+18 años.
susana una joven estudiante de enfermería, se verá envuelta en una lucha de poder entre la familia de su difunto padre y el amor entre Mario de La Fuente, uno de los más grandes mafiosos de Toda Colombia.
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24
El bullicio matutino de la universidad envolvía a Susana y sus amigas mientras caminaban hacia su clase de enfermería. Ana Lucía parloteaba animadamente sobre su cita del fin de semana, mientras Karina escuchaba con una sonrisa escéptica, interrumpiéndola ocasionalmente con comentarios sarcásticos. Susana, aunque presente físicamente, tenía la mente en otra parte, repasando los momentos compartidos con Mario durante el fin de semana. La calidez de sus besos y la sinceridad de sus palabras aún resonaban en su interior, llenándola de una alegría tranquila y una esperanza cautelosa.
En medio del flujo constante de estudiantes, una figura solitaria llamó la atención de Karina. "Miren, ahí está su admirador español," comentó, señalando con la cabeza a Santiago, que caminaba en dirección opuesta, con la mirada perdida y una expresión sombría.
Susana lo observó con una mezcla de sorpresa y una ligera punzada de curiosidad. Desde su inesperado acercamiento inicial, Santiago había sido una presencia constante en su vida universitaria, siempre con una sonrisa amable y una palabra oportuna. Sin embargo, en los últimos días, su presencia se había vuelto más esporádica, sus saludos más breves y su mirada, cuando se cruzaban, parecía cargada de una tristeza distante.
"Está raro, ¿no creen?" comentó Ana Lucía, frunciendo el ceño. "Antes siempre venía a saludarte."
Susana asintió lentamente. "Sí, lo he notado. No sé qué le pasa." Una parte de ella sentía una ligera preocupación por el cambio en su comportamiento, aunque otra parte, ahora absorta en su creciente relación con Mario, no le daba demasiada importancia.
"Quizás encontró a otra chica latina a la que 'estudiar'," bromeó Karina con su habitual cinismo. "Ya sabes, para su 'intercambio cultural'."
Susana sonrió levemente ante el comentario de su amiga, aunque en el fondo sentía que había algo más detrás del distanciamiento de Santiago. Recordaba la intensidad de sus primeras conversaciones, su aparente interés en su vida y sus sueños. El cambio repentino era desconcertante.
Mientras se dirigían a su aula, volvieron a cruzarse con Santiago, esta vez más cerca. Susana intentó saludarlo con una sonrisa, pero él solo asintió brevemente, con la mirada baja, antes de seguir su camino. Su actitud era casi de evitación.
"Definitivamente algo le pasa," murmuró Ana Lucía, observándolo alejarse.
"Quizás se dio cuenta de que no tenía ninguna oportunidad contigo ahora que estás saliendo con tu guapo jefe," sugirió Karina con una sonrisa pícara.
Susana se sonrojó ligeramente ante el comentario de su amiga, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa. La idea de que Santiago pudiera estar celoso de su relación con Mario era halagadora, aunque le parecía poco probable.
Durante el descanso entre clases, mientras tomaban un café en la cafetería, Susana no pudo evitar pensar en Santiago. Su repentino distanciamiento era extraño, especialmente después de la insistencia con la que había buscado su compañía al principio. ¿Habría ocurrido algo? ¿Se habría dado cuenta de que ella no correspondía a sus insinuaciones románticas?
En ese momento, su teléfono vibró con un mensaje. Era Mario, preguntándole cómo estaba su día y enviándole un emoji de corazón. Una oleada de calidez la invadió, desplazando momentáneamente sus pensamientos sobre Santiago. Su atención volvía a centrarse en la creciente felicidad que encontraba en su relación con Mario.
Sin embargo, al salir de su última clase, Susana se encontró a Santiago esperándola cerca de la entrada del edificio. Su rostro seguía sombrío, y había una determinación silenciosa en su mirada.
"Susana, ¿podemos hablar un momento?" preguntó Santiago, su acento español sonando más apagado de lo habitual.
Susana asintió, sintiendo una punzada de curiosidad y una ligera aprensión. Se apartaron un poco del flujo de estudiantes y se detuvieron bajo la sombra de un árbol.
"Quería... quería disculparme si mi comportamiento últimamente te ha parecido extraño," comenzó Santiago, evitando el contacto visual. "He estado... pensando mucho."
Susana esperó en silencio, permitiéndole continuar.
"Me di cuenta... de que quizás interpreté mal algunas cosas," prosiguió Santiago, con dificultad. "Y... y que quizás no debería haber... insistido tanto en nuestra amistad."
Susana frunció el ceño, confundida por sus palabras. No entendía a qué se refería exactamente.
"Andrés, no tienes que disculparte," respondió Susana con suavidad. "Siempre fuiste muy amable conmigo. Si algo te preocupa..."
"No, no es nada de eso," la interrumpió Santiago, finalmente levantando la mirada. Había una tristeza profunda en sus ojos. "Es solo que... me di cuenta de que no pertenezco aquí de la manera en que creía. Y... y que quizás es mejor que siga mi propio camino."
Sus palabras eran ambiguas y evasivas, pero Susana percibió una sensación de final en su tono. Era como si estuviera despidiéndose.
"¿Te vas?" preguntó Susana, sorprendida. "¿De la universidad?"
Santiago asintió lentamente. "Sí. Creo que es lo mejor."
Susana sintió una punzada de sorpresa y una ligera decepción. A pesar de su creciente relación con Mario, había llegado a apreciar la amistad de Santiago.
"Lo siento," dijo Susana sinceramente. "Me caíste muy bien, Andrés. Te deseo lo mejor en lo que hagas."
Santiago le ofreció una sonrisa forzada, que no alcanzaba sus ojos tristes. "Gracias, Susana. Tú también mereces lo mejor."
Hubo un breve silencio incómodo antes de que Santiago se diera la vuelta y se alejara, caminando con una determinación silenciosa en dirección opuesta a la suya. Susana lo observó alejarse, sintiendo una mezcla de confusión y un ligero alivio. Su presencia, aunque a veces desconcertante, había sido una constante en su vida universitaria durante las últimas semanas.
Su repentina partida dejaba un pequeño vacío, aunque su corazón ya estaba ocupado por alguien más.
Mientras caminaba hacia la salida de la universidad, el mensaje de Mario volvió a resonar en su mente, trayéndole una oleada de calidez.
La incertidumbre sobre el repentino adiós de Santiago se desvaneció ante la certeza del amor que comenzaba a florecer en su vida. El pasado, con sus sombras y sus misterios, parecía desvanecerse ante la promesa de un futuro brillante junto a Mario.