Por Amarte Asi

...GABRIELLA...

Regresamos a casa antes de tiempo para preparar la cena, aunque admito que estoy algo nerviosa, no se cómo van a terminar las cosas está noche.

– ¿Estás bien, Gabi? –me pregunta Leila–. Te noto pálida, ¿te sientes mal? ¿La bebé está bien?

– Estamos bien, no te preocupes –la tranquilizó–. Es que estoy un poco nerviosa por hoy.

– No te voy a negar que yo también –dice suspirando–. No sé cómo van a reaccionar Ömer y Arduç cuando se vean.

– Espero que no haya sido una mala idea –digo–. Ömer es un hombre tranquilo pero de temperamento fuerte.

– Lo se, si Ezequiel dice algo fuera de lugar... –dice preocupada–. Se va a arma tremendo lío.

– ¿Sabes cómo es él? –le pregunto–. Hablo de Ezequiel.

– Pues... tuve la oportunidad de verlo unas cuantas veces –dice–. Es rubio, ojos verdes, alto... casi tan alto como Ömer.

– Espero que no se desate una pelea –digo preocupada–. Estoy muy nerviosa.

Así me quedé en la cocina hasta que subí a la habitación para vestirme, hacia frío me vestí para estar abrigada, no podía arriesgarme a enfermarme por el embarazo.

Una vez que terminamos el timbre de la puerta suena, Rick va a abrir encontrándose con los Arduç y las chicas.

– ¿Maddie? ¿Noe? –pregunta Rick–. ¡Están enormes!.

– ¡TÍO RICK! –ambas abrazan a Rick.

– Te extrañamos mucho, tío –dice Noe–. ¿Nos extrañaste a nosotras?

– ¿Cómo no iba a extrañarlas, hermosas? –les dice.

Ömer baja las escaleras con los Liam y Austin, las niñas se lanzan hacia su padre en un fuerte abrazo. Los miro sonriendo, después de tantos años finalmente se pueden abrazar.

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...ÖMER...

Abrazo a mis hijas como si se fueran a escapar, nos quedamos así unos segundos hasta que nos alejamos. Le extiendo la mano a Gabriella y ella la toma acercándose a mí.

– Hijas, les presento a Gabriella –les digo–. Mí esposa.

– Hola, Gabriella –dice Maddie–. Si eres muy linda, mí papá no mentía.

– Ustedes son hermosas, chicas –dice Gabriella sonriendo–. Su padre siempre me hablaba de ambas.

– Y ellos –mis hijos se acercan–. Son sus hermanos, Liam y Austin y... –acaricio el vientre de Gabriella–. Ella es Cecilia.

– Pero van a tener que esperar un tiempo para conocerla –dice Gabriella riendo.

– ¿Cuánto tiempo tienes, Gabriella? –pregunta Matteo.

– Tengo dos meses... –responde–. Dos meses recién cumplidos.

– ¿Cómo saben que esperan una niña? –pregunta Ezequiel–. ¿Son adivinos?

– Solo lo sé y ya –lo miro–. Tengo ese presentimiento.

– Bueno. ¿Tienen hambre? –pregunta Leila–. La comida está lista.

– Claro, vamos.

Todos vamos al comedor y nos sentamos en la mesa, algo que no pude dejar pasar es las miradas que se lanzan Leila y Matteo, son discretas pero pude notar un leve sentimiento.

– Bueno, Ömer y Gabriella –dice Matteo–. ¿Cómo es que se conocieron?.

– Cuando salí de prisión –digo seriamente–. Ahmed, mí mejor amigo me propuso trabajar para él y acepte.

– Yo trabajaba en la empresa de Ahmed en ese tiempo –dice Gabriella–. Ahí nos conocimos, trabajamos juntos en un proyecto.

– Me enamoré de ella y ella de mí –completo y la miro sonriendo–. Nos casamos, tuvimos nuestros hijos, una próxima hija y aquí estamos.

– Que lindo –dice Ezequiel.

Era evidente que el idiota lo decía con sarcasmo, miraba insistentemente a Gabriella.

– ¿Tu fuiste hace unos días a la empresa? –dice Gabriella y me mira–. Es él hombre que pregunto por ti.

– ¿Tu fuiste a mi empresa? –pregunta Ömer.

– Si, así es. Me enteré que te encontraste con mis hijas –confiesa–. Quería hablar contigo.

– Ömer... –Gabriella pone su mano en mí rodilla–. Por favor calma, están los niños aquí.

– Si, no te preocupes –le sonrío–. Bueno, no estaba en esos momentos.

– Si, me dijeron eso –dice sonriendo–. Pero me recibió tu encantadora esposa.

– Es muy encantadora, ¿no es así? –pregunto molesto.

– Ömer, por favor –me tranquiliza Gabriella.

Respiré profundo y logré controlarme, Ezequiel intenta hacerme perder el juicio, pero no lo va a lograr. Después de una cena bastante tranquila, decidimos ir al jardín, donde hay luces colgantes iluminando.

– Que hermoso jardín –dice Matteo–. Los felicito..

– Gabriella y yo remodelamos la casa –digo abrazándola–. Cuando nos casamos.

– Les quedó muy linda –dice Ezequiel–. Tienen buen gusto.

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...GABRIELLA...

Algunas charlas fueron tensas, se que Ömer no guarda rencor sobre lo que paso, pero algunos recuerdos quizás lo hagan enojar.

Nos sentamos en la mesa de afuera conversando, los niños y las niñas parecen llevarse bien. Entonces ponen música y suena la canción que conozco perfectamente, veo a Ömer acercarse a mí.

– ¿Señorita? –me dice caballeroso–. ¿Recuerda esta canción?

– La primera canción que bailamos juntos –respondo sonriendo–. ¿Cómo voy a olvidarla?

– ¿Me haría el honor de concederme esta pieza? –extiende su mano hacia mí.

– Claro que sí... –tomo su mano.

Ömer me lleva al césped a bailar bajo la mirada de todos. Nos abrazamos mientras bailamos olvidándonos de todo lo que nos rodea.

– ¿Eres feliz, mí amor? –le pregunto.

– ¿Cómo no voy a ser feliz, mí vida? –me responde con una sonrisa–. Te tengo a ti, a nuestros hijos, mis hermano y mis hijas. ¿Que más puedo pedir?

– ¿Si la vida te diera una segunda oportunidad de empezar? –le pregunto–. ¿Cambiarías algo?.

– Si, cambiaría algo –me dice–. Te volvería a buscar mucho antes de habernos conocido, para así estar más tiempo juntos.

– ¿Hasta que seamos viejitos? –le pregunto.

– Hasta que seamos viejitos y tengamos que darnos la mano para caminar –sonrie–. Cuando me cuides es mis últimos días y lo último que vea sean tus ojos, tu sonrisa. No quiero que llores...

– Me será imposible no hacerlo –le digo emocionada–. Perderé al amor de mí vida, no podré vivir sin ti.

– Por nuestros hijos, lo harás –me abraza.

Nos miramos y nos balanceamos al ritmo de la canción. Sonreímos y pegamos nuestras frentes.

– Te amaré para toda la vida –me dice.

– Y yo te amaré toda esta vida y la siguiente –le respondo.