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"Rey Maldito"

"Rey Maldito"

Status: En proceso
Genre:Jujutsu Kaisen
Popularitas:833
Nilai: 5
nombre de autor: Vic82728

Morí sin ruido,
sin gloria,
sin despedida.

Y cuando abrí los ojos…
ya no eran míos.

Ahora respiro con un corazón ajeno,
camino con la piel del demonio,
y cargo el nombre que el mundo teme susurrar:
Ryomen Sukuna.

Fui humano.
Ahora soy maldición.
Y mientras el poder ruge dentro de mí como un fuego indomable,
me pregunto:
¿será esta mi condena…
o mi segunda oportunidad?

NovelToon tiene autorización de Vic82728 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 24: LA OSCURIDAD DE SHIBUYA

La noche se había cernido sobre Shibuya con un silencio ominoso. Las luces parpadeaban intermitentemente entre las sombras de los edificios destruidos. Un hedor a maldición impregnaba el aire.

Victor caminaba al frente del Equipo 1. A su lado, Yuji, Todo, Maki y Panda avanzaban con cautela. El ambiente era denso, como si algo invisible los observara desde cada esquina.

—Este lugar... está lleno de muerte —murmuró Panda, en tono bajo.

—Siento rastros de múltiples maldiciones. Algunas… enormes —añadió Maki, empuñando su lanza.

Todo se giró hacia Victor.

—¿Tienes alguna corazonada, hermano?

Victor frunció el ceño. Las huellas de energía maldita resonaban dentro de su cuerpo, y en lo profundo de su alma, Sukuna reía en silencio.

—Sí. Algo viene. No se separen.

Justo cuando dio un paso más, una grieta se abrió en el aire frente a ellos. De ella emergieron tres maldiciones de grado especial, deformes y sedientas de sangre. Una tenía múltiples brazos como látigos, otra era una criatura parecida a una marioneta gigante, y la tercera parecía una sombra que se arrastraba por los muros.

—¡Nos estaban esperando! —gritó Yuji, saltando al ataque.

El combate estalló.

Todo se lanzó de frente, gritando:

—¡¡Boogie Woogie!!

Con un chasquido, cambió de lugar con Yuji, apareciendo directamente ante la maldición con látigos y rompiéndole varios brazos con un solo golpe.

—¡No toques a mi hermano, maldito!

Victor se enfrentó a la sombra que intentó envolverlo. Alzó su mano derecha, aún vendada, y usó la energía maldita con precisión, partiéndola con un corte limpio. Sin embargo, el dolor en su interior era intenso. La energía de Sukuna intentaba colarse en cada movimiento.

—No... no esta vez —gruñó entre dientes.

Panda y Maki enfrentaban a la marioneta, que usaba cables para atrapar a sus enemigos. Maki esquivaba con gracia, cortando los hilos uno por uno, mientras Panda se lanzaba contra su núcleo.

—¡Ahora, Maki!

—¡Entendido!

La lanza atravesó el corazón de la maldición, desintegrándola al instante.

Todo se giró hacia Victor.

—¡Hermano! ¿Estás bien?

Victor asintió, aunque respiraba con dificultad. La sombra había logrado herirle antes de desaparecer.

—Sí… pero no es todo. Este fue solo un aviso.

De pronto, una risa resonó por los altavoces de una estación destruida. Era Kenjaku.

—Bienvenidos a mi tablero, pequeños peones. Este es solo el primer nivel del "Juego del Sacrificio". ¿Podrán salvar a todos antes de que caigan uno por uno?

—¡Kenjaku! —gruñó Victor—. ¡Te juro que te destruiré con mis propias manos!

Kenjaku continuó, ignorando la amenaza.

—La ciudad está dividida por barreras. Cada equipo que falle… sufrirá consecuencias. Incluidos los civiles que aún respiran. Que comience el conteo.

El mensaje se cortó.

