LA FINCA

Don Martin seguía con sus obscuros actos, y en el pueblo ya había muchas habladurías y chismes sobre todo lo que ocurría en la finca.

Pero sucedió que una noche mientras don Martin, desenterraba sus costales de oro ya no había oro solo era carbón, el muy enfadado fue hasta el cerro y encaró al charro.

Martin: Señor vengo hasta aquí a hacer una queja, No tengo oro por mis hijos no nacidos, tengo carbón, qué paso?, acaso no le he dado lo que ha pedido?

Charro: Martin, qué crees? La verdad, ya no me son suficientes los niños y la sangre, ahora quiero carne.

Martin: Eso es fácil, cuántos cerdos quiere, o quiere res, o pollo?, Usted pida que yo se los doy.

Charro: A veces pecas de estúpido, no, no quiero ningún animal, quiero carne humana solo que está vez me traes a las elegidas a la cueva, te daré mis especificaciones. Deben ser vírgenes, jóvenes de 18 a 21años y deben tener el cabello rojo.

Martin: Pero mi señor, de dónde las saco y como las traigo hasta aquí?

Charro: Es enserio, que eres tonto o te haces?, es lógico que las convenzas. Hay Martin, a veces me desesperas.

Martin: Señor, y cómo sabré que son virgenes?

Charro: Las traes ante mí y si no lo son volverás al sótano y acabaras con ellas.

Martin: Todo se hará como usted diga mi señor.

Así es como Martin, fue cayendo cada vez más profundo hundiéndose en la miseria humana y el descontrol.

Los días pasaban y el comenzó a verse más joven y radiante, nadie sabía que era lo que le pasaba.

Los rumores cada vez eran más fuertes.

Una tarde mientras presumía sus joyas y dinero, vio a la hija de un general, la miro con lujuria y deseo, en ese momento se propuso tenerla para él, así se acercó a ella y le hablo.

Martin: Hermosa dama, me daría usted el placer de saber su nombre?

Celia: Señor, no es apropiado que usted se dirija a mí con tanta familiaridad, dado que no lo conozco, no tengo por qué intercambiar palabras con usted.

Martin: Señorita, espero no vaya a tomar mis intenciones, como un vulgar atrevimiento. Solo quiero conocerla, pero solo si usted me lo permite.

Celia: Señor le pido una vez más no dirigirme la palabra, usted es un hombre casado y con hijos, así que no veo bien que me esté intentando convencer de hablar con usted.

Dicho esto Celia se alejó de él, acompañada de su Nana, realmente se sentía asustada, no le gustaba que ese hombre se le acercará tanto. Lo dejo como una mala experiencia y decidió no volver a salir sin su hermano Manuel.

Mientras tanto Martín, solo pensaba en la hermosa mujer que estaba parada frente a la iglesia.

Esa noche iría al cerro a pedirle al charro que le consiguiera esa mujer.

Charro: Te das cuenta de que eres una de las almas más, molestas con las que he tenido tratos?

Martin: Pero bien que cumplo tus caprichos, o tienes queja?

Charro: jajaja en eso tienes razón, creo que esas clases de refinamiento y que ya sabes leer y medio escribir, te han servido, dime a ahora que quieres?

Martin: Quiero a una hermosa mujer, que vi frente a la iglesia hace unas horas.

Charro: Pues déjame explicarte, hay un inconveniente y se llama Margarita y sus 5 chiquillos. Así que tú dirás.

Martin: Y entonces que hago?

Charro: Veo que tus clases de refinamiento, no incluían 3 pesos de cerebro. Acaba con tu familia.

Martin: y como hago eso?

Charro: En nombre de la obscuridad, matalos, con un rifle o con una piedra, con lo que sea, ahora hazme favor y lárgate ya me pusiste de malas.

Martin: Solo una cosa mas, una vez que los mate, cómo tendré a esa mujer?

Charro: Vienes y me avisas y yo me encargo de lo demás, ahora largo.

Hecho esto Martin fue directo a su casa, comenzó a planear como deshacerse de su familia, tomaría algo de tiempo para no levantar sospechas, pero sabía que una vez hecho esa mujer seria suya.

Que tantas atrocidades más hará Martin, siempre sorprendiendo con algo cada vez peor.