El Contrato: Una Segunda Oportunidad Para El Amor

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Por la mañana Yeda se levantó muy temprano y después de limpiarse y darse una ducha caliente, se cambió y bajó las escaleras, por lo que Helena sabe, las mujeres recién se despiertan al mediodía. En el gran comedor Yeda encontró a Frederico tomando un café solo mientras leía un periódico, después de saludar a su padre con un beso en la mejilla, Yeda se sentó y pronto comenzó a comer.

Con un poco de miedo, Yeda enfrentó a su padre y luego habló con sinceridad:

Yeda- Perdóname por abandonarte, sé que debiste sufrir mucho, Yana era muy importante para nosotros y por mucho que pase el tiempo siempre la amaré y mamá también, ellos nos están cuidando.

Mientras hablaba, Yeda no pudo contener las lágrimas, su madre murió hace 10 años y Yana hace 4 años, pero la añoranza aún golpea de vez en cuando, Frederico no dijo nada y en ese momento Yeda se dio cuenta que todavía guarda rencores. Sin querer forzar la situación, Yeda volvió a comer en silencio.

Un rato después apareció Natan, por su ropa y el olor a alcohol, Yeda dedujo que el hombre acababa de llegar de una fiesta, dio un suspiro de desaprobación, “sigue borracho, uf”, pensó mientras daba un falso sonríe al hermano.

Después de terminar de comer, Yeda respiró hondo unas cuantas veces y luego habló:

Yeda- Papá, quiero volver a trabajar en el grupo, ¿puedo?

Frederico solo asintió levemente mientras mostraba una pequeña sonrisa, Yeda dio unos gritos de alegría y abrazó a Frederico, lo único que necesita ahora es seguir adelante. Yeda es licenciada en informática y ya ha creado varias páginas web y juegos infantiles, “la vida sigue, de todos los amores, el propio”, pensó mientras subrepticiamente se quitaba el anillo de boda que aún llevaba en el dedo, ahora ya no está. real.

Después de un rato hablando con su padre sobre la empresa, Yeda salió al jardín, sentándose en un columpio mirando las flores. Yeda se sobresaltó por la llegada de Natan, sin mucha paciencia rápidamente preguntó:

Yeda- ¿Qué te pasa?, durante el café ignoraste mi presencia, ahora me sigues, ¿qué quieres decirme?

Natan no dijo nada, solo se sentó a su lado y permaneció en silencio, Yeda recibió el mensaje y pronto comenzó a hablar:

Yeda- Nuestro padre ya está cansado, pronto seremos nosotros quienes tengamos que cuidarlo, un día se va y quedamos solo nosotros dos, uno cuidando al otro. Vivamos en paz y tratemos de ser felices lo más posible, sé que me acusas de robarme el amor de mamá, alguna vez te has parado a pensar en la suerte que tuviste, fuiste el único que tuvo tiempo de despedirte de mamá.

Al escuchar eso, Natan comenzó a llorar, el nacimiento de las niñas le hizo perder la atención de su madre y por eso siempre distraía a sus hermanas, hace 10 años Ranna se suicidó, ese fatídico día solo Natan estaba en casa y cuando la encontró casi sin vida, tuvo la oportunidad de decirle cuánto la amaba, Yeda no lo sabe, pero Natan no dijo una sola palabra.

Aún llorando, Natan abrazó a su hermana y le dijo:

-Perdóname, fui un idiota. Habló mientras intentaba contener el llanto.

Con una sonrisa traviesa, Yeda no tardó en responder:

-No será tan sencillo, aún necesitas comprarme varios regalos, 25 en total, ¿recuerdas cómo fingiste olvidar mi cumpleaños? Bueno, ahora estás endeudado.

Ante sus palabras ambos se echaron a reír, se quedaron ahí un rato hablando de temas triviales, Yeda le contó a su hermano sobre el fin de la relación y el sacrificio que estaba dispuesta a hacer solo para estar con Felipe, Natan sonrió y dijo:

-Perdón si estoy siendo insensible, pero esto fue lo mejor que pasó en los últimos años, no tengo intención de casarme, la misión de hacer crecer la familia es sólo tuya, apúrate.

Dijo las últimas palabras y salió corriendo, porque sabía que su hermana querría pegarle, así que como dos niños, se quedaron ahí corriendo de un lado a otro, como Yeda no podía atrapar a su hermano, se quitó la zapatos y se los tiró en la cabeza y luego entró a la casa como un cohete, subió al dormitorio y cerró la puerta.

Al ver así a Yeda Helena, que acababa de despertar, sonrió y dijo:

Helena- ¿Qué pasó? Estás jadeante, sudada, despeinada... en fin, tienes un aspecto terrible jajaja.

Sin dejar de sonreír, Yeda contó lo que acababa de pasar, no los chistes estúpidos, sino la reconciliación con Natan, saber esto hizo feliz a Helena y pronto dijo:

Helena- Entonces celebremos; compras, salón de belleza, “discoteca” y beso en la boca, ese es el orden de la felicidad jajaja.

Yeda sonrió y estuvo de acuerdo, luego de arreglarse ambos salieron de la mansión, “vendrán nuevos tiempos”, pensó mientras arrancaba el auto y desaparecía entre las concurridas calles de Beverly Hills.