mirada desafiante.

—¿Avisarte? ¿Cómo, si estabas roncando como un oso? Si no hubieras estado dormido como una piedra, habrías escuchado que tocaban.

El comentario pareció enfurecer más a Logan, quien se pasó una mano por el cabello, despeinándolo aún más.

—¿Estás insinuando que no tengo sueño ligero?—dijo con sarcasmo, clavándole la mirada.

—No, Logan, no lo estoy insinuando. Te lo estoy diciendo —replicó Emma, dejando escapar un bufido.

El silencio se apoderó de la habitación por un momento. Logan parecía debatirse entre seguir regañándola o dejarlo pasar. Finalmente, suspiró y se dejó caer de nuevo sobre las almohadas.

—Sólo intenta no volver a hacerlo sin avisar —murmuró, sin mirarla— Y alistate que mi madre te espera.

Emma rodó los ojos mientras se levantaba de la cama.

Logan la observó de reojo mientras desaparecía detrás de la puerta del baño. Por alguna razón, no podía quitarse de la cabeza lo natural que se había sentido encontrarla allí al despertar, algo que le incomodaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

—¡Y yo no ronco! — le escuchó gritar Emma, mientras se duchaba.

Cuando estuvo lista, la muchacha ajustó los pliegues de su vestido frente al espejo antes de bajar. Sentía un nudo en el estómago y un leve temblor en las manos. ¿Cómo sería Susan, la madre de Logan estando solas? ¿Sería amable? ¿Fría? ¿Tan intimidante como William?

 Al llegar al comedor, Susan ya la esperaba, sentada junto a una mesa decorada con una vajilla impecable. La mujer lucía elegante pero relajada, con una sonrisa cálida que contrastaba con el ambiente rígido de la mansión.

 —Emma, querida, siéntate, por favor. Logan no ha hablado mucho de ti — dijo y luego de pensar unos minutos— Bueno, en realidad no habló nunca, siéntate por favor. — agregó Susan, señalando la silla frente a ella.

 Emma dudó un momento, pero tomó asiento. Sus manos descansaron sobre el regazo mientras intentaba mantener la compostura.

 —Es un honor conocerla, señora...Susan —se corrigió rápidamente, sintiéndose torpe.

 Susan soltó una risita suave.

 —Nada de formalidades, querida. Llámame Susan. Cuéntame, ¿de dónde eres?

 Emma comenzó a hablar de su infancia en un pequeño pueblo, mencionando a su familia, sus estudios y el trabajo que amaba y ahora la mantenía por muchas horas ocupada. Susan escuchaba con interés genuino, asintiendo y ocasionalmente añadiendo comentarios.

 —Debe ser duro llegar tan lejos por ti misma, pero claramente tienes determinación —comentó Susan, sirviendo un poco más de café.

 —Lo intento. A veces es difícil, pero creo que vale la pena. —Emma esbozó una sonrisa tímida, empezando a relajarse.

 La conversación fluyó hacia temas más personales. Susan le preguntó por sus intereses, por lo que significaba para ella su trabajo, incluso por cómo veía su relación con Logan. A medida que pasaba el tiempo, Emma comenzó a sentirse cómoda con la mujer. Había calidez en sus palabras, y su curiosidad no parecía malintencionada. Pero entonces llegó una pregunta que la tomó desprevenida.

 —Y dime, Emma, ¿qué planes tienes para el futuro? Cómo esposa de Logan, digo.

 Emma parpadeó, notando cómo el nudo en su estómago regresaba.

 —Oh, bueno, sí, la verdad es que trato de no pensar mucho en eso—comenzó, tropezando con las palabras— Logan y yo estamos planificando nuestra vida juntos de a poco, a decir verdad.

 Susan ladeó la cabeza, observándola con una expresión que parecía mezcla de sorpresa y preocupación.

 —Ah, ya veo. Bueno, querida, estoy segura de que con un poco de esfuerzo estarás a la altura de todo lo que se presente. Logan siempre ha sido exigente con esas cosas, ¿no es así?—dijo con un tono más suave, como si intentara disipar cualquier tensión.

 Emma asintió, aunque sentía las mejillas ardiendo de vergüenza. Antes de que pudiera responder, el sonido de la silla de ruedas moviéndose anunció la llegada de Logan.

 —Ah, ahí estás, cariño —dijo Logan desde el marco de la puerta, con una sonrisa que parecía iluminada por el sol mismo. Su voz era suave, y sus ojos se entrecerraron ligeramente al observarlas.

 Emma sintió un calor extraño en el pecho al escucharlo llamarla cariño, aunque sabía que no era más que una actuación. Aun así, la sonrisa de Logan era tan encantadora que por un instante olvidó dónde estaba.

 —Vas a tener que disculparnos, mamá— dijo— pero necesito de Emma.

 —¡Oh, esta bien! Ya nosotras habíamos terminado de charlar— replicó Susan y Logan tomó la mano de Emma para indicarle que quería que fuera con él.

 El joven mantuvo su sonrisa durante todo el caminó, pero tan pronto como estuvieron dentro de la habitación, esa sonrisa desapareció por completo, como si una nube oscura hubiese pasado por su rostro.

 —¿Cómo fue la charla con mi madre? —preguntó Logan mientras ella caminaba hacia un rincón más privado del cuarto y él la seguía en su silla. Su tono era neutral, pero había un brillo inquisitivo en sus ojos.

 —Fue agradable —respondió Emma, con una leve sonrisa que intentaba parecer genuina—. Aunque... me hizo algunas preguntas que no supe responder del todo.

 La ceja de Logan se arqueó, y su rostro se endureció.

 —¿Qué preguntas? —inquirió, cruzando los brazos.

 Emma se encogió ligeramente de hombros, sintiendo cómo su incomodidad aumentaba con cada segundo.

 —Sobre nuestros planes. No sabía exactamente qué decir porque, bueno, en realidad nosotros no tenemos planes de nada— se excusó la muchacha.

 Logan dejó escapar un suspiro cansado, lleno de frustración y negó con la cabeza. Su mandíbula se tensó, y su mirada se volvió cortante.

—¿Qué te preguntó exactamente?— indagó Logan con curiosidad.

— Me preguntó sobre nuestros planes después de la boda— respondió ella.

—¿Boda? ¿Qué boda?— replicó él algo exasperado.

—¿Ves? Eso mismo me pregunté yo— dijo ella— Nosotros no nos vamos a casar jamás.

—Ok, ok— dijo Logan luego de unos minutos de silencio— No te preocupes por eso.