Última parte de la saga Casualidad o Destino, continuando y culminando con la historia de Carlos y Lizbeth, así como de su descendencia, mostrando las experiencias, que puede vivir una persona sin importar, la edad que se tenga o la época en la que se encuentre.
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A FESTEJAR
Han pasado, algunos meses desde que la reunión en la casa Cruz se llevó a cabo, y una vez más llega el momento de festejar los 15 años de miembros de la familia, esta vez prácticamente por partida no doble sino cuádruple, siendo estos separados por meses, y planeados con año de anticipación.
Siempre presente, en la mente de toda la familia, Carolina, Melina II, Gienevive, Lizbeth y Kenia llegan, a la casa familiar, para recoger a Liz, la cual al verlas entrar sabía que era hora de uno de los momentos preferidos, de las
mujeres de la familia, el momento de realizar las compras, para las fiestas.
Carolina:
¿Lista mamá?, es hora de que lleves a tus nietas mayores, a comprar sus vestidos de quinceañeras.
Liz:
Siempre lista, para consentir a mis niñas, pero espero que les parezcan mis sugerencias, ya estoy algo pasada de moda.
MelinaJr.:
Para nada abuelita, tienes buen gusto, y no te salvarás de acompañarnos.
Lizbeth:
Es cierto abuelita, nos tienes que acompañar, así como lo hiciste con mi tía.
Gienevive:
Vamos suegra, no se niegue, las chicas están muy emocionadas.
Kenia:
A si es suegra, ellas mismas decidieron pasar por usted de sorpresa.
Liz:
De acuerdo, chicas, lo aré, vamos por todo, solo dejen le aviso a Carlos que saldremos.
Melina Jr.:
No es necesario, abuelita.
Liz:
¿Por qué hija?
Lizbeth:
Los chicos también vendrán en un momento, por mi abuelito, no sabemos que tengan planeado.
Liz:
Perfecto, chicas, vámonos.
Las mujeres se van de compras, encontrándose con otras madrinas en el centro de la ciudad, recorriendo las tiendas, eligiendo los vestidos, para las chicas, los cuales sin ninguna objeción son pagados, por Liz, quien sus amadas nietas habían designado como su madrina, la cual acepta gustosa.
Mientras las mujeres van de compras, llegan a la casa familiar, Carlos Jr., Aldebaran, junto con Carlos III y Carlo, para recoger a Carlos, ya que al ser dos pares de gemelos, las chicas no serían las únicas, que festejarían, también los chicos tendrían su fiesta, teniendo sus propios reflectores.
Al verlos llegar, Carlos no se sorprende, ya que ese día había sido planeado, desde hace un año, al llegar, algunos de los hombres de la familia, inmediatamente salen, de la casa, dirigiéndose a otro lado de la ciudad para reservar, un salón, el doble de grande de lo normal.
Carlos III:
¿Abuelito estás seguro de esto?
Carlo:
¿No crees que las chicas se molestaran?
Carlos Jr.:
Papá, estoy de acuerdo con los chicos, las chicas se molestarán.
Aldebaran:
No lo sé papá, no estamos parejos, nos ganan por una y su furia no es poca.
Carlos:
Tranquilos chicos, sé que no es tradicional, pero mi papá no me perdonaría, si dejo que sus bisnietos no celebren como se debe, así que mis muchachos no sé preocupen por lo que las mujeres piensen, mis muchachos merecen su propio reflector.
Aldebaran:
Viejo el abuelo, era de armas tomar lo sabemos, la abuela nos contó muchas cosas antes de partir, pero no creo que se enoje si seguimos la tradición, ya después podremos hacerle a los chicos sus propias fiestas.
Carlos:
Basta ya, si ustedes no quieren yo mismo pagaré por las fiestas de mis muchachos.
Junior:
Papá, no te enojes, no es por el dinero, pero normalmente esas fiestas solo son para las chicas.
Carlo:
A nosotros no nos molesta abuelito.
Carlos:
No se preocupen chicos, no pasará nada si sus hermanas no lo aceptan, yo mismo me encargaré de ellas.
Al seguir, la plática, todos llegan al salón, contratándolo de inmediato para las 4 fiestas y dando especificaciones, de cómo tenía que ser la decoración, ante la felicidad de los muchachos.