Yuji apretó los dientes.

—¡Tenemos que avanzar! ¡No podemos dejar que más gente muera!

Victor miró el cielo, donde la luna brillaba, teñida de rojo. El "Juego del Sacrificio" había comenzado… y Tokio no volvería a ser la misma.

—Avancemos. No podemos detenernos ahora. No mientras haya vidas que salvar.

CAPÍTULO 23 (Parte 2): EL JUEGO DEL SACRIFICIO COMIENZA

El equipo de Victor había derrotado a las primeras maldiciones, pero no podían relajarse. Kenjaku había sido claro: esto era solo el comienzo.

—Hay civiles atrapados —dijo Maki, recogiendo un mapa quemado del suelo—. Las barreras están diseñadas para separarnos, no solo como trampa… también como castigo.

—Tenemos que dividirnos otra vez —dijo Yuji—. Pero esta vez no a lo loco. Hay que actuar con cabeza.

Victor asintió. Se arrodilló en el suelo, aún agotado, y respiró profundo.

—Si Kenjaku planea una cacería, debemos movernos como cazadores, no como presas. Nos dividiremos en subgrupos. Yo iré al núcleo, donde está la energía maldita más densa. Sospecho que Kenjaku nos está guiando hacia un punto.

Todo se acercó y le puso una mano en el hombro.

—No te sacrifiques solo, hermano. No estás solo en esto.

Victor bajó la mirada por un momento.

—Lo sé. Pero si alguien puede resistir a Sukuna… soy yo.

Maki cruzó los brazos.

—¿Qué hay de las otras zonas?

—Yuji y Todo, ustedes vayan al distrito comercial. Hay rastros de energía maldita inestable. Puede ser una trampa… o una masacre en proceso —ordenó Victor.

—Entendido —respondieron ambos al unísono.

—Panda y yo iremos hacia la zona de hospitales —dijo Maki—. Si hay civiles heridos, los ayudaremos.

Victor miró el horizonte. Las sombras de la ciudad eran más largas que nunca. Shibuya ardía… en silencio.

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Mientras tanto, en otro sector de la ciudad...

Una figura solitaria observaba desde un edificio alto. Era Choso, con la mirada fija en el sur.

—Así que el portador de Sukuna aún vive… y ha crecido —murmuró—. Pero no es como Itadori. Tiene algo más... algo roto.

A su lado apareció Uraume, con una sonrisa helada.

—Kenjaku ha iniciado el juego. Sukuna se divertirá pronto.

—¿Y si el chico lo controla?

—Entonces, será aún más divertido.

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Victor avanzaba por un túnel subterráneo, siguiendo la fuente de energía maldita. El lugar estaba lleno de restos humanos y señales de lucha.

De repente, una figura salió de la oscuridad. Era una maldición híbrida, mitad humana, mitad espíritu, con ojos múltiples y una voz distorsionada.

—Tú… eres el que carga con el Rey de las Maldiciones…

Victor encendió su energía maldita. El brazo derecho le temblaba, las vendas comenzaban a quemarse.

—¿Quién eres tú?

—Soy uno de los Cinco Guardianes del Juego del Sacrificio. Mi propósito es probar tu límite... y liberar a Sukuna.

Victor apretó los dientes. Su energía comenzó a aumentar. Un aura oscura brotaba a su alrededor.

—Pues prepárate, porque no pienso perder el control... no esta vez.

La criatura rugió, y la batalla comenzó.

El túnel tembló. Las paredes se rompían a cada choque. Victor esquivaba con precisión, contraatacando con golpes imbuidos en energía. La criatura se regeneraba, pero Victor comenzó a usar el puño divergente como Yuji. Un golpe… y medio segundo después, el verdadero impacto.

—¡Aghhh! —la criatura gritó al sentir el golpe doble en su pecho.

Victor cerró el puño.

