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Cruel Esposo Déjame Ir

Cruel Esposo Déjame Ir

Status: Terminada
Genre:Matrimonio arreglado / Síndrome de Estocolmo / Ascenso de clase social / Completas
Popularitas:6k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

Luisa escapó de un matrimonio arreglado, pero su prometido la encontró, la llevó de regreso a Grecia y la obligó a contraer matrimonio, sobre todo, a darle un hijo, porque de lo contrario, la herencia familiar pasaría a manos de fundaciones, y Francesco Nikolauo, no estaba dispuesto a perderla.
En un país que ya no siente suyo, encerrada en las cuatros paredes de una mansión, mientras su abuela está en el calabozo, Luisa le súplica a su cruel esposo, la dejé en libertad, pero él, firme en su posición le propone.
"Libertad a cambio de que seas mía, y me des un hijo".

NovelToon tiene autorización de Miry - C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 24

—No tengo nada de qué hablar con usted, señor Clinton —dijo pasando para dirigirse al coche que ya se había estacionado frente a ella.

Estando dentro Luisa le pidió al chofer que la llevara a casa. De camino a esta las lágrimas salían sin esfuerzo. Rodaban por sus delicadas mejillas cayendo sobre sus piernas y se consumían en las prendas.

Su celular sonó, al saber que era Francesco decidió no contestar. ¿Para que la llamaba? Quizás ya había terminado de divertirse con quien sabe quién, tal vez con la mujer del baño. Ella que decía haber estado entre los brazos de Francesco y, esa noche volvería a hacerlo.

Prometió no dejarla sola durante la noche y, no tenían ni diez minutos de haber llegado, cuando lo vio coquetear con aquella mujer, luego desaparecer del salón.

¿Dónde se había metido? Probablemente con una conquista, pues él era un hombre libre. Ante la sociedad lo era. Nadie más que los empleados de su casa y familia, sabía que ella era la esposa.

La sociedad la creía su hermana. Joder, “la hermana”, ese infeliz se cogía a su propia hermana. Era lo que dirían los demás si se enteraban de que ellos estaban juntos.

Llegó a casa y no fue a la habitación de Francesco, decidió ir a la suya, se encerró ahí.

Tras darse una ducha cayó a la cama y recordó lo que había pasado en la noche. Jodido destino, como fue a traer de regreso a su ex, aquel infeliz que le hizo tanto daño.

En cuanto a Francesco se quedó en el evento hasta que este terminara y, para finalizar se fue a un bar donde bebió y jugó hasta altas horas de la madrugada.

Al volver a casa no encontró a Luisa en la cama, ladeó la cabeza al mismo tiempo que lanzaba el saco a un costado, seguido se dejó caer en la cama cerró los ojos y así amaneció.

Luisa salió de su habitación, fue a la de Francesco porque ahí tenía sus prendas. Desde hace unas semanas que había cruzado sus cosas para esa habitación. Al entrar lo encontró tirado en la cama, con la camisa semi abierta y, algunas marcas de labial.

Aquello le apretó el corazón, sin embargo, desechó cualquier dolor que intentara posesionarse en su interior. Ignorando aquello fue a la habitación, agarró su ropa y, cuando iba a salir, Francesco se paró en la puerta del vestidor.

—¿Qué haces? —cuestionó aun viendo que salía con la ropa. ¿Ella iba a irse?

—Llevar mis cosas de regreso a mi habitación —había sido un error meter sus cosas ahí y, pensar que entre ellos dos podría haber una relación seria.

—¿Y por qué? —Preguntó al cruzarse de brazos— ¿Es que el tipo de anoche te hizo dudar de lo que tenemos?

—¿Y que tenemos? —cuestionó mirándole fijamente— ¡No tenemos nada! Solo soy tú hermana ¿No? —Francesco se acercó y le apuntó con el dedo.

—Eso lo afirmaste tú, no yo.