Al terminar el día, todos se reúnen, en la casa familiar, todos llegan, felices, las chicas llenas de bolsas y los chicos con el estómago lleno, en un momento de la reunión Carlos habla directamente con las chicas.
Carlos:
Melina, Lizbeth, saben que las quiero mucho, y sé que normalmente las fiestas de quince años son solo para las chicas, pero cuando son gemelos no es justo no celebrar a sus hermanos el día que nacieron, así que serán dos fiestas, sus hermanos estarán con ustedes durante los valses, pero después ellos tendrán su propia fiesta, ¿Alguna objeción?
Melina II:
Abuelito, pero no es justo, tienen que estar con nosotras, en nuestras fiestas.
Lizbeth:
Abuelito es que los quince son solo para chicas, nuestros hermanos no pueden dejarnos solas.
Liz:
Chicas, creo que nos les hemos enseñado a ser egoístas, sus hermanos tienen derecho a celebrar el día que nacieron, su abuelo tiene razón, sus hermanos estarán con ustedes, pero después de los valses tienen derecho a celebrar sus propias fiestas con sus amigos.
Chicas:
Perdón abuelita.
Liz.
Bien resuelto todo, muéstrenle a su abuelo sus vestidos.
Las chicas muestran un vestido rosa palo y otro rosa pastel lleno de brillos emocionadas.
Carlos:
Hay mis niñas, dejarán de ser nietas de su abuela, llenas de brillo, se verán preciosas.
La tarde continua, Carlos y Liz se quedan solos, platicando de las futuras fiestas.
Carlos:
Amor, somos afortunados, estamos vivos, para ver felices a nuestros nietos en sus fiestas.
Liz:
Tienes razón, amor, es una fortuna, estar con ellos, pero nuestras nietas, se espantaron un poco al vernos enojados.
Carlos
Mi amor no pueden ser egoístas.
Liz:
Tienes razón amor.
Los segundos, se vuelven minutos, los minutos se hacen horas, las horas se transforman en días y los días se hacen meses, y las primeras fiestas llegan, siendo las de Melina Jr., la cual estaba con su vestido rosa palo, llena de brillos, maquillada acorde a la situación y un peinado alto que hacía resaltar su hermoso rostro; Carlos III, vestido con traje azul obscuro, ambos llegan juntos, en la limusina, los ritos no se hacen esperar mucho, la coronación y el brindis llegan y después de esto, llega el momento de los valses, luciéndose junto con los chambelanes.
Al terminar el vals, familiar, la fiesta continua, sin problemas y Carlos III, discretamente, se va a su fiesta, en la cual lo esperan sus amigos, los cuales están comiendo y bailando, divirtiéndose sin parar, lo cual hace demasiado feliz, al festejado, quien abrasa a su abuelo.
Carlos III:
Gracias abuelito.
Carlos:
No tienes de que darlas mi muchacho, anda ve diviértete.
La noche continua, con ambos festejados divirtiéndose, al llegar el momento del pastel, la cortina se alza juntando a los dos festejados, quienes se sorprenden, mientras los meseros, traen dos pasteles, los cuales eran al estilo de cada uno, haciendo la noche más especial de lo que era.
Al terminar la noche, todos regresan a la casa familiar, satisfechos y felices de como resulto la fiesta.
Las manecillas del tiempo, giran sin cesar y las fiestas de Lizbeth y Carlo llegan, siendo similares, pero diferentes, desde los vestidos, hasta la forma de arreglarse, siendo el vestido rosa pastel, lleno de brillos, al igual que en la ocasión anterior los ritos, no se hacen esperar, así como los valses, y de igual forma que la vez anterior, terminando los valses, Carlo se va a su propia fiesta, divirtiéndose sin cesar.
Después de los pasteles y casi al terminar la fiesta, los hijos, nueras y nietos se reúnen, para un anuncio a cargo de Carlos Jr.
Junior:
Buenas noches, les robo un minuto de su atención, les agradecemos a todos los presentes, por acompañar a la familia en estas fechas tan especiales, pero mis hermanos, hijos y sobrinos, queremos, dar un reconocimiento, a aquellos que siempre nos han, apoyado y estado, con nosotros. Papá, Mamá de parte de sus, hijos, nueras y nietos, les queremos hacer un regalo, un viaje todo pagado en un crucero a los Cabos.
Ante los aplausos, de los asistentes, la fiesta termina y Carlos y Liz se van directo al aeropuerto, siendo despedidos por su familia.
