Las verdades de su primer amor distorcionaron su mente por un engañó y ella lo mató. Su hermano menor busca justicia sin saber que después de un tiempo empieza a enamorarse de la asesina de su hermano.
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Desayuno
Ethan me invito a pasar a su casa, me tomó de la mano como si fuéramos una pareja, al abrir la puerta vi como las gotas de la lluvia golpeaban sobre las ventanas, mientras él me miraba de frente acomodando mi pelo de tras de mi oreja para que pueda ver mi rostro tan se cerca, no entendía como mi esposo no podía quererme.
—Eres muy hermosa Aurora— me dijo chocando sus labios con los míos.
Mi cuerpo quería disolverse en el suyo, bruscamente toquetee su cuerpo, pero el rápidamente se apartó.
—Aurora, no sabes como te deseó, pero no quiero aprovecharme— dijo queriendo recuperar el aliento.
—Entiendo— respondí.
El alcohol se me subió un poco a la cabeza, estaba balanceándome, él me tomó entre sus brazos y me llevo a la cama, me recostó bajo sus sábanas blancas y perfumadas, me quito los tacones, antes de irse me dio un beso en la frente.
Al día siguiente muy temprano cuando abrí los ojos lo primero que vi fueron sus ojos hermosos mirándome, le sonreí.
—Es hora del desayuno— me dijo poniendo la bandeja sobre la cama.
—La última que recibí un desayuno en la cama fue la de mi madre y eso fue hace mucho tiempo, gracias por el detalle Ethan— le dije tomando una frutilla.
—Si por mi fuera te traería todos los días el desayuno.
—¿Estás intentando coquetearme?
—No, claro, ja, ja, ja.
Tome otra frutilla la mordí sensualmente, anoche se me había escapado, pero esta vez no lo dejaría, tome otra frutilla y le ofrecí en la boca, él mordió un pedazo y yo terminé de comérmela. Puse la bandeja sobre la mesita de luz con su ayuda, sentí como mi cuerpo buscaba el suyo, el mi miraba con curiosidad.
—¿Qué me harás Aurora?— preguntó al ver mis insinuaciones.
—Terminar mi desayuno—respondí dándole un beso.
—No sabía que era parte del desayuno.
—Si no quieres, aún estas a tiempo de escapar.
—Y perderme de esto, no...
Me cubrió entre sus brazos y me beso pasionalmente, sentí como mis hormonas recorrían por todo mi cuerpo, una sensación deliciosa, quería poseerle, sentir como sus manos exploraban mi cuerpo.
—No pude dormir pensando en el beso que me diste— dice dándome un beso en el cuello.
No estaba segura si estos besos me iban a condenar o me arrastrarían aún mundo de fantasías, pero si estaba segura de algo, que no quería irme sin antes saciar este deseo.
Él tenía puesto una camisa blanca, con uno de los botones sueltos, podía ver su pecho bien marcado y trabajado, con mis manos toque su piel descubriendo por totalidad su cuerpo, marque su cuerpo con mis besos, quería que no me olvide. Esa mañana me deje llevar por las corrientes de mis impulsos, quería sentirme deseada, cerrando puertas para abrir otras. Saque a flote mi perversidad, gimiendo sin parar, sintiendo su sudor combinándose con la mía para apagar ese deseo que nuestros cuerpos sentían. Nos quitamos la ropa por completo, para sentirnos más de cerca, abrí mis piernas para recepcionarlo, sentí un poco de dolor al principio, había olvidado que bien se sentía tener ese bulto dentro de mi vagina, apreté las sábanas con mis manos para disfrutar de este momento delicioso.
Mientras yo vivía momentos maravillosos Ethan estaba recostado en la cama del hospital, intentando descansar para no pensar en las pesadillas que se veían. Estaba por cerrar los ojos, cuando sintió que alguien tocó la puerta.
—¿Cómo estás?— preguntó Serena entrando a la habitación.
—Odio estar en este sitio— respondió sentándose para estar más cómodo con su visita.
—Ten paciencia, en unos días ya estarás en casa.
—Con todo el trabajo que tengo, no creo que valla a estar en casa.
—¿Qué fue lo que te pasó?
—El auto me choco, no vi el semáforo.
—Qué imprudente fuiste.
—Solo quería alcanzar a Aurora.
—Hablando de ella, anoche la vi, estaba muy acompañada.
—¿Con quién estaba?
—Con Ethan.
Mi esposo cambió su cara, se sentía frustrado.
—¿Dónde estaban?
—En el bar de Ricardo, se veían muy felices, por lo visto no le importas a ella.
—Es lógico que no le importe, le hice mucho daño.
—Esa mujer es mala, se supone que es tu esposa, debería estar acá.
—¿Pudiste averiguar lo que te pedí?— le cambio de tema.
— Sí, hay dos chicas desaparecidas, una de 19 y otra de 20 años. Desaparecieron dos semanas antes de que Darío muriera. Aquí te muestro unas fotos— le mostró algunas imágenes.
Enzo se puso a recordar los videos que había visto en las redes de su hermano y curiosamente esas pibas estaban en las grabaciones.
—¿Los padres pusieron la denuncia?— preguntó Enzo algo inquieto.
—Si, pero no hay rastros de ninguna, es como si la tierra se las hubiese tragado.
El corazón de Enzo aunmeto su frecuencia, estaba seguro de que su hermano no solo era un violador, sino un asesino. Se tomó de la cabeza, no podía canalizar toda esta muostrocidad que estaba saliendo a la luz después de años de pensar que su hermano era un buen hombre.
Ahora con más urgencia necesitaba hablar conmigo, necesitaba saber que era lo que yo sabía, saber si yo era cómplice de esta trata de gente.
Serena no sabía con puntualidad lo que estaba pasando, simplemente pensó que era un caso más, no se imaginaba la gravedad del asunto.
—Bueno no hablemos más de trabajo, tienes que recuperarte y volver a la oficina que todos te mandan saludos—argumentó ella, para evadir el silencio.
—Lo peor ya pasó, no te preocupes y gracias por estar aquí y ayudarme con algo de trabajo.
—Te tengo cariño Enzo, no puedo simplemente dejarte al borde.