Invencible Amor

-¡Parece que se te olvida que ya no eres la gran esposa de un millonario, aquí todos deben llegar puntuales!- La regañaba su gerente enfrente de todo el personal. 

El hombre calvo con forma de huevo que grita es Guido Ricci, uno de los jefes de Roxanne quien más le molesta y fastidia. Cuando ella comenzó su trabajo hace tres años, él la reconoció de inmediato y le contó a todos en la oficina quién era. Todos sus compañeros formaron una imagen de mujer tonta que perdió todo por una calentura, volviéndola el blanco para los chismes y rumores de oficina, quitándole a Roxanne la posibilidad de mezclarse entre sus compañeros como una más. 

Ella no hizo más que mirarlo en silencio, se guardó sus sentimientos y se mantuvo serena en todo momento, no servía de nada discutir con él, lo único que causaría es darle más mala imagen de la que ya tiene. Cuando Guido término gritarle habían pasado 10 minutos por lo que empezaba más tarde de lo que debía, si iba a recursos humanos se le reirían en la cara como siempre, porque Guido “es un buen hombre que solo hace cumplir las reglas” y Roxanne “era una mujer vulgar que lo quiere todo de arriba”, palabras que escuchó de las mismas personas de recursos humanos, más de una vez los atrapó hablando de ella pero jamás dijo nada, no tenía forma de defenderse de ninguna manera y solo le quedaba dejarlo pasar. Negó con la cabeza mientras comenzó su trabajo con mucho esmero.

Cuando estaba de lleno cumpliendo su trabajo, siente como unas manos enormes y sudorosas se posicionan en sus hombres, realizado movimientos suaves pero torpes parecía ser un masaje mal realizado, Roxanne se alertó de inmediato dando un movimiento brusco con su cuerpo para quitárselo de encima, giro la cabeza para encontrarse al molesto de Guido detrás suyo.

–¿Señor Ricci que está haciendo? – preguntó molesta Roxanne.

– Vine a pedirte el informe de datos de este mes– dijo suavemente con una asquerosa sonrisa.

– Aquí los tiene – mientras le da los documentos en mano.

Cuando se los entregó sus manos se rozaron por accidente, Guido le dio una guiño coqueto a Roxanne y se fue a otro cubículo. Roxanne por su parte quedó muy incómoda por la situación, jamás le dio señales a ese hombre de querer algo y no quería nada con nadie por el momento. Cada día su trabajo se hacía más difícil de realizar por el ambiente del mismo. 

Llegó la hora del almuerzo, Roxanne en su camino hacia la sala de descanso, no pudo evitar escuchar una conversación donde resonó su nombre, se detuvo en seco y se quedó escuchando.

–¿La pelirroja? Esa mujer se vive insinuando ante mí, debe encantarle la idea de volver a tener un hombre con dinero– Roxanne reconoció la molesta voz de inmediato, era la de Guido Ricci – No me negaría en lo absoluto, menos con ese trasero. – Decía Guido con deseo y una mirada pervertida a sus compañeros de trabajo. 

 – Ahora que subiste de puesto seguro que te buscará– Dijo un colega, que Roxanne también reconoció como el lame botas de Guido. 

– Se volverá loca cuando escuche el bono que vas a recibir este mes– Dijo otro lamebotas entre risas– Saltara a tus brazos sin pensarlo– 

–Así son las mujeres como ella, solo ven al hombre como una cartera para sacar dinero, para lo único que sirven esas mujeres es para darte un gusto rico y ya- 

Los demás comenzaron a reírse con él, mientras que Roxanne estaba enfurecida, su rostro que normalmente se ve pálido se puso rojo de la rabia, apretó los dientes y los puños con fuerza, tal era el asco que estaba sintiendo que quería vomitar, matar a ese tipo y escupir en su cadáver, era lo mínimo que quería hacerle. 

Estaba cansada de él, necesitaba sacarlo de encima lo antes posible. Comiendo su almuerzo pensaba en las formas de hacer que tomen en serio su denuncia en recursos humanos, ese tipo de hombres tienen que ser castigados pero antes de llegar a algo sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Guido entró al salón con su almuerzo y sentó junto a ella, Roxanne trago fuerte y oculto el asco que le tenía. 

