Una famosa Agente de las fuerzas especiales reencarna en un mundo lleno de magia, incertidumbre y tal vez un poco de romance... ¿Podrá adaptarse a su nuevo mundo? o ¿su nuevo mundo se adaptará a ella?...
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Capítulo 13
Capítulo 13
El Duque se acomodó en su silla detrás del escritorio, y por un momento, me miró de una forma que no pude descifrar. Su actitud había vuelto a ser la de siempre: distante, fría, casi distante como si nada en este mundo pudiera perturbarlo. Sin embargo, algo en el aire me decía que esta reunión sería diferente. Había algo de tensión que no podía ignorar, algo en sus ojos que parecía anticipar lo que estaba por suceder.
—Acércate, Duquesa. Ven, quédate a mi lado —me ordenó, su voz grave, pero con una suavidad que no podía ignorar.
Mis ojos brillaron con intriga. Hoy sería el día en que por fin vería a mi familia desde que desperté en este cuerpo. Después de todo, mi vida había cambiado por completo, y hasta el momento, no había tenido la oportunidad de encontrarlos o enfrentarme a ellos. El hecho de que el Duque me pidiera que estuviera a su lado solo aumentó mi curiosidad. ¿Qué clase de relación podría haber entre mi familia y esta chica?
Me moví lentamente y me situé junto al Duque. Él no parecía inmutarse, pero yo sentí una extraña sensación al estar tan cerca de él, como si la historia que estábamos escribiendo en ese momento fuera mucho más que una simple reunión de familia.
La puerta se abrió con un crujido, y entraron dos figuras familiares que, aunque no las había visto nunca en este cuerpo, reconocí al instante. Mi padre, el hombre que había permitido todo este desastre, entró con sus típicos rasgos que compartía conmigo, aunque más pequeño y más rellenito de lo que imaginaba. A su lado, mi hermana, una rubia esbelta, de belleza deslumbrante, que caminaba con la gracia de una dama educada, pero que no lograba ocultar una frialdad en su rostro.
Qué buenas genes tenemos, ¿no? pensé para mis adentros, observando cómo ambos destacaban en belleza. O será porque estamos en una novela... mi mente se desvió brevemente a lo absurdo de la situación, pero me obligué a mantener el foco en el momento presente.
Antes de que pudieran acomodarse frente al escritorio, observé cómo mi hermana me miraba con desdén y luego sus ojos se deslizaban hacia el Duque. No podía evitar sonreír internamente por la ironía de la situación.
Me incliné hacia el Duque y, en voz baja, le susurré al oído con una sonrisa burlona
—Oye, ese hombre hace hijas lindas, ¿no crees? —
Por un momento, vi el rostro del Duque vacilar. Perdió su calma, pero de inmediato se aclaró la garganta y tosió con un toque de incomodidad, volviendo rápidamente a su actitud fría y distante. Aquel gesto casi me hizo reír, pero me contuve. En lugar de hacerle comentarios adicionales, volví a mi posición inicial, chasqueando la lengua y cruzando los brazos sobre mi pecho con aire desafiante.
Cuando mis padres se sentaron, mi padre no pudo evitar dejar escapar un pequeño suspiro al verme allí, mientras mi hermana mantenía una mirada calculadora. Mi padre saludó al Duque, como si fuera lo único que realmente importara, y luego giró su mirada hacia mí.
—¿Por qué no me saludas primero? —me reclamó, con un tono que, aunque demandante, no lograba ocultar el desdén que llevaba años cultivando.
Le miré, intentando contener mi rabia. ¿De qué diablos se atrevía a reclamarme? ¿Dónde había estado cuando me envenenaron, cuando estuve al borde de la muerte? ¿Dónde estaban cuando me decían que tal vez no viviría para ver otro día? Pero me callé y, con una sonrisa ácida, respondí
—Lo siento, padre. Estaba tan ocupada con mi... vida, que no pude recordar las reglas de etiqueta. Pero si no mal recuerdo, usted es Barón y yo Duquesa… por ende ¿no debería de ustedes inclina la cabeza antes mí?—
Mi mirada se desvió hacia mi hermana, quien observaba con atención y una ligera sonrisa en su rostro.
—¿Y tú? —le pregunté, levantando una ceja. —¿No piensas saludar? —
Mi hermana se quedó quieta, sorprendida por mi tono, pero rápidamente se recompuso.
—Es que me sorprende que estés aquí, hermana mayor—comentó, con un tono que pretendía ser de preocupación. —No pensé que tuvieran una relación lo suficientemente buena, ya sabes por los rumores de que su matrimonio es un fracaso. Me preocupa que mi cuñado la esté pasando mal, por mi hermana. —
Mis ojos se abrieron en incredulidad. ¿Mi hermana realmente pensaba que podía hablar de esa manera?
Me acerqué un poco más al Duque, quien aún no decía una palabra, y tomé su camisa suavemente. Observé que tenía algunas gotas de sangre, una reminiscencia de nuestro pequeño incidente de hace un rato. Lo miré directamente a los ojos, manteniendo una expresión desafiante.
Luego, sin previo aviso, me acerqué a él y le di un beso profundo, por completo impulsiva y para demostrar lo que pensaba de esa situación.
El Duque se quedó atónito, completamente sorprendido por mi actitud. No se movió, pero pude ver cómo su rostro se tornaba ligeramente rojo.
—¿Qué… qué haces? —susurró, mientras yo me apartaba, sin poder ocultar una sonrisa maliciosa.
Julio, que observaba la escena desde la puerta, se tapaba la boca para no reírse. Su diversión era evidente. Pero no me importaba. El Duque, sin embargo, parecía querer atravesarme con la mirada. Su expresión era de pura incredulidad, pero había algo más: una tensión palpable que no pasaba desapercibida.
Le guiñé un ojo y, con un tono burlón, me dirijo a mi esposo
—Parece que nos llevamos bastante bien, ¿no crees, cariño? —
El Duque, con la mirada fija en mí, murmuró entre dientes, con una sonrisa torcida
—Sí, cariño... —
Mientras la tensión en la habitación se disparaba, todos esperaban una respuesta, pero el Duque no parecía querer darle más importancia al momento. Sin embargo, su mirada me taladraba como si hubiera querido ponerme en mi lugar.
Finalmente, con una calma tensa, preguntó:
—Ahora, ¿nos dirán a qué debemos su visita? No creo que hayan venido hasta aquí solo para ver cómo mi esposa me demuestra sus sentimientos. —
Mi padre, visiblemente incómodo, se aclaró la garganta y comenzó a hablar, pero yo no dejé de observarlo. Todo esto no tenía importancia para mí, yo no soy la dueña original de este cuerpo. Estaba cansada de toda esta gente falsa, pensé por un momento si por lo menos eran pasables mis familiares de sangre, podría volver con ellos… Pero veo que son una escoria. Ahora tenía como prioridad alejar a esta gente de mí...