Con Miedo Amar

La música de la discoteca retumba en las paredes y las luces bailan igual que nosotros. Caro y yo estamos en el centro de la pista, riendo, saltando, dejando que la emoción del día salga en cada movimiento. Juan y Pedro hacen pasos rarísimos, y Tiago… Tiago solo me mira desde la barra con esa media sonrisa que me persigue desde que llegué.

Estoy a punto de acercarme para molestarlo un poco cuando Isabella entra.

Sí. Isabella.

Cabello perfecto, ropa cara, y esa aura de “aquí estoy yo” que siempre trae como si la vida fuera una pasarela hecha solo para ella.

Ella mira a Tiago.

Tiago me mira a mí.

Y por un segundo todo se detiene.

Isabella camina con pasos seguros y directos. Se planta frente a mí y sonríe… una sonrisa que no sé si es amable o si es una advertencia envuelta en Lit gloss

Isabella: Ann, ¿cierto? —dice como si no supiera exactamente quién soy.

Yo: Sí —respondo, alzando la barbilla.

Ella mira a Tiago, luego a mí, y suelta:

Isabella: Necesito hablar contigo, Tiago.

Juan murmura:

—Uy…

Tiago suspira, como si ya supiera lo que viene, y me mira con esos ojos que no sé si me calman o me terminan de desordenar.

Tiago: No te muevas, ya vuelvo —dice suave.

Asiento… pero siento el estómago encogerse.

Los veo irse a un rincón menos iluminado. Ella se inclina demasiado cerca, toca su brazo, le habla bajito. Tiago baja la mirada, pensativo.

Caro aparece a mi lado.

Caro: ¿Estás bien?

Yo: Sí… —miento.

Pero no, no lo estoy.

La música suena fuerte, pero todo lo que escucho es el silencio entre ellos dos en esa esquina, Caro me arrastra de nuevo a la pista pero yo no puedo concentrarme, y entonces pasa.

Isabella se le lanza encima.

Y Tiago… Tiago le sigue el beso.

Me quedo paralizada en medio de la pista, el corazón me late tan fuerte que siento que me va a romper el pecho. Sé que entre ellos había algo, siempre lo supe, pero..

¿por qué duele tanto?

¿Por qué siento ganas de llorar?

Caro vuelve a mirar hacia la esquina.

Caro: Ann… ¿estás bien?

Yo: Sí. Solo necesito un trago.

Voy a la barra y pido lo más fuerte que tengan.

Caro: Amiga, tómatelo con calma. Ese idiota no te merece.

Yo: Solo quiero divertirme. —cambio el tema— Vamos a dar la putivuelta a ver qué conseguimos.

Caro: Así me gusta.

Nos tomamos otro trago y empezamos a dar la vuelta, muchos hombres, muchas mujeres… pero ninguno me llama la atención. Caro, en cambio, encontro a un güerito de ojos verdes y empieza a besarlo como si no hubiera mañana, yo me quedo en shock un momento y luego me alejo.

Voy caminando distraída cuando tropiezo con un chico alto, de piel bronceada, cabello castaño oscuro y una mandíbula tan marcada que parece sacada de una revista. Ojos marrón claro, barba perfectamente cuidada, camisa pegada al cuerpo… demasiado atractivo para estar en el mismo lugar que yo.

Desconocido: ¿Estás bien? Perdón, no estaba atento.

Me quedo un segundo atrapada en esos ojos.

Yo: Sí, no te preocupes.

Desconocido: Me alegra ¿Y qué hace una niña tan bonita sola?

Yo: Estaba con mi amiga… pero parece que encontró novio. —señalo a Caro besándose con el chico—

Desconocido: Ah, Jhonatan… sí es rápido.

Yo: La rápida es ella, apenas lo vio quedó encantada.

Desconocido: Entonces se merecen. —ríe—

Ambos reímos.

Desconocido: Por cierto, mi nombre es…

Cuando va a decirlo, aparece Juan.

Juan: ¡Ann! ¿Dónde se metieron? Las estamos buscando como locos.

Yo: Exagerado. Solo estábamos dando una vuelta.

Juan: Sí, sí, como sea. ¿Dónde está Caro?

Caro aparece gritando:

Caro: ¡Aquí estoy!

Juan: Habla más bajito.

Caro: ¿Tú crees que con esta música me ibas a escuchar?

Juan suspira.

Juan: Vamos. Isabella se quedó en la mesa y me estresa cómo está encima de Tiago.

Caro: ¿Y nosotros qué tenemos que ver ahí?

Caro rueda los ojos y Juan suelta un suspiro cansado, yo solo trago saliva porque no quiero volver a mirar hacia esa mesa, pero lo hago y ahí están.

Isabella pegada a Tiago, hablándole al oído como si nada hubiera pasado, el está serio, sin expresiones… pero tampoco la aleja.

Ese detalle me golpea más fuerte que el beso.

El desconocido me mira, como si notara ese pequeño derrumbe interno que intento esconder.

Desconocido: ¿Estás segura de que estás bien? —pregunta con esa voz suave pero gruesa que me hace levantar la vista.

Yo respiro hondo.

No, No estoy bien.

Pero tampoco pienso quedarme quieta viendo cómo otros deciden por mí.

Yo: Sí… tranquilo, solo quiero seguir pasándola bien.

Caro me toma del brazo, quizás para asegurarse de que no me quiebre, Juan nos guía entre la gente hasta la mesa, cada paso se siente como caminar hacia algo inevitable.

Cuando llegamos, Isabella nos mira con esa sonrisa falsa que ya me sé de memoria, mientras se pega aún más a Tiago. Y él… él levanta la mirada, me ve, y algo en su expresión cambia, no sé si es culpa, sorpresa O miedo.

Pero lo que sí sé…

es que yo ya no soy la misma chica que entró a esta discoteca hace unas horas.

Yo: Bueno, ¿y ahora qué hacemos? —pregunto con una sonrisa que no sé de dónde saco.

Nadie contesta.

La música sigue sonando, las luces siguen bailando, pero entre nosotros… algo se rompió.

Y aunque intento ignorarlo, sé que este momento—este exacto segundo—va a cambiarlo todo.

Porque por primera vez, Tiago me mira como si tuviera miedo de perderme.

Y por primera vez, yo no sé si quiero que me encuentre.