Anya despierta en el mundo de una historia que escribió hace años. Una historia sobre una bella princesa, un valiente caballero... y un despiadado dragón.
Decidida a mantenerse al margen de la gran guerra que se avecina, vive tranquilamente en un pequeño pueblo, hasta que accidentalmente salva a un pequeño niño y unos meses después un dragón aparece en su puerta.
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Un inicio interesante para un baile.
El salón del palacio era enorme y estaba decorado magníficamente.
Las luces, los vestidos, la música; todo parecía sacado de un cuento de hadas.
Anya podría haber pasado la velada simplemente admirándolo todo... excepto que era imposible ignorar las miradas.
A cada paso, sentía cientos de ojos posados sobre ellos y ecuchaba murmullos esparcirse. Raenor no parecía afectado en lo absoluto, de vez en cuando la miraba con algo de preocupación.
- ¿Se encuentra bien? - los ojos dorados contenían una disculpa. Anya se sacudió la incómoda sensación de ser el centro de atención y sonrió brillantemente para él.
- ¿Cree que unas cuantas miradas pueden asustarme?
Raenor resopló y sonrió a medias.
- No estoy seguro de que haya algo en este mundo que la asuste, milady.
Anya rió y notó que las personas a su alrededor se sorprendían.
"¿Viste eso? ¡El dragón sonrió!"
"¿Entonces los rumores eran ciertos?"
"¿Es la novia que domó al dragón?"
La chica aún sentía vergüenza al escuchar a alguien referirse a ese apodo. Sin embargo, era bueno que los murmuros giraran en esa dirección.
Algunos nobles se acercaron para hacer introducciones, en su mayoría parecían ser personas sensatas.
Anya sacó sus clases de etiqueta a relucir e hizo su mejor esfuerzo para ganar puntos. Hadi la había ayudado a memorizar muchos nombres, así que Raenor casi no tuvo que intervenir para ayudarla. Algo que ella tomó como una buena señal.
Después de varias conversaciones, el rey y la reina hicieron su aparición.
La reina de Aethia tenía el cabello rubio como Johannes y Lillian. Tenía un rostro gentil y ojos verdes.
Los monarcas dedicaron algunas palabras y dieron inicio al baile.
Después de algunas piezas, Anya no podía dejar de mirar hacia la pista.
Había tomado clases intensivas de baile, en caso de necesitarlo. Sin embargo, sabía que Raenor preferiría evitar ese tipo de atención y nadie en su sano juicio se atrevería a invitar a la Novia del Dragón a bailar.
Así que sacó su mente de esos pensamientos inútiles y continuó con las conversaciones.
Entonces una mano apareció frente a su rostro.
- ¿Me concedería la siguiente pieza? - se giró para mirar al dueño de la voz, encontrando los ojos dorados de su esposo.
Su corazón dio un salto de emoción.
- Con gusto - tomó la mano ofrecida y lo siguió a la pista. Una vez ahí, el nerviosismo se apoderó de ella.
¿Y si se equivocaba? No había pensado bien en esto. Estaba en un baile real, cualquier error resonaría en la reputación de Demasco...
Una mano tomó su cintura firmemente y la atrajo hacia el duque con suavidad. Su toque era amable.
- ¿Acaso no deseaba bailar? Rowan dijo que usted luce muy feliz cuando baila con él, es algo que me gustaría presenciar - habló bajo para que solo ella escuchara - Yo me encargaré de todo, así que no piense en nada más y disfrute del baile.
Aunque quisiera, él estaba tan cerca que su mente solamente podía registrar su toque y su calidez, ya no era capaz de pensar en nada más que en él.
La música llenó el salón y, como prometió, el duque la guio con habilidad a través de los pasos que tanto le había costado aprender.
Ahora parecía muy sencillo, cada paso, cada vuelta; su cuerpo respondía a los movimientos de Raenor como si estuviera ensayado.
Anya se olvidó de la gente a su alrededor, incluso la música pasó a un segundo plano cuando todo lo que podía ver eran esos ojos dorados que jamás se apartaban de ella, cuando sentía las manos que la rozaban con gentileza y al mismo tiempo la sostenían firmemente.
