 
                            Después de perderlo todo Isabela decide reconstruir su vida.
Entre lágrimas y aprendizajes, descubre que el destino puede sorprender con un nuevo amor y una nueva vida…
Uno capaz de sanar su corazón y enseñarle que siempre es posible volver a soñar y a vivir.
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Capitulo:15
VLADIMIR ROMANOV:
Los miembros de mi familia se despiden de mi abuelo y yo me quedo de último por petición de él.
Dejo a Isabela charlando con la señora Alcántara muy a gusto y sigo a mi abuelo a un lugar más apartado.
—¿De que quieres hablar abuelo?
El patriarca se ríe y toma asiento en unos de los muebles y yo hago lo mismo frente a él.
—Me gusta que siempre seas directo, es una característica de tu madre ¿Cómo está ella?
—Está muy bien, es una mujer muy fuerte y luchadora.
Mi abuelo vuelve a sonreír y suspira.
—Lo sé, lamento que mi hijo no haya sabido valorar a una verdadera mujer, pero todos cosechan lo que siembran... Dime ¿Cómo la conociste? Se mira que es una excelente chica.
—Es una larga historia abuelo, te la contaré después.
Hablo mientras miro como Isabela se ríe de algún chiste que le ha contado la señora Alcántara... Es sumamente hermosa.
Pienso mientras vuelvo mi vista a mi abuelo.
Él se acomoda y se pone más serio mirándome fijamente.
—Veo que quieres luchar por la empresa familiar ¿No es así?
—Sí.
Respondo seguro de mis palabras y él asiente.
—Tienes pareja y eso es buen comienzo... Pero debo admitir que no estás calificado Vladimir.
Frunzo el ceño y lo miro incrédulo para luego reír.
—¿De qué estás hablando abuelo? Soy el más calificado de todos y lo sabes.
—Lo sé, pero no llevas mi apellido, todos te conocen por el apellido de tu madre que has decidido adoptar Vladimir.
Dice y caigo en cuenta de ese pequeño error el cual nunca presté atención, el apellido Petrov decidí eliminarlo por el odio hacia mi padre.
—No es algo que no se pueda arreglar, tengo las influencias necesarias para volver a usar el apellido Petrov.
—Entonces hazlo y vuelve a la competencia muchacho, puede que sea el dueño del gran imperio familiar, pero hay accionistas que apoyan a tu padre y buscarán la manera de darle la empresa a tu hermano.
—Lo tendré en cuenta abuelo, sé cómo funciona esto.
Él asiente y yo me levanto para ya marcharme.
—Es hora de irme abuelo, Isabela tiene que descansar, debe de estar muy agotada.
—Comprendo, dile a Isabela que pronto la invitaré a una comida.
—De acuerdo, adiós abuelo.
Ambos nos damos un corto abrazo y yo camino hacia la chica que al verme sonríe y se levanta de su asiento.
—¿Ya nos vamos?
Me pregunta con su tono suave y tranquilo y yo solo asiento mientras tomo su mano y entrelazo nuestros dedos sintiendo su calidez.
Cuándo salimos de la mansión ella suspira.
—Uf, eso estuvo intenso ¿Cómo lo hice? ¿Estuvo bien?
La miro de reojo y me río un poco.
—Estuviste perfecta, estoy seguro de que durante la semana no dejarán de hablar de ti.
Cuándo llegamos al auto abro la puerta para ella, para luego rodear el auto y subir.
—¿Cómo les fue?
Pregunta Alexander con intriga y sonrío.
—Mejor de lo que creí.
Alexander asiente y sin decir nada más, él arranca el auto, así quedándonos en un cómodo y tranquilo silencio.
Tiempo después llegamos frente a su edificio y antes de que ella salga hago lo propio y abro su puerta.
—Ya no era necesario, pero gracias.
Dice comenzando a caminar hacia su edificio y camino junto a ella.
—¿Estás bien?
—Si, el viaje fue agradable, gracias.
—Yo soy el que debo agradecerte, acabas de salvarme de un aprieto.
Ella se detiene a mirarme y observo como acaricia su vientre, me he dado cuenta de que lo hace de manera automática.
—No olvide que debe acompañarme.
—Lo tengo muy pendiente... Aquí la dejo señorita Torres, que tenga un resto de noche agradable.
—Gracias, lo mismo para usted señor Romanov.
Dice con voz dulce y con un impulso involuntario, me inclino ante ella y dejo un beso en su mejilla.
—La veo mañana en mi oficina.
Le susurro para luego retirarme con una felicidad que la verdad no entiendo, pero me gusta.
ISABELA:
Me siento en el sofá de mi sala y pongo una película de esas románticas, mientras disfruto uno de los tarros de helado con sabor a vainilla.
—¿Por qué tuvo darme un beso en la mejilla? En la boca hubiese sido mejor...
Murmuro, pero de pronto abro los ojos de golpe y me levanto de un salto.
—Hay no ¿Qué rayos estoy pensando? Solo fue un beso de despedida... Además, su perfume huele demasiado bien... Me encanta.
Pienso sintiendo como mi rostro se calienta y mejor decido tomarme una ducha y acostarme, no puedo estar pensando demasiado, eso me vuelve loca.
 
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                    