Trata de una chica que ha vivido toda su vida siendo humana, y además de sus mejores amigos Matt y Lizzie, no tiene a nadie más en la vida, pero una noche todo cambia cuando un vampiro le salva la vida, luego de eso pasa por muchas encrucijadas y descubre quién es ella realmente, la híbrida más poderosa de todos los tiempos, esto desencadena muchos conflictos, aventuras y romances...
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“Alexander Hamilton”
Han pasado unos días desde la leyenda que le contó Jack… y del beso…, aun Emily no puede creer que se besaron, por lo que el es un vampiro y ella una simple humana, o eso es lo que quiero creer, no puede ser cierto eso de que es una hibrida, mitad vampiro mitad bruja, nunca antes sintió deseos de sangre, y sus colmillos eran normales, además tampoco cree poder ser una bruja, no ha sentido ningún poder raro en ella. Todavía no les he dicho nada a Lizzie y Matt, tiene miedo de que todo esto los afecte y la vean como un bicho raro, teme volver a quedarse sola…
- ¿Viniste a trabajar o a holgazanear? – le recrimina su jefe, otra vez se ha dejado llevar por sus pensamientos.
- Lo siento jefe, no volverá a ocurrir – se disculpa.
- Tu jefe la verdad es una basura – dicen a su lado, se gira para ver de quién proviene la voz y se sorprende al ver sentado a Alexander, el tipo que la salvó de su ex bastardo la otra noche.
- Hey, hola, ¿viniste a tomar un café? – y al instante se siente una completa idiota, es obvio que vino a tomar un café, esto es una cafetería después de todo, pensó.
- Si, y no. Vine a tomar un café, pero también vine a verte – dice Alexander con una sonrisa pícara.
- ¿A verme a mí?, ¿Por qué? – pregunto incrédula, él se ríe por su asombro.
- ¿Recuerdas que me prometiste invitarme un café por salvarte del bastardo de tu ex?
- Si, pero ya estas tomando café. – responde Em algo desconcertada.
- Lo sé, pero quería cambiar un poco eso ¿sabes?, la verdad soy nuevo por aquí y como eras la única a la que conocí, no sé, pensé que tal vez me podrías dar un tour – dijo muy galante Alex.
- Ah, me parece bien, pero tendremos que viajar en autobús, ya que no dispongo de un coche.
- No te preocupes por eso, yo traje el mío – dice este con cierto aire de superioridad. A lo que ella simplemente asiente - ¿A qué hora termina tu turno de hoy? – pregunta.
- Enseguida salgo, ¿pero quieres que te de el tour esta noche?, ósea ¿de noche? – consulta nerviosa Emily.
- La verdad es que prefiero las vistas nocturnas, las estrellas, ver las constelaciones y, además, te conocí en una noche como esta ¿no? – dice todo coqueto Alexander, a lo que ella solo puede suspirar y asentir, este hombre me deja anonadada pensó.
- De acuerdo, enseguida salgo y te llevaré por los lugares más bonitos de esta ciudad – el asiente y se va, no sin antes dejar una buena propina.
*3 doritos después*
Sale de la cafetería, pero sintiendo que alucina, frente suyo se encuentra Alexander con unos jeans sueltos desgastados, una camiseta negra de mangas cortas, unos borceguís negros y apoyado en un Audi R8 e-tron de color azul metálico, Alexander nota su aturdimiento porque se ríe y luego le tira las llaves, las cuales ella agarro en el aire.
- Como tu serás la guía esta noche, tu manejas – dice metiéndose en el asiento del copiloto
Ella toda alucinada se dirige hacia el asiento y una vez ahí, introduce la llave del coche, presiona el acelerador y siente el rugido del coche, la adrenalina le sube a mil por segundos.
- Ponte el cinturón – ordena Emily con media sonrisa, a lo que él le dedica otra, pero más lobuna.
- Mejor póntelo tú – dice riéndose, luego ella acelera a todo motor por las calles nocturnas de la ciudad en la que ha crecido, por lo que conoce cada rincón y piedra de ese lugar. Hace unas cuantas maniobras no tan legales, gira y acelera varias veces por distintas intersecciones y de reojo ve que Alexander no va mirando nada, solo la miraba a ella, lo que le hace llevarlo a su lugar preferido. Suben por una colina de tierra y el coche derrapó un poco, por lo que simplemente aceleró y luego paró el coche.
- Hemos llegado - anuncia Emily con la voz entrecortada, tiene la adrenalina a tope, pero está segura de que su cabello se ha alborotado o algo porque Alexander no puede dejar de mirarla - ¿Qué pasa? – pregunta ella nerviosa - ¿tengo algo en la cara?
- No, es solo que me has impresionado, no sabía que podías manejar de esa manera… Además, tu sonrisa es radiante, nunca te había visto sonreír así. – dice mirando sus labios.
- ¿y cómo podrías?, solo nos hemos visto en dos ocasiones – responde dudosa, yo creo que no olvidaría haberme cruzado antes con alguien como él pensaba Emily
- Tienes razón, lo siento, debo estar divagando – dice recomponiéndose – entonces… ¿A dónde me has traído? – pregunta mientras se baja del coche.
- Te he traído a mi lugar preferido en el mundo – le confiesa ella un poquito avergonzada – Es un mirador que no muchos conocen, además es un tanto empinada para subir, pero de aquí podrás ver toda la ciudad y las constelaciones, dijiste que te gustaban, por eso decidí traerte aquí. – comenta Em toda ilusionada, mientras lo ve a Alexander mirando los alrededores.