—Gracias, Yuji…

Y con un rugido, descargó una ráfaga de golpes, uno tras otro, hasta hacer estallar el cuerpo maldito.

Victor cayó de rodillas, jadeando.

—No me rendiré. No me rendiré…

En su mente, la risa de Sukuna aún resonaba… pero algo era distinto. Victor estaba cambiando. Fortaleciéndose.

Y el juego… apenas había comenzado.

CAPÍTULO 24 (Parte 3): LOS DEMÁS EQUIPOS ENTRAN EN JUEGO

Distrito Comercial de Shibuya – Yuji Itadori y Aoi Todo

Las calles estaban sumidas en penumbra, las vitrinas destrozadas, y los edificios se estremecían como si algo respirara bajo tierra. Yuji corría al frente, con Aoi Todo pisándole los talones.

—¡Yuji! —gritó Todo—. ¿Estás concentrado?

—¡Sí! Pero esto está lleno de maldiciones de grado especial.

De entre los edificios salieron cinco figuras deformes. Malformaciones con dientes largos, ojos desbordando energía maldita y extremidades en ángulos imposibles.

Todo sonrió.

—¡Esto se pondrá sabroso! ¡Hora del entrenamiento de amigos!

Ambos se lanzaron de lleno a la batalla. Yuji se movía con fluidez, combinando velocidad, fuerza bruta y golpes con puño divergente. Todo usaba su técnica de Boogie Woogie, intercambiando lugares constantemente con Yuji para confundir a los enemigos.

Una explosión atravesó el suelo. Una maldición gigantesca emergió, rompiendo el pavimento.

—¡Tendrán que hacerlo mejor! —gritó la criatura—. ¡Soy uno de los Guardianes del Juego!

Yuji y Todo se miraron, y Todo soltó una carcajada.

—¡Tú a la izquierda, yo a la derecha! ¡Hermano!

Yuji asintió.

—¡A acabarlo!

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Zona del Hospital – Maki Zenin y Panda

Maki avanzaba con su naginata manchada de sangre, abriendo paso entre corredores llenos de cadáveres y maldiciones retorcidas. Panda protegía a los pocos sobrevivientes humanos que quedaban.

—¡Maki! Hay uno muy fuerte en la azotea —gritó Panda.

—Vamos por él. No dejaremos a nadie atrás.

En el techo, una figura humanoide con alas de cuchilla esperaba, envuelto en una nube de energía maldita.

—Vengo a probar su desesperación… humanos sin energía maldita. Son mi platillo favorito.

—Entonces prepárate para atragantarte —respondió Maki, y cargó directo, sin dudar.

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Zona Académica – Yuta Okkotsu, Kinji Hakari y Kirara

En la antigua Universidad de Tokio, las cosas estaban aún más sombrías. La energía espiritual aquí era tan densa que se formaban ilusiones alrededor. Yuta avanzaba con su katana, Rika flotando detrás de él.

—Este lugar… se siente como una prisión —dijo Kirara, temblando.

Hakari, con una sonrisa, crujió los nudillos.

—No importa. Cuando mi pachinko dé jackpot, soy invencible por 4 minutos y 11 segundos. ¡Vamos!

Las paredes temblaron y una figura gigantesca de cristal emergió desde el fondo del campus.

—Soy Vidrian, guardián del conocimiento caído. Solo aquel que venza mi ilusión podrá tocarme.

Yuta bajó la cabeza.

—Entonces destruiré cada una de tus ilusiones… hasta que no quede nada.

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Lejos de todos, en la cima de un edificio… Kenjaku observa.

—Todos se mueven según lo previsto… El caos los moldea. Y Victor… ya casi está listo. Pronto, incluso Sukuna será parte de mi voluntad.

Uraume apareció detrás de él.

—¿Y si Victor se resiste?

—Entonces, lo aplastaré con el peso de sus propias decisiones.

Kenjaku sonrió, mientras las piezas del tablero ardían.

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