Naomi es una excelente esposa y madre abnegada, pero tiene un secreto que nadie sabe. Un día comete un error y por accidente besa a un hombre que no es su marido. Esto le dará un cambio al rumbo de su vida. ¿Qué será de Naomi? Los invito a descubrirlo.
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Capítulo cuatro
Eran cerca de las diez y media de la noche cuando Naomi llegó a la fiesta. Su esposo la había llamado diciendo que no llegaría a tiempo, que entrara y él la buscaría al llegar. Afortunadamente, ella pudo conseguir un disfraz de dama antigua, que con algunos ajustes y accesorios la harían pasar por María Antonieta. Ya que su esposo le dijo que iría disfrazado de Luis XVI. La mujer se veía hermosa, ni siquiera el antifaz podía ocultar su belleza. A penas entró al salón se robó las miradas de todos los caballeros presentes. Se sintió un poco incómoda, no le gustaba llamar tanto la atención; pensó que tal vez hubiera sido mejor elegir algo menos llamativo.
_ ¡Benditos los ojos que la ven, Madame! - enseguida lo reconoció era Ernesto. Su cabellera roja y encrespada era inconfundible.
_ Mi querido, Ernesto. ¿Por qué tan zalamero? - el hombre la miró algo confundido.
_ ¿Naomi?
_ Sí, por esta noche, María Antonieta - realizó una genuflexión en señal de saludo.
El hombre siguió viéndola maravillado con expresión alegre.
_ No le digas a Eugenia que intenté coquetear contigo - le dijo al oído.
La mujer rio divertida y asintió.
Momentos después mientras veía a los demás. Sintió una punzada muy fuerte en los ojos y comenzó a arderle mucho. Comenzó a pestañear con rapidez. Con cada pestañeo su visión se hacía más y más borrosa, era la primera vez que le ocurría por la noche. Normalmente, le pasaba por las mañanas al levantarse; en la seguridad de su hogar. Entró en pánico. Justo en ese momento tocaron su hombro era la voz de su esposo, que la llamó por su nombre.
_ Cariño, llegaste - se abrazó a él con fuerza.
_ ¿Tan mal lo has estado pasando?
_ No es eso. Solo te extrañé - lo miraba, pero no podía verlo con claridad. No quería decirle lo que le estaba sucediendo, pensó que tal vez sería uno de esos lapsos cortos, pero los minutos pasaban y el dolor en sus ojos no cesaba y la claridad no volvía.
_ Anselmo, cariño ¿Podemos ir a la terraza? Necesito tomar aire fresco.
_ Sí, vamos.
Llegaron al lugar y ella se sacó el antifaz, le estaba provocando malestar. El dolor en sus ojos era casi insoportable.
_ ¿Te sucede algo? - preguntó al notar que se estaba poniendo pálida.
_ Me duelen mucho los ojos - dijo con la voz algo temblorosa - no te preocupes. Estaré bien en un momento.
_ Anselmo, te he estado buscando por todos lados - dijo Ernesto, desde la puerta - Hay dos personas que quiero presentarte.
_ Llegué hace un momento - miró a su esposa - iré en un rato.
_ No cariño ve, por favor. Te esperaré.
Su esposo se marchó acompañado de Ernesto. Un instante después, alguien la tomó por la cintura. Ella aún tenía la visión algo borrosa, pero pudo notar el atuendo.
_ Que pronto has vuelto - dijo
El hombre le plantó un beso en los labios. Le pareció que fue un poco más apasionado de lo inusual, pero pensó que tal vez lo de la mañana lo había dejado deseoso de más. Le rodeó el cuello con los brazos y lo beso igual. Mientras lo besaba le pareció que sus labios eran más carnosos y suaves. Se apartó y observó su cara, el hombre se alejó abruptamente.
_ ¿Anselmo? - pestañeo e hizo un esfuerzo por enfocar mejor. Se dio cuenta de que el hombre pasó su mano frente a los ojos de ella - Lo siento, no quise alarmarte por eso no te dije que casi no puedo ver, sucedió de repente.
El hombre tomó su mano y sin decir nada Intentó llevársela.
_ Anselmo ¿Qué haces? - no se movió del lugar - estábamos tan bien, amor. No te preocupes, ya pasará.
Se colgó de su cuello y volvió a besarlo de la misma forma apasionada, pero está vez apretó su cuerpo contra el suyo. El hombre al principio estaba tieso, pero ante los besos y caricias de Naomi reaccionó. Comenzó a besarla del cuello hacia el escote.
En eso, ella abrió los ojos y lo vio con más claridad, aunque sin mucho detalle. Ese hombre no era su esposo.
_ ¡NAOMI! - gritó Anselmo, que al mismo tiempo se aparecía por la puerta - ¿Por qué?
La mujer se alejó inmediatamente del hombre.
_ No amor, Anselmo. Yo no... - la calló de una bofetada.
_ ¡ERES UNA CUALQUIERA! ¿CÓMO TE ATREVES A HACERME ESTO? ¿EN CASA DE MI AMIGO? FRENTE A TODO EL MUNDO . Las personas comenzaron a acercarse antes los gritos de Anselmo.
_ Anselmo, déjame explicarte. Yo pensé que eras tú.
_ ¡CÁLLATE, ERES UNA RAMERA! - iba abofetearla de nuevo. Pero el hombre a su lado lo detuvo - !NO ME TOQUES MALDITO INFELIZ!
Le dio un puñetazo y el hombre no se defendió. Ernesto y otro hombre rápidamente, llegaron e intentaron calmar la situación, pero Anselmo estaba como loco, sacaron al hombre de allí.
Anselmo agarró a Naomi del brazo y la sacó a tironazos delante de todo el mundo. La mujer lloraba desconsolada, le rogaba, le suplicaba que la escuchara. Pero él no la oía, o no quería hacerlo. La había humillado delante de todo el mundo tratándola como si fuese una cualquiera.
La subió al auto a empujones. Ernesto intentó calmarlo, este lo empujó y le advirtió que no se metiera.
Ya en el auto, comenzó a conducir rápidamente hasta la casa.
_Anselmo, no es lo que tú crees, yo no podía ver, no sabía no eras tú
_ ¡CÁLLATE, PERRA! ¿Crees que soy un idiota?
_ Anselmo, por favor. - puso su mano sobre su boca y la apretó con fuerza.
_ Cállate, no quiero volver a oírte - la mujer calló, pensó que si dejaba de insistir él se tranquilizaría.
Cuando llegaron a la casa, la metió a empujones. Justo en ese momento, su madre bajaba por las escaleras y vio cuando empujó a Naomi tirándola al piso.
_ ¡Anselmo! ¿Qué es esa forma de tratar a tu esposa? - bajó casi corriendo y se acercó a ayudar a levantarse a Naomi.
_ ¿Mi esposa? Una sucia puta es lo que es - la señora Estela se escandalizó al escucharlo decir algo así - ¡Pregúntale! Pregúntale lo que me hizo delante de todo el mundo.
La señora Estela miró a Naomi; no le salía la voz del llanto.
_ ¡PREGÚNTALE! - volvió a gritar
no valora la mujer que tiene a su lado