Tamara Müller, 20 años de edad, una chica llena de ambiciones en la vida, pero fuera de eso dulce, aunque con un carácter bastante fuerte. Nunca se le cruzó por la cabeza todo lo que pasaría, ni en sus más locos sueños.
Kilian Mansfeld, 25 años de edad, el Mafioso narcotraficante de armas más temido de toda Alemania, lo consideran como el rey de la Mafia, un hombre sin piedad, ruin, cruel y sin sentimiento alguno, un hombre al que si alguien le juega chueco, sin importar quien sea, lo elimina.
Algunos lo conocen como "El Ángel De La Muerte" y otros como "Lucifer", su belleza es tanta que parece un dios griego, pero detrás de ese rostro angelical se esconde un hombre totalmente despiadado, un hombre que no parara hasta por fin lograr su más ansiado anhelo... Destruir a la familia "Müller" por haber acabado con lo que un día más amo, sus padres.
Para eso se adueñara de cada uno de los bienes de esa familia, incluida su más preciada hija "Tamara Müller".
Descubre que pasará 😉
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Capitulo 5
*Narrador Omnisciente*
Por otro lado, en la mansión Müller todo estaba hecho un caos, a los padres de Tamara los llamaron con urgencias contándoles todo lo que había sucedido, ellos rápidamente tomaron un vuelo y llegaron a la casa, encontrándose con esta hecha un caos.
—¿Que le pasó a nuestra niña?— Preguntó la madre de Tamara al oficial que fue el que le había informado de todo lo que ocurría por teléfono, ya que ningún guardia quedó vivo para contarlo.
—Fue secuestrada, antes de que ustedes llegarán nos tomamos el atrevimiento de revisar las cámaras y nos dimos cuenta de que se llevaron a las dos señoritas, pero no sé preocupe haremos todo lo que esté a nuestro alcance para encontrarlas señor y señora Müller— Dijo con determinación el oficial a cargo.
—¿Encontrarlas?, ¿de quién más habla oficial?— Preguntó Vincent y Amalia, la madre de Tamara, en ese momento se dió cuenta que de quién hablaba el oficial era de Scarlett.
—S-Scarlett cariño, está hablando de nuestra niña Scarlett —Dijo llorando, ya que ellos desde siempre han considerado a Scarlett como una segunda hija— ¿Que le diré a mi hermana Vincent? —Expresó llorando mientras Vincent por su lado trataba de calmarla, aunque ni bien él podía calmarse con lo desesperado que se sentía por dentro.
—Yo los voy a llamar y cuando estén aquí les contaré todo lo que ha pasado, tranquila cariño, encontraremos a las chicas sanas y salvas amor— Dijo tratando de consolar a su mujer, quien no dejaba de llorar.
—¿Revisaron la parte de arriba?— Le preguntó llorando Amalia al oficial.
—No señora— Confesó el policía.
Amalia rápidamente corrió hacia arriba para ver si encontraba algún indicio que le indicara dónde estaba su pequeña niña y su sobrina, sin embargo, al llegar al cuarto de Tamara lo único que encontró fue la sábana blanca envuelta arriba de la cama con una nota encima.
Ella apresuradamente tomó la nota que yacía sobre la cama y empezó a leerla.
Al terminar de leerla no pudo evitar dejar salir un grito desgarrador mientras que con desesperación revisaba la sábana, dándose cuenta de que lo que decía en la nota era verdad.
Ella solo lloraba desconsolada mientras que por la puerta entro un preocupado Vincent que había escuchado el grito desgarrador de su mujer desde la parte de abajo.
—Amor tranquila la vamos a encontrar, de verdad, por favor tranquila, ya llamé a tu hermana y su marido, pronto estarán aquí— Dijo Vincent pensando que el grito de su mujer se debió a qué no tienen a su hija y a su sobrina con ellos.
La mujer lo miro a los ojos con lágrimas brotando de ellos y le pasó la nota, él confundido la tomó entre sus manos y la leyó.
“Como me encantaría verte la cara ahora mismo al estar leyendo esto, ojalá te estés retorciendo de dolor al saber que me lleve a tu preciosa hija... Quien por cierto es una delicia en la cama... Ahí te dejé el regalito que prueba lo que hicimos... Ojo por ojo y diente por diente, tú me arrebataste a mi familia, ahora yo haré lo mismo”
Al terminar de leer la nota Vincent estrujó el papel con mucho rabia y dolor, dejándose caer en el frío piso mientras lágrimas desbordaban de sus ojos por la impotencia.
—Abusaron de nuestra hija Vincent —Dijo desconsolada— ¿A quien le arrebataste su familia?, nuestra hija está secuestrada porque mataste la familia de alguien, ¿a quien diablos le hiciste eso?, dijiste que ibas a dejar ese mundo, ahora nuestra hija está secuestrada por tu culpa!! —Dijo la mujer enojada y con lágrimas en sus ojos recriminándole a su esposo mientras le daba leves golpes en el pecho.
Vincent no hizo nada y dejo que su esposa descargará su irá contra su pecho, a él le dolía verla así, y saber que su hija preciada estaba con alguien que posiblemente lo quiere ver muerto es algo que le desgarraba el alma a él también.