- Tienes razón, es un lugar muy mágico – dice él, posicionándose en frente de ella, a tan solo uno pasó de ella, lo que provoca que a esta se le acelere el corazón. – Te agradezco mucho de verdad por haberme enseñado tu lugar en el mundo. – luego toma las manos de ella y la lleva hacia un banquito. – Mira, ves esas estrellas de ahí – señala él, a lo que ella asiente – esa que tiene forma de sartén, esa es la Osa Mayor, y esa de allá es la Osa Menor. – y así él le enseña todas las constelaciones.
- Vaya, sabes tanto sobre las constelaciones que me apena conocer solamente las tres marías – dice ella riendo. - ¿Cómo sabes tanto? – pregunta curiosa por conocerlo.
- Cuando era pequeño mi padre nunca estaba en casa, siempre estaba fuera y para cuando volviera, mamá debía tener todo en orden si no era castigada, por lo que no podía pasar mucho tiempo conmigo.
Para mi cumpleaños número diez, mama le compro un telescopio con un dinero que había estado ahorrando a escondidas de papá, a él no le gustaba que ella tuviera dinero aparte del de él, por lo que ese día la castigo muy severamente y luego de eso mamá nunca volvió a ser la misma.
Yo, al ser un niño creía que si me aprendía todas las constelaciones y se las enseñaba a mamá estaría orgullosa de mí y volvería a ser la de antes, pero por mucho que trate, no pude hacerla sonreír, al año siguiente se suicidó, yo la encontré en su habitación, tres días después cuando llegó papá, me encontró abrazando el cuerpo sin vida de mamá.
Nunca volvió a ser lo mismo, y jamás volví a usar el telescopio o hablar de las constelaciones – finalizó su historia Alexander con una melancólica sonrisa y la mirada gacha.
–Siento mucho haber arruinado el momento y haberte contado una historia tan depresiva. – se disculpó Alexander, pero Emily lo tomó por sorpresa al abrazarlo fuerte, este se paralizó, ya que no dejaba que nadie se le acercara tanto física como emocionalmente, ni el mismo sabia porque le había contado todo eso, era algo que jamás había compartido con nadie en su vida, no quería que nadie viera su debilidad, sentía que la usarían en su contra, como su padre siempre lo hizo, pero ahí estaba esa chica, abrazándolo con todo su ser.
- Siento muchísimo que hayas tenido que pasar por todo eso siendo tan pequeño, nadie merece vivir algo así – dijo una muy conmocionada Emily – y me alegra que te hayas abierto a mi – dijo mirándolo a los ojos, y así estuvieron lo que para ellos fue una eternidad, acercando sus labios cada vez un poquito más… hasta que de pronto una lluvia de estrellas los interrumpió, ambos se giraron avergonzados.
- Sorpresa – dijo ella aun avergonzada – pensé en traerte aquí para que vieras la lluvia de estrellas en el lugar con mejor vista
- Es todo un detalle, muchas gracias Em – Emily se sonrojó al escucharlo pronunciar su nombre de esa forma tan cálida e íntima.
- Creo que ya deberíamos volver - dijo Emily – se está haciendo demasiado tarde y mañana tengo turno temprano.
- ¿Por qué trabajas en ese lugar horrible?, eh visto como te trata tu jefe, podrías conseguir cualquier otra cosa – dijo de pronto Alexander
- Lo sé, pero necesito subsistir, además mi jefe es el que me alquila el lugar donde vivo, y al ser su empleada me hace un descuento, sino no podría costear otro lugar – dijo esta incómoda, no le gustaba hablar de eso.
- Yo te podría averiguar de algunos lugares más baratos que donde rentas y más grandes, así podrías cambiar de empleo y estar más tranquila y vivir cómodamente – dijo seguro Alex, queriendo ayudarla de corazón, algo inaudito en él.
- ¿Por qué te interesa tanto?, digo, apenas nos estamos conociendo, ¿porque querrías hacer eso por mí? – preguntó Emily desconcertada.
- No lo sé, siento que debo hacerlo, además tu me escuchaste a mi – dijo Alexander, él sentía de pronto que quería protegerla, cuidarla como a un pollito indefenso, nunca le había pasado de querer proteger a alguien, siempre fue al revés, queriendo destruir todo y a todos.
- No debes hacer nada de eso por mí, te lo agradezco, pero estoy bien así, y si te escuche es porque eso es lo que hacen los amigos – concluyó Emily. – Ahora vamos que está haciendo frío.
Alexander fue hacia el auto de pronto y saco un buzo negro, el cual le hizo poner a Emily.
- Muchas gracias – dijo esta agradecida
- ¿Esto no es mucho tampoco? – pregunto curioso, nunca había tenido una amiga, más bien lo que tenía eran súbditos, no debía ni quería hacer esas cosas con ellos.
- Esto está perfecto – dijo ella sonriendo sonrojada.
- Vamos, esta vez conduzco yo – declaró Alexander mientras la dirigía al asiento del copiloto y le abría la puerta del auto.
- Muchísimas gracias – dijo nuevamente ella.
- A la próxima me toca llevarte a mi lugar favorito en el mundo, así estamos en igualdad de condiciones, ¿no te parece? – dijo esperanzado Alexander.
- Me parece de lo más justo.
El viaje de vuelta fue bastante tranquilo, ambos fueron hablando de cosas triviales, luego él la dejó en su casa y se fue.
Emily se lavo los dientes y se fue a dormir, se despertó a las 03.03 de la mañana toda sudorosa y adolorida, fue corriendo al espejo y vio que su boca le sangraba, le estaban saliendo los colmillos y sus ojos normalmente azules, eran del mismo color que el vampiro que la atacó en el callejón, al igual que Jack y Nick, pensó, y decidió llamarlos.