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ERICK

ERICK

Status: Terminada
Genre:Completas / Intrigante / Policial / Casos sin resolver
Popularitas:1.6k
Nilai: 5
nombre de autor: JH NOVEL

Erick un antiguo detective retirado es una persona obsecionada con un caso de desapricion del pasado resibe una misteriosa llamada anonima que lo llevara a volver al caso, el inicio que comenzo con esta llamada lo metera a los planes de una organizacion que nos dice que el secuestro de laura no es tan simple como parece

La historia está hecha para que te preguntes si hubieras seguido las decisiones que Erick toma a lo largo de la historia

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Las sombras te miran

Despacio, casi sin respirar, giras la linterna, escudriñando cada rincón oscuro de la cámara subterránea. El haz de luz danza sobre las paredes húmedas, revelando grietas, vetas de humedad y pequeños insectos que se mueven con inquietante rapidez. La atmósfera es sofocante, la humedad se pega a tu piel, intensificando la sensación de claustrofobia. El olor a almendras amargas y metal se mezcla con el hedor a tierra mojada y algo más... un olor lejano, a algo orgánico en descomposición. El silencio es ensordecedor, roto sólo por el tic-tac insistente de tu propio reloj de pulsera y el susurro casi inaudible de tu propia respiración.

Concéntrate, te dices. Debes mantener la calma. Tu entrenamiento te ha enseñado a observar, a analizar. Cada sombra, cada rincón, cada pequeño detalle puede ser la clave. La linterna se desplaza lentamente, iluminando cada grieta, cada recoveco, cada pedazo de roca. No hay nada. O eso parece. En un extremo de la cámara, casi oculto tras una protuberancia de roca, notas un pequeño movimiento. Algo se remueve, una sombra apenas perceptible que se contrae y expande con una lentitud inquietante. ¿Es un animal? ¿O algo más? La adrenalina recorre tu cuerpo. Tu mano, instintivamente, se desplaza hacia el arma que llevas en el bolsillo de tu chaqueta, fría y segura bajo tus dedos. El aire se vuelve pesado, la presión en tu pecho aumenta. La oscuridad te observa.

Con el corazón latiendo como un tambor en tu pecho, avanzas lentamente hacia la sombra. Cada paso cruje ligeramente sobre la tierra húmeda y la piedra fría del suelo. El haz de tu linterna se centra en la oscuridad, tratando de penetrar la penumbra que oculta lo que se mueve allí. El olor a descomposición se intensifica, haciéndose más nauseabundo cuanto más te aproximas. Tu mano, aún aferrada al arma, sujeta con firmeza el frío metal.

La respiración se te hace entrecortada, intentando controlar el creciente nerviosismo. La sombra parece reaccionar a tu aproximación, contrayéndose aún más, volviéndose más difícil de precisar. ¿Es un animal pequeño, una rata quizá? O algo… más grande. El silencio se ha vuelto opresivo, un vacío absoluto que contrasta con el sonido de tu propio corazón, resonando en tus oídos como un martillo.

Un escalofrío, más allá del frío y la humedad, te recorre la espina dorsal. La oscuridad te envuelve, un manto que te absorbe en su negrura. La linterna sólo logra iluminar un pequeño círculo de luz, dejando todo lo demás sumido en una oscuridad impenetrable. Finalmente, logras distinguirlo. No es un animal.

Tu mano, firme y decidida, apunta el arma hacia la sombra. El frío metal se siente sólido y reconfortante contra tu palma, un contrapunto a la creciente tensión que te recorre. La luz de la linterna revela ahora con mayor claridad lo que se oculta en la oscuridad: una figura humana, encogida, inmóvil. No se mueve, no reacciona a tu presencia, a la amenaza latente de tu arma.

La incertidumbre te corroe. ¿Es un enemigo? ¿Una víctima? El silencio es absoluto, roto solo por el suave silbido de tu respiración y el latido de tu corazón.

La figura permanece inerte, envuelta en una oscuridad que parece tragarse la luz de tu linterna. El olor a descomposición es más fuerte ahora, mezclado con un débil aroma dulzón, casi imperceptible. Puedes distinguir mejor la figura ahora; está cubierta por una tela oscura y raída, apenas visible bajo el tenue resplandor. Un hilo de sangre seca recorre la tela, goteando hacia el suelo húmedo.