—Dejé esa vida, hace muchos años lo hice, realmente no sé quién puede estar atrás de todo esto... Pero te juro que las encontraré, aunque sea lo último que haga mi amor— Dijo atrayendo a Amalia hacia su pecho abrazándola.
Luego de un rato ellos se separaron y se dispusieron a bajar a la planta de abajo, dónde encontraron a los padres de Scarlett hablando con el policía mientras estos tenían lágrimas en sus ojos.
Amalia bajo con más prisa y abrazo a su hermana en modo de consuelo.
—Lo lamentó mucho, prometo que las encontraremos a las dos hermana— Dijo llorando y su hermana la abrazo más fuerte.
Luego de eso todos pasaron a la sala donde los 4 padres se pusieron de acuerdo con los policías por si reciben algún tipo de mensaje les avisen cuanto antes.
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*Narra Tamara*
Según mi conciencia deben de ser las 12 del medio día, mientras el tiempo pasa cada vez me pongo más histérica, por suerte en este sótano hay una pequeñita ventana con barrotes dónde claramente entra la luz del día la cual está en su punto medio, pero si ese hombre me deja aquí hasta la noche no se que haré.
Había notado un pequeño bombillo arriba del techo, pero al momento de seguir los cables me di cuenta de que el tic tac se encontraba al otro extremo del sótano, mis esperanzas cayeron al mil al saber que no puedo ir hasta allá por las bendita cadena que tengo puesta.
Tengo a la oscuridad, en mi casa siempre dejaba la puerta un poco abierta para que entrara la luz del pasillo y así no tener miedo, porque cuando era niña yo fui...
—Señorita... Señorita!— Me sacó de mis pensamientos una señora de mediana edad que estaba vestida con ropa de sirvienta, ella traía una pequeña bandeja que como mucho tenía dos sandwiches y un jugo.
—¿Es para mí?— Pregunté mirándola.
—Para quien más niña, toma... ¡Ah! Y dijo el señor que se tome la pastilla cuánto antes— Dijo poniendo la bandeja enfrente de mi y con una cara compasiva, a caso sentía lástima por mí?... ¿Será que ella me podría ayudar a salir de aquí?.
—¡¡Por favor ayúdeme a salir de aquí!!, ese hombre es un monstruo, me hizo mucho daño, por favor ayúdeme a escapar se lo ruego!— La agarré de las manos y le supliqué con lágrimas en los ojos y ella me miró con una cara compasiva.
—Lo siento niña, lamento mucho lo que te está pasando, pero yo no puedo hacer nada— Se paró y se dio la vuelta subiendo las escaleras con prisa. No pude detenerla.
—¿Porque a mí?, ¿que quieren conmigo?— Dije llorando de la impotencia que sentía al no poder hacer nada para salir de aquí.
Mire la bandeja e inmediatamente agarré la pastilla y me la tomé con el jugo, por supuesto que no quiero tener un hijo de ese ser tan repugnante y despreciable como lo es ese hombre, de tan solo imaginar que ayer lo estaba elogiando me da rabia.
Han pasado horas tras horas y rápidamente llegó la noche, lo que significa que la pequeña luz que antes iluminaba el lugar ahora se hace cada vez más inexistente y eso me aterra.
El hambre me hacía gruñir la barriga, ese par de sandwiches solo me mantuvieron sin hambre por unas 4 horas como máximo, y para sumarle a eso el lugar ya estaba empezando a ponerse bastante frío y no tengo nada con que abrigarme, el vestido que tengo no sirve para eso... El frío invierno de la época de navidad se hace notar cada vez más.
Mis ojos vieron como la pequeña luz dejaba de alumbrar el lugar y en ese momento una desesperación terrible me invadió, tanto que para mí fue inevitable soltar un pequeño grito para seguido pedir ayuda.
—¡¡Por favor!!, ¡¡sáquenme de aquí!!— Grité tan duro como pude para ver si alguien se tentaba el corazón y me ayudaba, pero fue en vano, nadie se asomó a ver si por lo menos aún seguía viva.
Me paré del colchón y busqué con mi mirada algo que me pudiera ayudar con la oscuridad de la noche, pero no ví nada.
Sin tener otra opción me senté en el colchón y enterré mi cara entre mis piernas mientras cerraba los ojos con fuerzas para pensar en otras cosas que no fuera la oscuridad que me invadía en estos momentos, la cual me ponía más que ansiosa.
Sumándole a eso mi cuerpo por si solo empezó a temblar por el frío que hacía, no sé si podré aguantar por mucho tiempo más estar despierta.
—Papá, mamá, los extraño mucho, sáquenme de aquí por favor, tengo mucho miedo!!— Sentí como todo me daba vueltas, pero antes de caer en la inconsciencia escuché pasos, lo que me hizo tener más miedo de lo normal y acordarme de lo que pase en aquella casa durante mi infancia... Levanté mi cabeza con terror y en frente de mí pude ver la figura de alguien.
—Juro que me portaré bien señora Harris, no volveré a llorar, no lo haré más, pero por favor no me lastime— Estaba tan perdida en mis recuerdos que no podía distinguir la realidad... Sentí como mi vista se volvía cada vez más borrosa y sin más me perdí en la inconsciencia.