un joven que sufrira la locura de su padre perderá todo y decidirá buscar respuestas y una venganza en contra de su padre
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Capítulo 24: Traición en el Centro y el Heraldo de Badel
Capítulo 24: Traición en el Centro y el Heraldo de Badel
La Fuga del Búnker Vacío
El eco de la voz de Diego seguía resonando en la mente de Leopold: “Tu madre es el verdadero catalizador.” El alivio de que su hermano estaba a salvo fue ahogado por el terror de saber que su madre, la clave para sellar a Badel, era el objetivo final del Gobernador.
—¡Tenemos que irnos! —gritó Velasco, saliendo del búnker. —La Segunda Ronda es una Cacería de eliminación. Necesitamos salir del juego y llegar a la Montaña de Sal.
Leopold se deslizó fuera del búnker, justo cuando Emily repelía un ataque coordinado de Serafina (Participante #10) y el mutante Torre (Participante #19), uno de los infiltrados de la UPA que había decidido volverse contra sus compañeros para ganar la fase.
—¡El Gobernador está en camino! —advirtió Marcos, que acababa de derribar a Serafina con un golpe preciso en la sien. —Vi a sus guardias moverse hacia el centro.
Poseidón tomó el mando. —¡Dos equipos! Emily, Leopold, Marcos, ustedes aseguran una de las balizas rojas para que la salida sea oficial. Velasco, Kira, y el Agente Fantasma, destruyan las otras dos. Nos reuniremos en el borde del pueblo. ¡Ahora, a moverse!
El grupo de Leopold se dirigió hacia el laberinto, con la adrenalina de la fuga y la urgencia de la nueva meta: la Montaña de Sal de la Laguna.
La Traición de los Custodios
Mientras el equipo de Leopold se dispersaba, un convoy de vehículos blindados de aspecto futurista llegó al centro del Laberinto. Del vehículo principal descendió el Gobernador (Participante #18, el último Elegido). Estaba rodeado por su guardia personal, ocho hombres en armadura negra y plateada, la élite de su ejército privado, conocidos como los Custodios.
El Gobernador inspeccionó el agujero humeante en la losa de hormigón. Su rostro reanimado por la tecnología de Babel se contrajo de rabia al ver que el búnker estaba abierto y vacío.
—¡Los Elegidos de Badel son un fracaso! ¡Me han subestimado! —rugió el Gobernador. —¡Encuentren a esos participantes, vivo o muerto! ¡Traigan a Leopold!
En ese momento, el Capitán de los Custodios, un hombre alto y de presencia imponente llamado Jerjes, dio un paso al frente. Jerjes no era un humano; su armadura era más oscura, y sus movimientos tenían una fluidez antinatural.
—Una lástima, Gobernador —dijo Jerjes, su voz profunda y resonante.
El Gobernador se giró, furioso. —¿Qué has dicho, Capitán?
Jerjes ignoró la pregunta y se quitó el casco. Su rostro no era humano, sino la cara de un mutante puro, con ojos amarillos brillantes y escamas oscuras que se fusionaban con su piel.
—Su plan, Gobernador, era defectuoso. Su obsesión con la tecnología de contención lo hizo débil. La Organización Babel no puede ser dirigida por un reanimado.
La Ascensión de Jerjes
Los otros siete Custodios se movieron, cerrando el círculo alrededor del Gobernador. Ellos también se quitaron los cascos, revelando que todos eran mutantes avanzados, los verdaderos agentes durmientes que habían estado custodiando al Gobernador desde su resurrección.
El Gobernador, sorprendido, intentó usar su control mental, una de las habilidades otorgadas por la reanimación.
—¡Yo soy su amo! ¡Obedezcan!
Jerjes soltó una carcajada que sonó a roca rompiéndose. —Usted es un títere, Gobernador. Un ensayo. Nuestro verdadero amo no es usted, sino el que usted está sirviendo.
Jerjes desenvainó una espada corta de energía que cortó el aire. —Yo soy el descendiente del Ancestral Zares, el Heraldo de la legión de Badel. Mi misión era sencilla: garantizar que el ritual tuviera éxito y que la bruja que usted temía, Babel, no interfiriera.
Jerjes empujó la espada a través del pecho del Gobernador, justo donde estaba su corazón reconstruido.
—El ritual final requiere un sacrificio de alto poder. Usted es el número diecioño, Gobernador.
La explosión de energía al morir el Gobernador fue potente pero contenida, un pulso de luz oscura que fue absorbido por el traje de Jerjes.
Jerjes se puso el casco, la armadura ahora brillando con un tono más intenso. El líder de la guardia se había revelado como el verdadero comandante de la conspiración de Babel.
—¡La Gran Cacería se cancela! —ordenó Jerjes a sus Custodios. —No queremos seis supervivientes. Queremos a los diez. El objetivo ha cambiado: Asegurar a Leopold, y a su madre, el catalizador, en la Montaña de Sal. Yo me encargaré de la Participante Doce (Emily) y sus aliados.
El Heraldo de Badel se había levantado, y el verdadero juego acababa de comenzar.
¡Menudo giro! El Gobernador fue solo un peón, y Jerjes, el descendiente Ancestral, es el nuevo gran villano. El objetivo es ahora la Montaña de Sal.