El miedo se mezcla con la cautela, y una nueva emoción surge, más poderosa: la determinación. Has llegado demasiado lejos para retroceder.

Con la respiración contenida, giras lentamente, escaneando la cámara subterránea con la linterna. Las paredes de piedra húmeda se ciernen sobre ti, frías y amenazantes. El aire es denso, pesado con el olor a tierra mojada, almendras amargas y la persistente, nauseabunda fragancia de la descomposición. La humedad se pega a tu piel, un frío que se filtra hasta los huesos.

El espacio es reducido, apenas suficiente para albergar la figura yacente y a ti. No hay salidas visibles aparte de la estrecha grieta por la que accediste. El suelo, irregular y cubierto de una fina capa de polvo y tierra, muestra signos de humedad en algunas zonas. En una esquina, un pequeño charco de agua refleja débilmente la luz de tu linterna, distorsionando la imagen. Observa que en las piedras hay marcas extrañas, como si alguien hubiera intentado rasparlas con algo afilado. Las marcas no parecen recientes, el tiempo y la humedad las han desgastado.

Te acercas cautelosamente a la figura, manteniendo el arma apuntando hacia ella. La tela que la cubre parece ser una vieja sábana o un fragmento de tela gruesa. Te fijas en los bordes, deshilachados y desgastados, y detectas pequeñas piedras adheridas a la tela manchada de sangre. El color de la sangre es oscuro, casi negro, indicando que ha pasado un tiempo considerable. El olor a almendras amargas es más intenso cerca de la figura.

La figura no presenta ningún movimiento. El silencio sigue siendo el amo del lugar, interrumpido sólo por el débil goteo de agua y el frenético latir de tu propio corazón. La tensión se ha hecho palpable, física, como una presión en el pecho que te dificulta respirar.

Con un movimiento lento y calculado, levantas la sábana. La tela se desliza con un susurro áspero, revelando el rostro de la figura. Es una mujer, joven, con el pelo largo y oscuro esparcido alrededor de su cabeza. Sus ojos están cerrados, su piel pálida y fría al tacto.

Un ligero rastro de sangre seca se encuentra cerca de la comisura de sus labios, pero no hay otras heridas visibles en su rostro. Su expresión es serena, casi pacífica, lo que contrasta con la escena macabra que la rodea. El olor a almendras amargas se intensifica, ahora mezclado con un tenue aroma a lavanda, casi imperceptible. La tela bajo su cuerpo está húmeda y fría, adherida a su piel.

Te das cuenta de que la mujer no lleva ningún tipo de joya o accesorio, excepto un delgado brazalete de cuero desgastado en su muñeca izquierda. El brazalete está casi deshecho, a punto de romperse. El silencio de la cámara subterránea se siente aún más profundo ahora, roto sólo por tu respiración entrecortada. La mano que sujeta el arma tiembla ligeramente, pero tu mente, fría y calculadora, trabaja a toda velocidad, procesando la información.

La presencia de la lavanda, junto al olor de las almendras amargas, te despierta un sentimiento familiar. Un recuerdo fugaz, una imagen borrosa...

1
María auxiliadora Hernández
Muy malo
María auxiliadora Hernández
Normal
Grasiz Venegas Beroiza
Uf! Todo lo que he leído hasta aquí, me ha dejado con un exquisito sabor a misterio policial. Muy parecido a esas series de los años ochenta, cuando el detective está en el meollo del asunto, y nos íbamos a comerciales. Sinceramente, me encanta. Realmente me atrapó este relato. Sigo leyendo, para saber hasta donde lo llevan las percepciones latentes de esa cámara misteriosa e intrigante. Espero y no se intoxique con el persistente aroma a almendras amargas... 😱😱😱
JOSEPH HILL: gracias, pero mas adelante la historia escala muy rapidamente a eacalas mayores asi que no se si sera de tu gusto, solo espero que lea la historia hasta el final
total 1 replies
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