Segunda parte de casualidad o destino, en donde se relata lo que paso con Carlos y Liz después de que supimos de ellos, relatando como el pasado puede volver afectándonos, no solo a nosotros, sino a nuestros seres más queridos, además de mostrar, como es obligación de los padres apoyar a sus hijos, para que no paguen los errores cometidos por estos.
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LA REUNIÓN CON MARTÍN
Han pasado algunas, semanas desde las reuniones con los chicos y sus novias, el día llego y la reunión con Martín, padre de Gienevive, llego, al entrar a la cafetería entra con un aire de superioridad, ocupando una mesa, seguido por su hija y Carlos Junior, quienes se sentaron juntos enfrente de él, esperando el momento acordado.
Martín:
Bien, vine a hablar con ustedes como me lo solicitaron, espero no me hagan perder mi tiempo.
Carlos J:
No se preocupe, no le aremos perder el tiempo
Gienevive:
A si es papá, no te aremos perder el tiempo.
Martín:
Espero sea rápido, tengo muchas cosas que hacer, además me sorprende que aún sigan juntos, creo que no te quedó más que aceptar, que tengo razón y tu madre es una cualquiera y que tendrás que hacer muchos, méritos para ser digno de seguir viendo a mi hija.
Carlos
Junior, estaba a punto de abalanzarse contra el padre de su novia, ya que cada palabra que decía Martín lo llenaba de una ira casi incontrolable, siendo detenido por esta apretándole la mano, como una señal de espera y resiste, esto pronto acabará.
Liz:
Valla, Martín, no esperaba que aún me tuvieras en ese concepto, siendo que tú fuiste el que me mandó un mensaje de haz tu vida, yo ya hice la mía, me sorprende, que tengas el valor de hablarle de esa forma a mi hijo.
Martín
se quedó estupefacto, al oír la voz de Liz y más aún, al voltear y ver que Liz era una mujer muy hermosa, por la cual los años no parecían pasar, pero esto solo hizo que se avivara más su odio y rencor.
Martín:
Valla, has venido, seguramente, estás aquí para disculparte y rogarme que permita que mi bella hija, pueda salir con tu engendro de hijo o aún mejor vienes a suplicarme que cumpla con lo que supuestamente tú, te prometí, ya que has visto que tengo éxito, seguramente eres una sosa ama de casa y tu marido no te cumple en lo más mínimo.
Carlos:
jajajajaja, algo más que tenga que decir acerca de mi amada esposa o de mí, querido hijo, adelante lo estoy escuchando, atentamente no pierdo ni una sola de sus despectivas frases, que dirige hacia mi familia, pero antes que descortesía la mía permítame presentarme soy Carlos Cruz senior.
Al mirar Martín, a tras de él, vio a Carlos, quien lo superaba en corpulencia y altura, quedándose inmóvil, ante la mirada furiosa de Carlos, quien cambia lugar con los chicos y se sienta junto con Liz.
Carlos:
Basta de presentaciones y permítame ir al punto, usted insultó a mi familia, su bella hija que por lo que puedo ver tiene la fortuna de parecerse a su madre y mi hijo, tienen una relación que por lo visto usted quiere sabotear, ya que tiene un rencor hacia mi mujer, ya que no espero eternamente a que regresara, y cumplirá aquellas promesas.
Martín:
Va, no tiene pruebas de que yo le haya prometido algo y no me importa que tan bien educado este su engendro, o si mi hija es feliz a su lado, no permitiré que esté con el hijo de una mujer como Liz, sin importar lo que haya o no dicho su deber era esperarme hasta que yo quisiera regresar ya fuera, para cumplir algo o simplemente tenerla en mi cama, ya que es para lo único que yo la quería y si esto le ofende a usted señor adelante golpéeme y así tendré un pretexto para alejar a Gienevive de su hijo.
Liz:
Te equivocas Martín, si tengo pruebas, como un modo de protegerme, guarde todos tus mensajes de texto y voz que me mandabas, tengo toda la evidencia que necesito contra ti, de tus promesas vacías, no te pienso pedir nada, solo que no estorbes en la relación de nuestros hijos y les permitas llegar hasta donde ellos decidan y si llegan a formalizar, estoy dispuesta a dejar el pasado atrás, ser civilizados entre nosotros porque seremos consuegros.
Carlos:
No es una mala propuesta, ya que si lo citamos solo a usted, es porque no queremos arruinar a su familia; ya que por lo que Gienevive nos ha comentado, si su esposa se llega enterará de lo que hizo, lo dejara de inmediato, ya que no soporta a los mentirosos y traicioneros.
Gienevive:
Papá, no te estamos pidiendo nada imposible, solo no estorbes mi vida, por rencores tuyos, la señora Liz es una mujer maravillosa y ha formado una hermosa familia, igual que tú con mamá y de verdad, no te pido nada solo que no obstruyas mi felicidad solo por tus propios rencores.
Liz:
Ni siquiera te estoy exigiendo una disculpa, estaría en mi derecho de hacerlo y más aún por todo lo que me has dicho mi hijo, jamás permitiría que alguien sé exprese mal de mí, ni siquiera que diga media palabra; pero por el amor que le tiene a tu hija sigues en una pieza.
Carlos:
Y no es el único, por el bien de mi hijo y su relación, yo mismo, no te he hecho nada, ya que con lo que has dicho ya te tendría en el suelo, suplicándole perdón a la mujer que amo, por todas las cosas que has dicho de ella.
Al escuchar esto, Martín sudo frío, sentado en su asiento, siendo visible para todos, su estado de ánimo, el cual reflejaba el miedo que sentía al ver a los dos hombres que estaban en la mesa, temiendo por su seguridad física, se resigna.
Martín:
Está bien, ustedes ganan, no me interpondré en su relación y no volveré a hablar mal de Liz, ahora permítanme retirar, ya que ya consiguieron su objetivo.
Martín
se retira, apresuradamente, sin detenerse siquiera para esperar a su hija.
El día pasa, pero desgraciadamente, la palabra de Martín fue cumplida maliciosamente, ya que cuando Gienevive regresa a su casa, no encuentra a nadie, buscando por toda la casa, encuentra una carta de Martín, la cual dice:
Cumpliré mi promesa, no interferiré en tu relación, pero nada, ni nadie, me podrá obligar a emparentar, con la familia de esa mujer; no te preocupes por buscarnos a mí o a tu madre, no nos encontrarás jamás, y si te preguntas como convencí a tu madre, simplemente le dije que habías decidido, mudarte, con tu novio, no fue difícil convencerla, simplemente, le hice una oferta que no pudo rechazar, sé feliz con tu nueva familia veamos cuanto te pueden soportar.
Pd:
Gracias por evitarme, seguir pagando por ti y tener que mantenerte.
