NO SOY BUENA.

...Melissa Torres....

Se acabó, he terminado con ésto. Me rindo, estoy cansada, normalmente no suelo darme por vencida, si tuviera fuerzas suficientes seguiría luchando. Pero no las tengo. Me cansé. Realmente me cansé.

— Melisa espera. — Diego me llama, pero lo ignoro. No necesito hablar con alguien que me hace daño. — Melisa por favor. — Toma mi brazo y me obliga a detenerme. — Tú sabías que ésto podía pasar. — Lo observo y niego con la cabeza. Luego jalo mi brazo con fuerza y me libero de su agarré.

— ¿Qué sabía? ¿Qué sólo me veías cómo la opción de repuesto? ¿eso debo saber?

— Eres mi amiga, mi socia.

— Yo quería más. Y tú, me has cambiado por una colegiala.

— No te cambie, entré tu y yo nunca ha habido nada.

— ¡Por qué tú no has querido! — Grite con desesperación. — Pero siempre has sabido de mis sentimientos por ti. — Lo observe con lágrimas en mis ojos. — Te has comprometido con una niña de 21 años, la pregunta es por qué. ¿La amas? ¿o es que te casas con ella para que te dé su virginidad?

— No sé de qué hablas.

— Te escuché hablando con Ramiro. Dijiste que es la primera vez que conoces a alguien virgen con esa edad y belleza.

— No es lo que piensas. ¿Creés que me casaría con ella por una razón tan tonta?

— No lo creó. Si esa fuera la razón te habrías casado conmigo hace mucho tiempo. — Diego me observo con sorpresa. — Supongo que tienes una idea equivocada de mi.

— Tu has tenido novios Melisa.

— Nadie más que tú ha besado mis labios. Nunca en mis 25 años deje que ningún hombre me tocará. ¿Sabes por qué? — El me miró seriamente. Probablemente no cree en mis palabras. — Es cierto. Salí con chicos, pero era para darte celos. Yo quería entregarme a ti el día de nuestra boda. Quería que ese día te dieras cuenta de lo mucho que te amo, de que nunca ningún hombre más que tú me importa. Y que jamás anhele dormir en brazos de nadie que no fueras tú.

— Melissa yo lo siento mucho.

— No le digas que lo sientes. — Llegó la causante de mis problemas. Emily González. La prometida del hombre que he amado por 13 años. — Ella me ofreció dinero para dejarte.

— ¿Hiciste eso Melisa? — No si me creerá si lo niego. Pero ésto es algo que de ninguna manera puedo admitir.

— Yo no hice nada.

— Mentirosa. — Emily le mostró en su celular un vídeo de nosotras dos. Donde yo claramente le estoy ofreciendo dinero para dejar a Diego. Al parecer tengo una enemiga digna de serlo.

— ¿Cómo te atreviste? — La mirada de Diego cambio, ya no era culpa lo que había en sus ojos. Era odió. ¿Cómo puedo soportar esa mirada? Dios por favor dame fuerzas.

— Yo lo hice por tu bien... — Trate de explicar.

— ¿Por mi bien? — El rió sarcásticamente. — ¿Por mi bien me quieres separar de la mujer que amo?

"La mujer que amo" Eso se repitió una y otra vez en mi mente. Más lágrimas bajaron por mis mejillas, Emily tenía una mirada de satisfacción, no podía permitir que mi enemiga me viera vulnerable. Limpié ambos ojos y ví con firmeza al hombre frente a mi.

— Admito mi culpa. Lo hice por qué te amo.

— Ésto no es amor Melisa. No lastimas a la persona que amas. No haces maldades para separarlos de su persona importante.

— ¿Maldad? ¿Qué maldad? ¿A quién mate? Sólo ofrecí dinero. ¿Tiene eso algo de malo? — Diego tomó mi brazo con fuerza.

— No quiero gente cómo tú en mi vida. Desaparece.

— No pensaba quedarme aunque lo pidieras. — De nuevo me solté de su agarré. — Voy a vender mis acciones en la empresa. Te dejaré el camino libre para que puedas ser feliz. — Caminé hacia mi auto. Antes de subir observe a la pareja y volví hacia ellos. — Diego, todo termina aquí. Hoy dejó libre el amor que una vez te tuve. Nuestra amistad, nuestra sociedad, nuestros buenos y malos recuerdos terminan aquí. Tampoco te quiero ver de nuevo. Incluso cuándo te estés muriendo. No iré a verte. — Ahora sí, con la poca dignidad que me quedaba fui a mi auto, cerré la puerta y conduci a mi casa. En está me esperaba una soledad infinita. Pensé que un día estaría llena de niños, quería tener muchos. Pero ahora todo terminó.

Melissa Torres.