El Omega Del Dragón.

Los condes llegaron al palacio pidiendo al príncipe que su hija sea liberada, que ella era inocente, que seguramente Beryl estaba mintiendo y no fue su hija quien lo empujo, solo quieren culparla porque omega quiere vengarse de ellos.

— yo estaba presente, vi como uso su magia para empujar a joven al acantilado.— responde Harris.

Los condes se miran entre si, no sabiendo que decir, el propio príncipe le estaba diciendo que vio todo.

— alteza entienda por favor, los rumores le han afectado tanto. Estoy segura que si ella pide perdón, su hermano la perdonará.— suplica la condesa.

— lo que hizo no es algo que se perdone con una sola disculpa. Lo siendo, pero, la decisión sobre lo que pase con la señorita Alison, es meramente del templo.— explica Harris.

— alteza, salvela...ustedes se aman...estoy segura que usted puede salvarla.— suplica nuevamente la mujer.

— la señorita Alison no hizo una travesura, quiso quitarle la vida a una persona, no ayudaré...lo siento, pero no lo haré.— responde tratando de mantener la calma.

— pero alteza...no comprendo, usted dijo amar a mi hija, confíe en usted, no puede dejar que sea castigada...— exige el conde.

— yo también confíe en ella, pero he visto un lado de ella que me ha decepcionado.— responde seriamente Harris.

— alteza, por favor...piense con claridad...— pide la condesa.

— basta, por favor retirense, si quieren salvarla, vayan con el joven Beryl y rueguen porque él la perdone.— les dice por última vez.

Harris pide a los guardias que escolten a los condes fuera, pues ya no desea seguir hablando con ellos, es inútil hacerles entender que Alison estuvo mal y que debe enfrentar las consecuencias de sus actos.

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Ese día, Beryl ha estado casi todo el día en su sala de descanso, pensando en lo que paso con el dragón, no han hablado de ello, pero, ambos siguen llevándose como siempre, incluso ahora, Frederick estaba acompañándolo en el salón mientras habla con el cardenal con respecto a lo que Alison hizo. El cardenal le recomienda presentar un juicio para que todos escuchen lo que ha hecho y que una corte decida su castigo.

— el castigo...¿que tan duro puede ser?— pregunta Beryl.

— intento matar a un ser sagrado, porque es lo que usted es. El templo puede pedir la ejecución.— explica el cardenal.

— mmm...entonces, ¿no solo será encerrada de por vida?— eso sería mayor sufrimiento para una chica como Alison.

— lo más probable es una ejecución, pero, si usted pide una sentencia diferente se tomará en cuenta.— responde el cardenal.

— interesante, bien, creo que, quiero reunirme con una corte, para decidir su castigo.— pide Beryl.

— así será, lo prepare todo, la reina y el príncipe también estarán al presentes.— agrega el cardenal.

El hombre se retira de la sala. Frederick se acerca a Beryl sentándose a su lado y le da una pequeña cesta con una especie de cerezas.

— son cerezas salvajes, prueba.— le ofrece una en la boca.

Beryl abre los labios y atrapa la cereza para después masticar. Siente como la fruta se deshace en sus labios dejando un sabor jugoso y dulce, era como comer una pera pero mas jugosa.

— que ricas.— ya tomo otra.—¿donde las conseguiste?

— Rina las planta. Ella las envío para ti.— le limpia los labios del omega.

Pues puede ver como el jugo de la fruta mancha sus labios. Beryl deja de comer y aprovecha para abrazarlo y darle un breve beso.

— te agradezco por traerlas.— sonríe ladino.

Frederick sonríe y le carga para sentarlo en su regazo e iniciar un beso más prolongado. Beryl le abraza por el cuello correspondiendo el beso, aunque no demoran en separarse. Frederick le acaricia la mejilla al omega.

— ¿que planes tienes ahora, pequeña rata rosa?— pregunta el dragón.

— hacer sufrir a esa mustia. La muerte sería hacerle un favor, le daré donde más le duele.— sonríe con malicia.

— no hay nada peor que hacerse tu enemigo.— le pellizca con suavidad la mejilla.

Beryl le pega la mano y soba su mejilla. Y por supuesto, a nadie le conviene tenerlo de enemigo, porque los destruirá a todos. Ya hasta se esta riendo bajito mientras cubre su boca con ambas manos.

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El juicio fue programado, cuando la reina se enteró de todo y supo que su hijo no estaba dispuesto a ayudar a Alison se sintió aliviada, finalmente su hijo a abierto los ojos y ha visto la verdadera personalidad de esa mujer. Tal vez el regreso de ese omega ha traído algo bueno.

— padre, ¿crees que la corte le de una sentencia de ejecución?— pregunta la reina al cardenal.

— es posible, la víctima es el elegido de la diosa y aunque este vivo, la intención de esa niña fue muy obvia.— responde el cardenal.

— entonces espero que así sea, esa mujer ha sido un problema desde que entró a la vida de Harris...— la reina luce preocupada.

— tranquila hija, esa parte esta resuelta. En cuanto al rey, he sabido que no ha mejorado de salud e insiste en buscar aquella espada, no podemos dejar que la encuentre, no ahora.— el cardenal estaba nervioso.

Esa espada es capaz de acabar con el dragón, algo que no se pueden permitir, en especial que ahora el dragón es el guardián del enviado de la diosa.

— no se preocupe padre, no permitiré que el rey intervenga contra el templo.— responde la reina con seriedad.

Ahora que Alison no podrá casarse con Harris, es momento de poner en marcha su plan para que el príncipe pueda heredar el trono y ella debe de asegurarse de que ninguna otra mujer ambiciosa se acerque a su hijo.

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