Si te dijera que los momentos son solos instantes de tiempos que se quedan grabados en tú memoria y solo eso ¿Me creerías?
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Capítulo: Verdadera identidad
Día 25 de Diciembre
Mario Benedetti 》”Qué bien nos vendría un abrazo que nos acomode un poco. Que nos haga ver que no estamos solos. Ni tan locos. Ni tan rotos”.
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Michael había estado contactando a sus amigos, pero solo dos de ellos respondieron para reunirse en un bar. Era justo lo que necesitaba en ese momento: buena compañía y unas copas para aliviar la amargura que Rayla había dejado en él.
Cuando sus amigos llegaron al bar, Michael ya había disfrutado de varias bebidas. Se encontraba en una mesa rodeado de varias chicas, lo que sorprendió a Charles y Arthur.
—Veo que tienes buena compañía —comentó Arthur, observando a las tres chicas de pies a cabeza.
Charles observó a su amigo, quien se encontraba en un estado lamentable, y comentó: "Parece que la velada no salió como esperabas". Aunque su amigo solía disfrutar de encuentros casuales, su comportamiento en ese momento era inusual.
—No te preocupes por lo que sucedió o no. Aquí tengo a tres chicas que nos ayudarán a disfrutar de la noche— respondió Michael, mientras se servía una copa y llamaba a la mesera para pedir más bebidas.
Arthur y Charles intercambiaron miradas, conscientes de que su amigo no estaba bien y que intentaba ahogar su dolor en alcohol y compañía. Sabían que esa no era la solución y que, al día siguiente, se lamentaría por sus decisiones. Por ello, decidieron pedir a las chicas que los dejaran a solas. Aunque Michael no estaba contento con la idea, finalmente aceptó.
— Cuéntanos qué sucedió en el yate, Michael, cuando ustedes tres se quedaron a solas.
—¿Por dónde empezar? —respondió con voz grave y pausada, afectada por el alcohol.
—Déjame adivinar, ella nunca apareció, ¿verdad? Como te dijimos desde el principio, solo quería disfrutar de tu dinero —comentó Charles.
—Si eso fuera cierto, no estaría aquí ahogando mis penas en alcohol. Ella y yo pasamos las primeras horas en el yate de maravilla. Fue una experiencia increíble en términos de intimidad. Créeme, no había disfrutado de la compañía de alguien así en mucho tiempo; era como si nuestros cuerpos no pudieran saciarse y siempre pidieran más —dijo, recordando lo especial que se había sentido.
Sus amigos no estaban interesados en los detalles, pero Michael se sumió en un trance mientras relataba con lujo de detalles lo bien que había disfrutado de su intimidad. Esto generó cierta incomodidad en el grupo, aunque la curiosidad los mantuvo escuchando sin interrumpirlo.
—Pero todo lo bueno se desvaneció cuando le pregunté si quería ser mi novia —dijo, pasándose la mano por la cara.
—¿Ella se negó a tener una relación contigo? —preguntó Arthur, intrigado.
—No lo ves, claro que se negó y dejó todo en ruinas. Es evidente —respondió Charles, moviendo la cabeza de un lado a otro.
—No fue solo eso, amigo mío. Me enteré de su verdadera identidad —dijo mientras tomaba un sorbo de su bebida.
— ¿A qué te refieres? ¿Era una de esas mujeres que, en realidad, eran hombres y se sometieron a cirugías para volverse mujer? Lo menciono porque ella no quería besarte ni nada, y de repente tuvieron intimidad — comentó Charles, sorprendido por su propia suposición.
Esto provocó una risa en Michael; era lo más gracioso que había escuchado de su amigo.
— Tú y tus ocurrencias, déjale a Michael la oportunidad de terminar su relato — puntualizó Arthur.
Michael comenzó a relatar desde el principio cómo él y Rayla se conocieron en la preparatoria, describiendo su aventura a lo largo de los años hasta su reciente reencuentro, donde él se había enamorado de ella nuevamente. Sin embargo, Rayla guardaba resentimiento y rencor debido a las acciones de Sandrine.
—Es una situación complicada. Puedo entender tu perspectiva, pero también la de ella, ya que no es justo que haya tenido que lidiar con tus mentiras —comentó Arthur, sorprendido por el giro de la historia.
—Para ser honesto contigo, amigo, tu exnovia actuó de manera irracional. Si alguien debía desquitarse, era contigo y no con esa otra persona. Entiendo que, como hombres, a veces actuamos impulsivamente y esto puede llevarnos a herir a quienes realmente nos importan— comentó Charles, reflexionando. Era, sin duda, una de las observaciones más sensatas que había hecho.
—No estoy seguro de qué pensar. Una parte de mí realmente le cree, pero hay otra que duda de que mi ex haya hecho todo eso— respondió Michael.
—Ella no diría esas cosas sin razón. ¿Qué ganaría con mentir? — cuestionó Arthur.
— Tienes razón, ella no obtendría nada, ya que Sandrine ya no está en este mundo y no parece que tuviera la intención de arruinar tu relación. Tal vez lo único que realmente deseaba era una disculpa sincera de tu parte — comentó Charles.
— Yo le pedí disculpas en varias ocasiones, pero ella no las aceptó. Además, ha dejado claro que no quiere nada conmigo; solo fue un momento de diversión — respondió, visiblemente afectado. Su orgullo había sido herido, ya que había llegado a pensar que ella podría llenar el vacío en su corazón.
— No te preocupes, lo superarás. En este momento, no hay nada que puedas hacer — dijo Arthur, intentando consolar a su amigo.