– Veo que estás comiendo lo mismo que ayer– dijo Guido con una sonrisa.

–Si…– Dijo Roxanne de forma cortante mientras el hambre se desvanecía y el asco volvía.

– Debe ser difícil ¿no?, pasar de comer todo tipo de platillos inimaginables a lo mismo siempre– Roxanne suspiro por la nariz sin que Guido lo notara ya sabia a donde iba– Sabes… te puedo dar algo delicioso todos los días si lo deseas, solo tienes que pedirmelo-

Roxanne rodó los ojos y dio una mueca de asco la cual Guido no vio porque estaba muy ocupado desenvolviendo su almuerzo, quería que la tierra la tragara, lo dejaría terminar de hablar solo para no ser descortés y no perder su maldito empleo.

– Si me lo permites puedo darte todo lo que necesites y más– dijo mientras guiñaba un ojo, Roxanne no dijo nada y solo volteo la mirada.

–No gracias, no me hace falta señor Ricci– decía con tono de desagrado mientras guardaba su almuerzo restante.

Su falta de cooperación molesto mucho a Guido, frunció el ceño y de forma agresiva agarró el muslo de Roxanne y lo apretó con fuerza.

–¿Qué hace falta para complacer a una zorrita como tu? – dijo con intenciones lascivas pero sonaba enojado.

– ¿¡Qué está haciendo!?- gritó Roxanne y le lanzó su almuerzo restante a su calva– ¡Aléjese de mí!- gritó mientras salía de la sala de descanso. 

Fue corriendo hasta al baño de damas y  se encerró en uno de los divisores, sintiéndose asquerosa y sucia comenzó a llorar de frustración. Se llevó las manos a la boca para ahogar los sollozos y el ruido.

Se sentía completamente humillada. 

"–¿Por qué me pasan estas cosas? –" Se preguntaba entre pensamientos.

–¡Esto no puede seguir así! – murmuró con determinación – ¡Voy a atrapar a ese cerdo! –

Roxanne decidió hacerle frente a la situación, no se dejaría intimidar y sacaría a ese tipo de esta empresa. Continuó con su labor pero esta vez menos atenta, está vigilando en secreto a Guido para ver saber si tomaría represalias y mejor aun atrapandolo siendo el cerdo cochino que es. 

Cuando más lo esperaba Guido se acercó a otra de las oficinistas, una mujer bajita y tímida que estaba parada tomando agua, comenzó a hablarle y fanfarronear. Roxanne tomó su teléfono y comenzó a grabar como el tipo manoseaba a la empleada tocándole el trasero cuando se daba la vuelta para volver a su lugar. Quisiera Roxanne pero el tipo no se detuvo ahí, comenzó a hablarle a otra mujer que estaba más cerca de ella, Roxanne comenzó a grabar de inmediato como este hombre le realizaba un masaje y luego le susurraba algo al oído, dejando a la mujer sumamente incómoda.

Roxanne estoy segura que para cualquier recurso humano esto sería suficiente para sancionar a ese tipo pero en esta empresa recursos humanos dejaba mucho que desear.

Guido se detuvo en medio de sus modus operando con su tercera víctima  con la llegada del dueño de la empresa Francisco Moretti, quien no solo era dueño de la empresa sino también el heredero de la más grande petrolera del país. Todos en la oficina se detuvieron de la labor que realizaba para ver a Francisco entrar, su aura encantadora y su carisma llamaban la atención de todo el mundo. Era guapo rubio de ojos color miel, con una sonrisa brillante y hermosa, tendría la misma edad que Roxanne, convirtiéndolo en un soltero codiciado. 

-Buenos días, señor Moretti- dijo Guido con todo el respeto del mundo y una sonrisa de lame botas en su cara.

-Buenos días Guido ¿Las cosas van bien hoy?-

-Por supuesto señor- dijo con una sonrisa Guido y Francisco se la devolvió. 

-Fantastico, salgamos a beber uno de estos días- dijo mientras se iba a su oficina.

Roxanne se alarmó al ver esta pequeña interacción, si Guido era amigo de Francisco las cosas se ponen más difíciles unos cuantos videos no sacaran a Guido de este lugar.