Stan despierta en medio de un planeta desértico sin recordar nada más que el rostro de su esposa, quien fue raptada por un pirata y ahora él junto a su compañera deberá emprender un viaje para salvarla.
Encontrándose en el camino enemigos que se creía que eran simples mitos de la Tierra, y algunos pocos aliados.
¿Podra salvar a su esposa? ¿podra sobrevivir a su propia odisea?
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Capitulo #24: Mi delicada Flor
Cuando cedí a mis heridas, vi cómo todo a mi alrededor comenzaba a derrumbarse por el impacto contra el mar de hielo del mundo donde se iba a llevar la subasta, gracias al impacto, todo se estaba volviendo frío. Podía ver las siluetas de mis compañeros muertos, viéndome fijamente.
Sentía cómo poco a poco mi interior estaba muriendo, mi sangre estaba creando un charco tan grande, que estaba claro que todo había terminado. Quería llorar, después de tanto pelear no pude ver su rostro una vez más, ni abrazarla de nuevo.
Justo cuando comenzaba a perder el rastro de luz en mis ojos, escuché cómo algo salía del cuerpo de Rho Mar. Con la derrota de Rho Mar, el parásito que era mi mejor amigo había quedado libre y estaba dirigiéndose hacia mí, para volver a unirnos. Mientras cerraba los ojos por el cansancio de la pérdida de sangre, escuché la voz de mi compañera, quien estaba corriendo hacia mí dirección con Flor en sus brazos.
—Flo… Flor… —susurré con una voz tan débil como el pétalo de una flor—.
Perdí el conocimiento debido a mis heridas, aunque mis compañeros me llevaron consigo y me sacaron de la nave. Antes de que fuera tragada por el mar de hielo, usando la nave que usamos para entrar, pudieron escapar a tiempo.
Y volaron a toda velocidad, a la primera ciudad cercana para intentar evitar que muriera por la pérdida de sangre. Solo que antes de siquiera llegar se dieron cuenta que lo mismo que había hecho que Rho Mar fuera más fuerte que la última vez me había salvado la vida y había sanado mis heridas, aunque no me había podido regenerar el brazo.
Al recuperar la consciencia, lo primero que vi, fue el rostro de mi compañera quien estaba limpiando una prótesis que me habían puesto en mi muñón. Roxy parecía no haber dormido mucho, y en sus ojos había rastros de lágrimas recientes, estaba claro que la había preocupado y asustado, así que lo único que pude decirle para romper el silencio fue...
—Lo siento… Por preocuparte —me disculpé mientras me sentaba—
—Jaja, Capitán, no tienes que disculparte todo el rato, es molesto que lo hagas siempre, sabes
—Lo siento, es una costumbre que tengo
—Mmm… sí que eres un caso perdi…
—R-Roxy ¿Estás aquí?, el piloto me dijo que estabas… —preguntó Flor entrando a la habitación, con su ropa de prisionera—.
Nuestras miradas volvieron a encontrarse después de tantos años, su mirada hizo que mi mundo se detuviera. Sentí que mi corazón se detuvo para nuevamente latir. Me levanté de la camilla de un salto para correr hacia ella para abrazarla con todas mis fuerzas, ella me correspondió el abrazo mientras nuestras lágrimas no dejaban de salir y escurrir por nuestras mejillas.
—¿De verdad eres tú? ¿No estoy muerto? ¿Verdad? Flor… —pregunté sollozando mientras tocaba su rostro incrédulo por lo que estaba viviendo—.
—Sí, soy yo… —respondió jadeando mientras me tocaba las mejillas incrédula de verme de nuevo frente a ella—. Soy yo y lo siento, lo siento por haber hecho nada cuando él te separó de mí, si tan solo yo…
—No, no tienes que disculparte —la interrumpí con voz temblorosa y cristalina—. Ahora estamos juntos —añadí entrelazando mis manos con las suyas—. Y si alguien me separa de ti, voy a cruzar el universo entero las veces que sean necesarias con tal de volver a verte
—Lo sé, Athenea me contó todo lo que hiciste con tal de volver a verme, todo lo que sufriste, y no tenías que hacerlo, no debiste… pero me alegra tanto que lo hayas hecho porque ahora te puedo tener conmigo
—Sí, me lo imagino, aunque sabes creo que valió la pena con tal de volver a verte
—Stan…
Aún sollozando, me incliné hacia ella para sellar nuestro reencuentro con un beso cargado de nuestro amor y lágrimas que seguían saliendo sin control.
—¡Ajam! ¡Ajam! —al escuchar a la enana de nuestra amiga, rompimos nuestro beso aún con la respiración temblorosa—. Siento arruinar su reencuentro pero tórtolos, no olviden que aún no tenemos cosas que hacer —dijo incómoda mientras se abrazaba el brazo y volteaba hacia el suelo—.
—Es verdad, aún debemos ir a Andrómeda a salvar a las personas del zoológico —dijo, entusiasmada—.
—Y aún falta regresar a casa —añadí—.
—¿Qué? ¡No!, oigan, dudo que la nave soporte tanto tiempo más con este frío por lo que debemos encontrar una forma de salir de este planeta
—¡Capitán! ¡Roxy! ¡Vengan! ¡Tienen que ver esto! —gritó Erik—.
Intrigados salimos de la habitación para ir con Erik, viendo desde la ventana central de la nave, una gigantesca ciudad vikinga en lo alto de una montaña cubierta por la nieve.
—¿Qué opinan de las vistas? Porque parece que hemos llegado a Midgard
—¿Midgard?, espera… Aquí no es donde vive ese panzón pelirrojo y su padre
—Jaja, sí, aunque descuiden, mientras mantengamos un perfil bajo, ese panzón no nos va a carbonizar con sus rayos
—Aah, carajo primero los dioses orderaneos ahora los Asiers de Asgard pero supongo que no nos queda de otra —se quejó Roxy en voz baja—.
—Tranquila, mientras nos mantengamos juntos podremos salir de aquí
—Así se habla, Capitán, aunque oigan, ¿Alguno sabe dónde está el desquiciado de nuestro compañero con alitas en sus zapatos?
—¿Eh? Es verdad, ¿Dónde está Hermes?
—No lo sé, hace un momento estaba en la nave con nosotros
—Qué raro, ¿a dónde habrá ido?
—¡Bueno! Qué más da, ese desquiciado va y viene cuando quiere
—¿Qué? ¿Hermes es nuestro aliado?
—E-Es una larga historia, Cariño
Mientras nosotros estábamos por llegar a Midgard, Hermes se encontraba en aquel mar helado esperando a que su aprendiz, saliera envuelto en un traje hecho con su sangre oscura. Su cabeza había regresado a su cuerpo pero aún así, ahora él había sido quien perdió todo.
—Jaja, ese Humanito sí que te dio tu merecido pero era de esperarse que no ibas a morir con eso —se burló mientras se acercaba a su aprendiz, quien estaba temblando de frío—.
—M-Maestro… ¿Acaso solo viene a burlarse de mí?
—No realmente, jaja, también vine para saldar mi deuda contigo y tu hermano —Hermes sacó una flor de su bolsillo—. Esto te servirá para lo que tanto quieres hacer —volteó al cielo—. Aunque cuidado, porque ahora estás en un territorio ajeno al mío
—Descuide, no tengo pensado, quedarme mucho tiempo en este planeta
—Huhm, y dale mi saludo a Odín