María Elena Collazo trata de hacer hasta lo imposible por libararse de las garras de su suegra y de su alcohólico esposo. ¿Hasta qué punto podrá soportar ese infierno? Esta historia es totalmente ficticia. Todos los personajes y vivencias fueron creados por la mente de su servidora. Cualquier semejanza con la vida real es mera coincidencia.
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Una cita
Ese día nadie se dio cuenta de nada, Aranza porque no despertó en todo el día y Moisés porque estaba perdido de borracho.
Mientras tanto, Leticia había encontrado un cuarto en renta. Era muy chico, pero acogedor. Era ella sola, así que el cuarto estaba bien.
Al día siguiente, Aranza se despertó muy temprano como de costumbre. Fue a la cocina y aún no estaba el desayuno.
Montó en cólera y fue a buscar a Leticia.
Al entrar al cuarto se dio cuenta que ella no estaba. La cama estaba intacta, señal de que ni Leticia ni Moisés habían dormido ahí.
"Seguramente pasaron la noche fuera", pensó. "Como si no fuera suficiente tener que aguantarla, ahora tengo que meterme a la cocina".
Aranza estaba muy molesta. Alrededor del mediodía Moisés llegó a la casa, su aspecto denotaba una brutal cruda, además de lucir sucio y desaliñado.
Aranza lo vio entrar, pero estaba tan distraída leyendo que no se fijó que llegaba solo.
Moisés entró a su cuarto.
Leticia, dame ropa limpia que me voy a bañar.
Silencio.
Leticia, ¿Acaso no me oyes?
Entonces, Moisés se dio cuenta de que Leticia no estaba ahí.
Fue a buscarla en el resto de la casa.
Mamá, ¿has visto a Leticia?
¿Cómo, no está contigo?, dijo Aranza, extrañada.
Si te estoy preguntando es que no está conmigo.
Pues no sé, yo creí que estaba contigo porque ni tú ni ella durmieron aquí.
Moisés sintió un vuelco en el estómago, ¡¿qué estás diciendo, madre?! ¡¿Leticia no durmió aquí?!
Eres un estúpido, ¿tan borracho te pones que no te das cuenta de lo que hace tu mujer?
¿A dónde pudo haber ido? ¿Dónde durmió?, la buscaré por todas partes aunque sea lo último que haga, pero de mí no se va a burlar.
Sí, búscala y métela en cintura ya te lo había advertido antes esa mujer es una cabra loca. Aprovechó que tú andabas tomando quién sabe dónde y se largó.
Maldita Leticia, almorzaré y luego iré a buscarla al cabo puedo dejar el trabajo encargado.
Moisés era un tipo que tenía su propia empresa, pero gracias a sus borracheras la empresa iba en decadencia.
Él buscaba por todos los medios volver a levantarla, pero era imposible, ya que el capital poco a poco se le iba de las manos.
Almorzó, fue a su cuarto a cambiarse de ropa y luego buscó en el cajón solo para descubrir que Leticia se había llevado todo su dinero.
Al buscar su ropa en el armario se dio cuenta de que también se había llevado todas sus pertenencias.
¡Mamá, mamá!, gritó.
¿Qué te pasa, Moisés?, ¿qué son esos gritos?
Leticia se ha ido, me ha abandonado, se llevó todas sus cosas.
Y ahora, ¿qué hacemos?
La buscaré, más le vale que se esconda bien, porque donde la encuentre, no la va a pasar nada bien.
Durante varios días Moisés buscó a Leticia por todos lados, pero no la encontró.
Poco a poco se fue olvidando de ella.
Míralo por el lado amable, eres un hombre libre, le dijo su madre.
Tiene razón, madre, pero de todos modos no le voy a perdonar que me haya abandonado.
Olvídate ya de esa mujer lo que debes hacer es buscarte otra mujer, pero que tenga dinero para que nos pueda ayudar a salir del bache en el que te has metido por tus malditas borracheras.
Ya, mamá, no te exaltes saldremos adelante voy a hacer que nuestra empresa siga prosperando.
¿Cómo vas a hacer eso si eres un imbécil bueno para nada?, eres un pelele que ni siquiera supo detener a su esposa.
Mamá, no me digas eso, por favor.
Es la verdad. Mira, te voy a concertar una cita con una chica que conocí, a leguas se ve que es muy independiente y tiene dinero. Podrás conquistarla y luego casarte con ella, ¿cómo ves?
¿Se te olvida que estoy casado con Leticia? ¿Cómo diablos me voy a volver a casar?
Esta chica que vas a conocer no sabe que eres casado y tampoco quiero que sepa que eres mi hijo, simplemente le dirás que soy una tía ¿de acuerdo?
Pero, mamá, ¿de qué chica estás hablando?
Le voy a hablar por teléfono y la voy a citar en un lugar irás tú por mí y le inventarás cualquier cosa. Harás que parezca casual que te la encontraste, nunca le menciones mi nombre ¿de acuerdo?
Ya tienes todo arreglado, ¿verdad?, no te importa lo que yo piense o sienta.
Moisés, no actúes como un niño. En este momento lo que más importa es la empresa y esta mujer tiene lo necesario para poder salir del bache. En cuanto la hayamos despojado de todo ahora sí la puedes abandonar a su suerte.
Mamá, ¿te estás escuchando?, ¿quieres que despoje a esa pobre mujer? ¿Qué tienes en las venas, atole?
Haz lo que tengas que hacer. Acuérdate que si estamos en esta situación es por tus constantes borracheras, así es que no me pidas explicaciones. Yo sé bien lo que nos conviene a los dos.
Aranza le hizo una seña con la mano para que se callara estaba llamando por teléfono.
María Elena se encontraba comiendo con su amiga Victoria cuando escuchó su celular.
Permíteme, Vicky, déjame contestar.
Buenas tardes, ¿quién habla?, preguntó María Elena con educación.
Hola, María Elena, ¿te acuerdas de mí?, soy Aranza nos conocimos en el súper.
Señora Aranza, ¿qué tal, cómo está su nuera?
No quiero hablar de ella. Esa mujer no vale la pena. Te invito a comer para platicar. ¿Qué dices, aceptas?
Discúlpeme, señora, pero en este momento no puedo tengo mucho trabajo.
Prometo que no te quitaré mucho tiempo.
De acuerdo en media hora nos vemos en la cafetería que está cerca de la plaza.
Está bien, salgo para allá en este instante.
¿Quién era?, ¿y a dónde vas en este momento?, ¿y nuestro trabajo?
(María Elena había ocupado a Vicky como su asistente, ella le ayudaba en todo lo que podía).
Vicky, por favor, llega antes que yo al trabajo y diles a los trabajadores que no tardaré mucho.
Está bien, pero procura no tardar mucho.
Claro que no, despediré de inmediato a esa señora, ¿quién le dijo que podíamos ser amigas? ¡Bah!
María Elena pidió una mesa apartada, no quería que la vieran con Aranza; no sabía por qué, pero no era de su agrado.
Llevaba diez minutos esperando cuando de pronto, un hombre guapo y alto se le acercó.
Disculpe, ¿es usted la licenciada Éricka Flores?, quedamos de vernos aquí para finiquitar un contrato.
En eso, María Elena recibió la llamada de Aranza.
Me vas a disculpar, pero se ponchó una llanta de mi coche. Otro día nos vemos.
Disculpe, yo no soy la persona que busca. Con permiso, debo ir al trabajo.
Me acaba de hablar la lic., no va a poder venir.
Vaya, nos han plantado a los dos, dijo ella sin malicia.