Ema Santoro, fue dejada en la puerta de un orfanato, creció tendiendo pocos recuerdos de su infancia, cuando tiene que salir de ese lugar, va en busca de ese pasado, en esa búsqueda se encuentra con el hombre que cambiará su vida, el gran Vitaly Ivanova,
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Cap.4
Emma
Soy Emma, la italiana como solían decirme en el orfanato, soy de piel muy blanca, cabello castaño oscuro, mis ojos color avellana, soy una chica muy delgada, de hermosa sonrisa, no soy muy alta, con apenas dieciocho años, los había cumplido hace un par de días, y como me lo dijo la señora encargada del orfanato debía irme del lugar, por más que le rogué para que me dejara quedarme, no me lo permitió.
Hace frío, y mi ropa no está en buen estado es más ni se le puede llamar a esto ropa, como puede me abrigue. Mis mejillas se pusieron rojas por el frío, mis manos las metí en unos viejos guantes de lana, claramente estaban rotos, mis zapatos viejos, ni que hablar de ellos.
Soy una chica muy feliz, me gusta ayudar, en ocasiones suelo llorar por todo y ya a esta edad me siento tonta por ser así, una de las señoritas encargadas del orfanato me decía que yo era muy inocente, muy crédula, también me dijo que tengo que ser fuerte al salir del orfanato, ella me ayudó a conseguir un lugar donde quedarme, ya tenía un trabajo, es de mesera en una cafetería.
Sin más me dirijo al lugar donde viviré, tomo mi pequeña bolsa y voy en busca de un taxi, necesito llegar a mi nuevo hogar, porque este frío me va a matar.
_ puede llevarme a esta dirección. Le muestro un papel al señor del taxi, allí me habían anotado el lugar donde iba a vivir
_ sí, suba rápido.
Pasaron unos minutos cuando ya estaba en un edificio, se veía un poco deteriorado y el lugar a la vista está, que es humilde, pero no me importa, voy a trabajar muy duro y ahorraré cada centavo, quiero buscar a mi familia, quiero saber quiénes son mis padres y porque me dejaron en ese lugar.
Baje del taxi le pagué al señor y caminé hasta la parte de adentro del edificio, una señora estaba sentada, en una vieja silla, con mala cara y me miró de arriba abajo.
_Qué buscas?, aquí no hay lugar para mendigas.
Me puse nerviosa, y claro como no me va a decir aquello si, mi ropa decía eso mismo que soy mendiga, trate de controlar mis nervios y le hablé.
_ buenos días, señora _ le di una cálida sonrisa _ me dieron está dirección, y me dijeron que ya tenía un lugar donde quedarme, vengo de parte de la señorita Violeta.
_ eres tú la huérfana, ya decía yo.
_ si señora, soy yo, mucho gusto me llamo Emma. Le extendí mi mano y solo me miró, está señora sí que es enojona.
_ no me importa cómo te llames, y soy la encargada de este edificio, la renta se paga a tiempo, si no lo haces te echo a la calle, me imagino que tienes trabajo.
_ así es, mañana mismo iré a trabajar.
Me entregó las llaves y me fui, subo las escaleras, estaría en el primer piso, abro y es un pequeño lugar, hay una vieja cama una mesita y una silla, no me importa quedarme aquí, después poco a poco compraré lo necesario.
Busque como limpiar un poco el lugar, había mucho polvo, y telarañas, parecía que el lugar no lo ocupaban hacía mucho. Luego de un rato de limpiar, me dio hambre así que fui a buscar que comer, tendría que ser algo leve y barato, por supuesto tendría que comer en el lugar porque ni una estufa tengo en el pequeño apartamento.
Estaba enfrente de una pequeña cafetería, olía rico, había panes, dulces, emparedados, todo muy barato, así que comeré en este lugar, no quería caminar más por el frío.
_ oye tú qué vas a pedir? si es que traes plata para pagar. Me habló una rubia muy linda,
_ si señorita, me da dos panes y un café por favor.
La mujer un poco mayor que yo, solo asintió y me sirvió mi pedido, salí del lugar rumbo al apartamento, cuando voy de regreso siento que alguien me sigue, no sé si es por ser mi primera vez fuera del orfanato, y llegué el temor a que algo me pase estoy sola sin nadie, y creo que se debe a eso, camino rápido, entro al edificio, subo las escaleras y entro, puede respirar con más tranquilidad. Mañana iré a lo de mi trabajo, comeré mi pan y café y no saldré hasta mañana que vaya a trabajar, me da miedo que si es alguien que me esté vigilando, además hace mucho frío afuera.
Por la mañana la hermosa Emma se puso, se dio un baño, se puso la mejor ropa que tenía, la poca que tenía ya estaba vieja, así que cualquiera que se pusiera se le iba a notar que no era ropa nueva.
Bajo rápido las escaleras, no quería llegar tarde a su primer día de trabajo, tomó un taxi, le dio la dirección. En el trayecto iba mirando todo, al llegar se dio cuenta de que su trabajo no estaba muy lejos del departamento.