Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 21
Christopher había estado bebiendo más de lo que era habitual, los nervios que había sentido toda la noche, solo los podía calmar con el alcohol. No era raro que su actitud se volviera más relajada después de unas copas, pero esa noche, algo en él parecía estar desbordándose, como si la bebida lo hubiese liberado de todas las barreras que normalmente se interponen entre él y lo que realmente siente. Había notado la mirada de Luna toda la noche, y como lo observaba desde la distancia.
Su mente, no había dejado de sentirse atormentada por la mezcla de sentimientos que experimentaba cada vez que estaba cerca de ella. Sentía, que a cada hora que pasaba, la relación que tenían se transforma en algo mucho más complicado, algo que él no se atrevía a definir con exactitud.
Luna dejaba que él la guiara por la casa, sin siquiera preguntarse a dónde iban, era como si Christopher tuviera un poder sobre ella, una atracción inevitable que la arrastraba con cada palabra, cada mirada, y esa noche, a pesar de que había tantas razones para frenar lo que estaba a punto de suceder, Luna se sentía incapaz de resistirse. El alcohol también fluía en su cuerpo, aliviando sus inseguridades y disimulando sus dudas.
Miró a Christopher, que frenó sus pasos un instante y que ahora la observaba con una intensidad inconfundible, como si lo que estuviera buscando en ella fuera algo mucho más profundo.
—Por aquí. —Christopher la invitó a seguirlo. Sin decir una palabra, él se apartó del bullicio del salón principal y comenzó a ascender por una escalera empotrada en una esquina discreta de la casa. Luna lo siguió, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no tropezar con ningún escalón. Un nudo en su estómago, mezcla de miedo y deseo, se apoderó de ella con cada peldaño que subían.
El pasillo estaba oscuro, iluminado solo por la tenue luz que se filtraba desde las ventanas, pero Christopher sabía exactamente a dónde iba. Abrió una puerta de una habitación al final del pasillo y dejó que Luna entrara primero, cuando ella cruzó el umbral, el aire cambió, era un lugar pequeño, sencillo, pero cálido, había una cama en el centro, desordenada, con las sábanas caídas por un lado, y una luz suave provenía de una lámpara de mesa encendida. El ambiente estaba cargado de una tensión palpable, como si el aire mismo estuviera esperando que algo sucediera.
Luna miró alrededor, intentando que su mente no la traicionara, pero las imágenes de Christopher, sus ojos fijos en ella, se apoderaron de su mente. Un deseo incontrolable comenzó a crecer en su interior, tan fuerte que no pudo evitarlo, se giró para enfrentarlo, y sin pensarlo más, se acercó a él, tan cerca que casi podía sentir su respiración sobre su piel. No hubo palabras. Solo el roce de sus labios al principio, titubeantes, como si ambos estuvieran buscando permiso para cruzar una línea invisible. Pero no lo hubo. Ninguno de los dos lo necesitaba.
Luna sabía que estaba mal, sabía que él había estado jugando toda la noche con ella, pero no podía, no podía evitarlo, era tan débil cuando se trataba de él.
El beso se volvió más profundo, más urgente, las manos de Christopher recorrieron su espalda, bajando hasta la cintura, atrayéndola hacia él con una necesidad que Luna no pudo evitar obedecer. Se apartó por un momento, buscando una respuesta en sus ojos, pero lo que vio allí, hizo que las dudas en su mente crecieran un poco más: una mezcla de pasión, pero también de incertidumbre, sin embargo, el miedo desapareció rápidamente, y su cuerpo, sin poder detenerse, lo siguió hacia la cama.
El sonido de sus respiraciones entrecortadas llenó la habitación, como si el mundo exterior no existiera. Luna cerró los ojos, dejándose llevar por el torrente de sensaciones que la inundaban. Ya no quedaba espacio para las dudas, ya no importaba si estaba haciendo lo correcto, lo único que importaba era la forma en que sus cuerpos se comunicaban, la forma en que sus labios se conectaban tan bien, la manera en que se entendían sin palabras.
Pero en ese instante, cuando todo parecía llevarse por delante, la puerta de la habitación se abrió de golpe. Luna levantó la cabeza, sorprendida, por momentos se había olvidado que estaba en una casa llena de gente. Un escalofrío recorrió su columna vertebral, sentía que podía morirse de la vergüenza en ese instante.
—¿Qué demonios…? —La voz temblorosa de Christopher fue lo primero que rompió el silencio tenso que se había instalado entre ellos. Pero no fue suficiente para disuadir a la persona que estaba en la puerta.
Luna se apartó rápidamente de Christopher, su rostro enrojeció por completo. No podía creer lo que acababa de pasar, aquello era demasiado, un error, un impulso que había tomado vida propia.
La persona en la puerta no se movió. Solo los miraba, y Luna no podía leer su expresión, sin embargo, el peso de la situación era evidente, no era solo una interrupción incómoda; era algo que podría cambiar todo lo que había entre ellos.
Luna se levantó de la cama, apresurada, intentando recomponerse, pero la vergüenza la envolvía como un manto pesado. La figura en la puerta, tras unos segundos de tensión, dio un paso al frente. Luna no tenía idea de quien se trataba, pero era evidente que su rostro no era de buenos amigos.
—¿Qué está pasando aquí? —Preguntó Mar, con la voz un tanto cargada de incredulidad, pero también con un dejo de confusión. Estaba demasiado sorprendida para que su tono fuera agresivo, pero su presencia en ese momento era como una bomba, a punto de explotar en cualquier momento.
Christopher estaba en silencio, como si le costara encontrar las palabras. Luna se sentó en la cama, algo dentro de ella le decía que esos dos se conocían, y que era ella la que sobraba en el lugar.
No solo estaba en medio de un torbellino emocional con Christopher, sino que ahora, parecía que algo más iba a atormentarla.
—¿Chris? —Luna lo miró, tratando de entender que estaba pasando, y porqué el ambiente estaba tan tenso. — ¿Todo está bien?
Christopher finalmente se levantó de la cama, sin mirarla a los ojos, y caminó hacia la puerta, acercándose a la chica.
—¿Podemos hablar en otro lugar? —Preguntó, ignorando completamente a Luna.
—No, vamos a hablar aquí y ahora. —Soltó Mar, fulminando a ambos con la mirada.
—Ella no tiene la culpa de nada, y bebió demasiado hoy. — Luna entendía cada vez menos todo lo que estaba pasando. —Vayamos a otra parte.
—Me importa una mierda. — Soltó, furiosa.