una mirada una obsesión o amor a primera vista? su ángel misterioso o su demonio personal? que será de la vida de Mariana y Mauricio viconti.
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Capítulo 16– Verdades que arden
( punto de vista alternado: Mariana y Mauricio)
[Punto de vista de Mariana]
No podía respirar.
La cabeza le daba vueltas.
El eco de los disparos aún zumbaba en sus oídos. Había gritos, pasos, órdenes que no entendía. Se quedó quieta en su habitación, como él le había dicho. Y cuando finalmente salió, temblando, no encontró a Mauricio.
Ni rastro.
La entrada del edificio estaba llena de vidrios rotos y manchas oscuras en el suelo. Un vecino gritaba por teléfono. Otro murmuraba algo sobre “una pelea entre mafiosos”.
Y alguien mencionó un nombre: Viconti.
Mauricio. Mauricio Viconti.
Sintió un nudo helado en el estómago.
Corrió escaleras arriba. Golpeó su puerta, pero nadie respondió.
Entró de todos modos.
Todo estaba en perfecto orden… salvo por una caja.
Una caja abierta.
Con fotos de ella. Dibujos. Recortes. Informes. Desde los 16 años hasta ahora.
Su vida entera documentada.
Hasta una servilleta de la panadería de su mamá con su letra.
Se llevó la mano a la boca.
Se le partió el corazón.
No sabía si gritar, llorar o reír.
¿La estaba cuidando o espiando? ¿La amaba o la controlaba?
Y sin pensarlo dos veces, con la respiración entrecortada, armó su bolso con lo justo y tomó el primer bus al pueblo. A casa.
[Punto de vista de Mauricio]
La encontró su departamento vacío.
Primero pensó que estaría en la universidad. Luego llamó a Lucio. Luego a la portera del edificio.
—Salió con un bolso grande esta mañana. Parecía apurada —le dijo.
El corazón se le fue al suelo.
Corrió escaleras arriba. Y cuando vio la caja abierta, supo que lo había visto todo.
—¡Mierda!
Arrojó una lámpara contra la pared. Se apoyó en la mesa, jadeando.
Todo. Lo perdió todo en un segundo.
Lucio apareció minutos después, con el ceño fruncido.
—¿Qué pasó?
—Se fue. Al pueblo.
—¿Cómo lo sabés?
—Lo siento. Es lo único que haría en este momento.
—¿Querés que vaya a buscarla?
Mauricio lo miró con furia.
—Si alguien más se le acerca sin su permiso, lo mato. Esto lo arreglo yo.
[Punto de vista de Mariana – En casa]
Su mamá se alarmó al verla, pálida y temblando, pero no preguntó demasiado.
Sabía que a veces los hijos vuelven sin explicar. Sólo preparó su chocolate favorito, la dejó acostarse en su cama de la infancia y le acarició el cabello en silencio.
—¿Querés hablar?
Mariana negó.
—¿Te lastimaron?
—No… no físicamente.
Sus hermanos se turnaban para rondar la casa. Miguel vino a verla, preocupado.
Pero ella sólo pensaba en esos ojos grises.
En ese beso.
En todo lo que no sabía.
Tres días pasaron así. Tres días en que no respondía llamadas, ni correos, ni mensajes.
Hasta que una tarde, salió al patio… y lo vio ahí.
De pie. Con los ojos cargados de sombra.
Como un niño perdido en una tormenta.
—No deberías estar acá —dijo Mariana.
—No pude quedarme lejos.
—¿Cómo pudiste hacerme eso?
—Te protegía.
—¿Protegías? ¿O controlabas?
—Nunca quise que fuera así. Te vi una vez y mi mundo cambió. Y no supe cómo hacerlo bien. Pero te amé desde esa tarde. Desde esa risa tuya que me partió en dos.
Mariana lo miró, con lágrimas cayendo.
—Entonces, ¿por qué me lo ocultaste?
—Porque tenía miedo de que huyeras. De que no quisieras saber nada de un hombre como yo.
—Y tenías razón.
Silencio.
—Pero también estoy cansada de que me decidan todo por mí. Siempre fueron otros los que deciden mi camino. Mis hermanos. Mis padres. Vos.
—No más —dijo él, dando un paso—. Elegí vos. Podés mandarme al diablo. Pero si aún me querés cerca… me quedo.
Mariana lo miró, el pecho apretado.
—Necesito pensar. Solas. Sin sombras.
Mauricio asintió. Se dio la vuelta, caminó hacia su auto, y antes de subir, dijo:
—Estoy en el mismo lugar de siempre. Esperando.
Y se fue.
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SIN TANTO Capitulo sencilla Pero bonita ❤️ ;
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