—¿Ibas a decirle a todo que era tu esposa después de que me presentaste como tu hermana? ¿Eres capaz de decirle a la sociedad que no eres en realidad un Nikolauo? —Sonrió— No, claro que no vas a decir eso. Jamás aceptaras ante la sociedad que por tus venas no corre la sangre Nikolauo. Pero ese no es el principal motivo por el que no me muestras como tu esposa ante la sociedad. El mayor motivo es que no quieres dejar tu vida de soltero —hizo una pausa.

—Y yo no seré la estúpida que espere en casa a que su esposo mujeriego llegue. No quiero esa vida para mí, no quiero ser otra entre el montón —aseguró cuando se propuso a salir.

Francesco le sostuvo del brazo.

—No estás entre el montón. Eres mi esposa, la madre de mi hijo… no puedes bajarte y decir que eres como ellas, porque no es así.

—Solo soy eso. La esposa, la madre de tu hijo, a quien siempre mantendrás oculta, quien no cumple con tus expectativas y por eso sigues buscando a fuera lo que no tienes completo en casa —dijo con un nudo en la garganta.

—Si lo dices por esto —indicó las marcas de labial—. Solo fueron besos de putas, no pasó nada —El corazón de Luisa se apretó, ella no sabía cómo reaccionar, si reclamar o agachar la cabeza y seguir para adelante haciendo de cuentas que no pasó nada.

—No acostumbro a coger con putas, solo dejé que me mimaran, nada más —suspiró—. Te vi coqueteando con ese tipo, incluso te vi salir con él, pensé te habías ido…

Luisa lo miró indignada

—¿Por quién me tomas? —se soltó del agarre— ¡No me fui con nadie! —se dirigió a la puerta.

Francesco la siguió, se paró delante y le quitó las prendas que contenía en las manos para seguido lanzarla al suelo.

—Escucha, desde el principio lo hablamos. Estuviste de acuerdo en que esto se mantuviera bajo secreto, que nadie lo sabría más que los empleados y nuestros amigos ¿Por qué ahora te molesta que te presente como mi hermana? Porque es por eso por lo que estás así.

—Desapareciste durante la noche. No sé dónde te metiste, me dejaste sola, tras de eso, te fuiste a terminar de pasar la noche con unas… mujeres —se esforzaba por no derramar las lágrimas.

—Es cierto… es verdad que acepté mantener nuestro matrimonio oculto, pero fue cuando no teníamos nada, sobre todo, no recuerdo haber aceptado que siguieras saliendo con mujeres cuando empezamos esto. Creo que me merezco un poco de respeto —le miró las marcas dejando escapar unas lágrimas—, si yo lo hiciera, si estuviera con alguien más…

—¡No! —dijo al atraparle el rostro entre sus manos— ¡Me volveré loco si sales con alguien más! —mirándole fijamente aseguró— Te prometo que no volverá a pasar, que nunca más permitiré que nadie se acerque. Tienes razón, tú mereces respeto, porque eres mi esposa, porque formaremos una familia —se acercó a besarla, pero ella giró el rostro. Francesco dejó pegada su nariz en el rostro de Luisa.

—Está bien, entiendo si te doy asco. Me daré una ducha —dejó un beso en la mejilla y fue al baño.

Mientras tanto Luisa se sentó en la cama, observó sus prendas esparcidas en el suelo, también miró hacia la puerta. Ahí estaba la salida, pero ella no quería irse, ella deseaba que eso continuara.

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Martha Ordoñez
gracias escritora por tan bonita historia bendiciones
Martha Ordoñez
muy bien dicho está por hacer un heredero
Martha Ordoñez
que bonito detalle e interesante los capítulos bendiciones
Martha Ordoñez
interesantes los capítulos que eleido bendiciones
Karina Vazquez Gonzalez
una historia fascinante que desde el.primer capítulo nos llevaste ala imaginación de cada capítulo escritora muchas felicidades gran historia
Karina Vazquez Gonzalez
una historia que leí desde el.primer capítulo y esta llena de retos adversidades intrigas prejuicios emociones encontradas pero sobre todo encontraron el amor verdadero puro..y supieron afrontar las consecuencias de sus actos para ser felices..
gran historia .muchas felicidades escritora
Gloriab Gimenez
Luisa sufre y el no la tiene encuenta para nada
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