Más Que Una Mentira

La noche avanzaba en silencio, el cual era interrumpido solo por el suave sonido de la respiración de Emma, que se había quedado profundamente dormida en el sofá. Estaba cubierta con una manta que apenas alcanzaba a cubrir sus pies. Logan, desde la cama, no podía apartar la mirada de ella. Había algo en su expresión tranquila que lo conmovía profundamente, algo que lo hacía sentir un deseo irrefrenable de protegerla, aunque no terminara de entenderlo del todo.

Sus pensamientos, sin embargo, volvieron a la escena de esa tarde: la manera en que el fisioterapeuta había interactuado con Emma, el aire de complicidad que parecía unirlos. No había pasado desapercibido para Logan cómo aquel hombre la miraba, con una mezcla de afecto y algo más que no podía definir.

La posibilidad de que el médico que lo trataba, el mismo al que creía interesado en Emma, hubiera enviado intencionadamente a alguien conocido para ella comenzó a rondarle la cabeza. ¿Era solo una coincidencia? ¿O realmente había algo más detrás de esa decisión? Se sentía molesto consigo mismo por pensar en aquello, después de todo no tenía porque importarle, pero no podía evitarlo.

Cerró los ojos, tratando de despejar su mente. Sin embargo, la imagen de Emma y ese vínculo inesperado con el fisioterapeuta seguía presente, como una sombra persistente. Finalmente, el cansancio terminó por ganarle, y se sumió en un sueño pesado, con esas dudas aún revoloteando en su mente.

La madrugada avanzaba en un silencio sereno, roto únicamente por el leve sonido de la respiración acompasada de ambos, se hallaban los dos profundamente dormidos. Cuando los primeros rayos del sol recién comenzaban a asomar, un leve golpeteo en la puerta despertó a Emma de su sueño. Se incorporó de golpe, su corazón latiendo acelerado mientras intentaba recordar si habían cerrado con llave la puerta de la habitación antes de acostarse.

La incertidumbre la llenó de inquietud. Sin lograr despejar su mente, se levantó con rapidez, dobló la manta y guardó la almohada en el armario, como si borrar cualquier rastro de su presencia en el sofá pudiera darle algún tipo de seguridad. Su mirada se desvió hacia Logan, que seguía dormido, ajeno a su agitación.

Sin pensarlo demasiado, como si el impulso la dominara, se deslizó en silencio hacia la cama. Dudó por un instante antes de levantar la manta y acostarse junto a él, y aunque los golpes en la puerta César decidió quedarse allí un poco más. El calor del cuerpo de Logan la tranquilizó de inmediato, discipando parte del temor que había sentido. Mientras se acomodaba con cuidado, Emma cerró los ojos, convenvida que se quedaría allí solamente unos minutos más y luego regresaría al sofá.

Logan despertó de golpe cuando sintió el peso de un cuerpo cerca de él. Su brazo, de manera casi instintiva, se había extendido y reposaba sobre la cintura de Emma. Sus ojos se abrieron lentamente, y, en la semi penumbra de la habitación, la vio: tenía su cabello desordenado, su rostro en paz mientras dormía. Por un momento, un sentimiento de tranquilidad invadió a Logan, pero fue efímero.

El golpeteo en la puerta se repitió, esta vez más fuerte y urgente. Logan se incorporó de un salto, el corazón golpeándole en el pecho.

—¿Qué demonios es eso?— murmuró mientras se enderezaba en la cama, frotándose los ojos.

Emma despertó al instante, sobresaltada por el ruido. Sus ojos se encontraron con los de Logan, y por un momento el tiempo pareció detenerse. La sorpresa y el rubor se dibujaron en su rostro, y antes de que pudiera decir algo, la voz de Susan se oyó al otro lado de la puerta.

—Logan, soy yo— dijo su madre desde el otro lado de la puerta— Necesito hablar contigo.

Logan frunció el ceño, su mirada se posó en Emma un segundo antes de permitirle a su madre pasar.

Susan entró con una sonrisa que, a pesar de su intención amistosa, pareció más bien una carga para Logan.

— Buenos días, Logan, Emma— Susan los observó con curiosidad. La situación no pasó desapercibida para ella, y un destello de duda asomó en sus ojos. — Espero no haber interrumpido nada— comentó mientras observaba que Emma se mantenía tapada con cierta timidez— Pero pasa que Ethan te está esperando en la oficina.

Logan asintió mientras pasaba la mano por su cabello desordenado.

— Gracias, mamá— respondió él— Nos vestiremos y bajaremos enseguida.

La mujer sonrió y asintió, pero el momento de silencio entre ellos no pasó desapercibido. Susan echó una mirada de reojo a Emma, quien estaba visiblemente tensa, y comprendió que algo estaba sucediendo. Cerró la puerta tras de sí y los dejó solos.

Logan se giró para mirar a Emma, y, al verla acurrucada en la cama, su enojo resurgió como una ola.

— Emma, esto es inaceptable— dijo, su voz grave y directa— Tú no deberías estar en mi cama sin mi permiso.

Emma se levantó de golpe, su rostro se puso pálido y sus ojos llenos de temor.

— Lo sé, Logan. Y lo siento. No fue mi intención hacerte sentir incomódo o molesto, pero escuché los golpes en la puerta y... no sabía qué hacer.

Logan suspiró y pasó una mano por su cara.

— Entiendo. Pero, Emma, ¿por qué te metiste en la cama? Podrías haberme despertado— dijo, más suavemente, aunque todavía con un dejo de tensión en la voz.

Emma se mordisqueó el labio y miró hacia el suelo. — No podía quedarme en el sillón, Logan. Si Susan hubiera entrado y nos hubiera visto, habría sido un problema. No podía arriesgarme a que descubriera que no estábamos realmente comprometidos.

Logan la miró por un momento, su corazón latiendo con una mezcla de frustración y ternura. Podía notar que Emma estaba asustada, y que su acción no era otra cosa que una manifestación de ese miedo. Finalmente, se acercó a ella...

— Emma, entiendo que te asustaste. Pero la próxima vez, despiertame por favor. No quiero que actúes sin pensar en las consecuencias.

—¿Crees que no lo intenté?— le reclamó ella— te juro que traté, pero tú nada que me escuchabas. Estabas durmiendo profundamente.

— ¡No es posible!— exclamó él.

— ¿Dime entonces por qué no escuchaste que tocaban la primera vez?— preguntó ella.

—Mmm... no lo sé— dijo él— tal vez porque mamá tocó demasiado suave.

—¡Sí, cómo no!— murmuró ella casi indignada.

—Cómo sea, la próxima vez despiertame— dijo él dando por zanjado el asunto.

Emma levantó la vista y lo miró a los ojos, buscando algo en ellos.

—Lo haré, Logan. Lo prometo— replicó ella, sin ánimos de seguir discutiendo.

Un suspiro de alivio escapó de los labios de Logan, y, por un momento, el peso de la tensión entre ellos pareció desvanecerse.

— Bien— dijo, levantando un dedo como si fuera a hacer una advertencia, pero terminó por sonreír, un gesto breve y sincero— Ahora, vámonos antes de que Ethan piense que estamos haciendo tiempo.

Emma sonrió tenuemente y asintió. Le ayudó a levantarse, y por un momento, la ansiedad que había llenado la habitación se desvaneció en un silencio compartido. Sabía que enfrentaban más que simplemente el dilema de esa noche. Pero, por primera vez, sentía que tal vez, solo tal vez, podrían afrontar lo que viniera juntos.