María Elena Collazo trata de hacer hasta lo imposible por libararse de las garras de su suegra y de su alcohólico esposo. ¿Hasta qué punto podrá soportar ese infierno? Esta historia es totalmente ficticia. Todos los personajes y vivencias fueron creados por la mente de su servidora. Cualquier semejanza con la vida real es mera coincidencia.
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Prólogo
María Elena nunca pensó en lo que se iba a meter al casarse con ese hombre hijo de mamá.
Su vida había sido muy triste, perdió a sus padres desde muy chica. Sus abuelos paternos se hicieron cargo de ella. Pero no podía moverse libre por esa casa porque no paraban los regaños.
La tenían prácticamente secuestrada. Ella siempre luchó por salir adelante, pero sus abuelos no la dejaban crecer, ni siquiera la dejaron estudiar lo que ella deseaba.
"¿Para qué quieres escuela si vas a crecer y te vas a casar?, lo que debes hacer es buscar un buen marido", eran las palabras de su abuelo.
María Elena iba creciendo con la idea de que un hombre tenía que mantenerla y se resignó a no seguir estudiando. Solo llegó hasta la secundaria.
Su mayor ilusión había sido ser una buena arquitecta, desgraciadamente, eso solamente quedó en un deseo guajiro.
Además, la ponían a hacer todos los quehaceres de la casa atribuyendo a que la abuela ya estaba vieja y no podía hacer tales menesteres.
A sus 15 años veía como otras chicas tenían su fiesta, pero ella jamás tuvo una fiesta ni siquiera un pastel de cumpleaños.
María Elena había aprendido a cocinar, a lavar, a planchar su ropa y la de sus abuelos; barría, lavaba el baño, etc., etc.
Ella solamente tenía una amiga que siempre la ayudaba en todo, Victoria.
Ándale, Vicky, vamos a salir esta noche, tus abuelos se quedarán bien dormidos y no se darán cuenta de nada. ¿Sabes?, logré que te dieran una beca para que estudies lo que más deseas.
¿De verdad?, lo que más deseo es estudiar arquitectura.
Pues ya tienes la beca no vas a pagar ni un solo centavo y además no te piden la prepa. Así que debes de aprovechar porque no creo que se te vuelva a presentar una oportunidad como esta.
Y, ¿cómo le voy a hacer con los abuelos?, ellos no me van a dejar.
María Elena, yo te conseguí la beca ahora tú ingéniatelas para poder estudiar. Te lo digo en buena onda, no esperes a que otros te resuelvan tus problemas.
Tienes razón, perdón.
A los abuelos a veces se les iban las cabras y no sabían en qué mundo vivían. Se olvidaban en ocasiones de que tenían una nieta. Y esos momentos María Elena los aprovechaba para ir a estudiar. En la escuela de arquitectura sabían la vida difícil que llevaba y la ayudaban en todo.
Llevaba ya varios años en esa situación. Pero como no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se llegue, María Elena logró graduarse con honores de arquitecta.
Para ese entonces, la abuela sufrió una caída fatal. Estaba en su cuarto, acostada, de pronto, se levantó de la cama, pero uno de sus pies se atoró con la sábana y cayó sin misericordia golpeándose la cabeza con el buró.
El abuelo le gritó a Elena, estaba desesperado porque no podía hacer nada.
Cuando llegó Elena ya era demasiado tarde, la abuela había fallecido. Al parecer, murió al instante del golpe.
El abuelo vivió un mes más y luego falleció también. Los médicos dijeron que fue la tristeza de perder a su esposa.
María Elena estaba desencajada porque había perdido a sus dos abuelos, pero sin que suene a presunción ni mala nieta se sentía aliviada, libre. Por fin podría hacer cosas que antes no le estaban permitidas hacer.
La lectura del testamento llegó sin que nadie pudiera evitarlo.
"En pleno uso de mis facultades mentales y sin que nadie me haya obligado a escribir, dejo como heredera universal a mi nieta María Elena Collazo, en vista de que no tengo más familiar que mi esposa, pero si están leyendo esto es porque mi esposa ha fallecido también.
Espero que mi nieta sepa manejar bien la situación y administre bien los bienes que le dejo, como la casa donde vive, una cuenta no muy grande en el banco, y una pequeña casa que nos sirvió como alojamiento cuando queríamos descansar del barullo de la ciudad".
Bueno, señorita, es todo, ahora firme aquí. Bien, ya puede disponer de todo a su antojo, dijo el notario en cuanto María Elena estampara su firma en el papel.
Gracias, Lic. Archundia.
A sus órdenes.
Victoria se puso feliz por su amiga. ¿Qué piensas hacer ahora?, le preguntó.
Continuar con mi vida, tengo una carrera y pienso ejercerla.
Muy bien, ya sabes que cuentas conmigo para todo.
Lo sé, amiga.
Elena encontró un trabajo a su medida. En esa empresa se dedicaban a construir casas para los trabajadores de bajos recursos. Así ganaban todos.
Elena empezó con el pie derecho, ya que los ingenieros gustaban de sus creaciones y las llevaban a cabo. Los más beneficiados eran los obreros y trabajadores de clase media.
La mayoría estrenaban casas muy bonitas. Quedaban felices por su nueva casa.
Agradecían a María Elena.
Ella sonreía al ver que los trabajadores eran felices.
Pero esa felicidad no le iba a durar mucho tiempo.
*Autora*
Espero que esta historia sea de su agrado. Pueden criticar, pero que sean críticas constructivas y no destructivas; piensen que me paso mucho tiempo pensando en lo que voy a escribir, y a veces no es fácil.
Les mando muchos saludos a todos y cada uno de mis lectores y de los que me siguen. También les mando un abrazo y espero sus comentarios.
Porque aunque parezca que no los leo, no es así, leo cada uno de lo que me escriben, aunque algunos comentarios no sean buenos. En fin, disfruten de esta lectura y de los próximos capítulos que escribiré.
Gracias.
Otra cosa, esta historia es totalmente ficticia, aunque se tomaron datos de la vida real. Cualquier parecido con algún caso o lugar es pura coincidencia. Todos los personajes y lugares se crearon para tal efecto.