Para el momento en que la música terminó, estaba sin aliento. Sus rostros estaban tan cerca, solo un poco más y casi podría...
El aplauso de los demás invitados empujó a Anya fuera del trance.
Se separaron para hacer la tradicional reverencia final y la chica se excusó para ir al tocador. Necesitaba echarse agua fría en la cara.
...****************...
El corredor de vuelta al salón estaba vacío.
Bueno... casi vacío.
- ¡Ah! Lady Anya - la chica sintió su cuerpo crisparse al oír esa voz.
Alzó la mirada para encontrar al segundo príncipe de Aethia sonriendo socarronamente frente a ella.
- ¡Qué agradable encontrarla aquí! ¿Está disfrutando del baile? - Anya lo ignoró completamente y pasó junto a él sin siquiera mirarlo. Obviamente, él no la dejaría escapar tan fácilmente. - Escuché terribles noticias de Demasco, creí que ya habría salido de ahí a estas alturas. ¿Finalmente lo vio? Lo aterrador que es el dragón. Traté de advertirla de la amenaza que es el duque, pero al parecer algunas amenazas solo pueden comprenderse si se viven en carne propia. Ahora todos lo saben, incluyéndola. Es solo cuestión de tiempo para que él caiga.
Anya se detuvo de golpe, incapaz de controlar sus emociones. Quería más tiempo para idear algún plan que dejaría al segundo príncipe en ridículo, sin embargo, su ira empujó esa intención a un segundo plano.
Se giró hacia el príncipe, con una sonrisa dulce e inocente pegada en su rostro.
- ¿Sabe, alteza? Tiene toda la razón - habló con palabras amieladas - Algunos son incapaces de reconocer una amenaza hasta que la ven con sus propios ojos, pero temo que se ha equivocado con mi esposo, ¿le gustaría que le mostrara una verdadera amenaza?.
La confusión apenas alcanzó a cruzar el rostro del segundo príncipe, antes de que su puño lo hiciera.
Anya escuchó un crujido y Johannes cayó al suelo.
La chica se preguntó qué fue lo que escuchó, hasta que el pasillo se llenó con los alaridos del príncipe y vio la sangre caer sobre el mármol.
"Ah, fue su nariz."
- ¡¿Estás loca?! - su voz sonaba graciosa detrás de mano que intentaba contener el sangrado.
- Tal vez lo estoy - respondió Anya con un tono frío que había aprendido del duque - Pero se lo advertí, ¿no es así? No perdonaría ningún intento en contra de mi familia, ¿disfrutó escribir palabras cobardes desde la seguridad de su palacio? Es realmente patético, tantas cosas que podría hacer con su influencia y decide hacer algo así. Mi esposo no es la amenaza que debería preocuparle, su alteza. Si quiere temer a alguien en Demasco, le sugiero que sea a mí.
Dicho eso, dio media vuelta y dejó al segundo príncipe sangrando en medio del pasillo.
...****************...
- ¡Lady Anya! - fuera de las puertas del salón, escuchó la voz de Raenor llamarla.
- ¿Milord? ¿Qué hace aquí afuera?
- Estaba tardando un poco, así que... - su mirada se posó sobre su mano enrojecida y una sombra descendió sobre su rostro inmediatamente - ¿Qué le sucedió a su mano?
Antes de que pudiera ocultarla detrás de su espalda, el duque tomó su mano y la observó con preocupación.
- Hadi, trae un médico - ordenó al ayudante que venía detrás de él.
- ¡No! Espera... - detuvo a Hadi antes de que comenzara un alboroto.
- ¿Quién le hizo esto? - la voz de su esposo era grave, Anya vio manchas rojizas aparecer en sus iris. No se calmaría a menos que se lo dijera.
La chica miró a su alrededor y luego susurró a ambos hombres.
- Aquí no - tomó la mano de Raenor y lo guio hasta la primera sala vacía que encontró, Hadi los siguió de cerca y entró con ellos, cerrando la puerta tras de él.
- Creo que hice algo muy malo - Anya los miró como un niño que había hecho una travesura. La ansiedad se apoderó de ella.
¡¿En qué estaba pensando?!
¡Golpeó a un miembro de la realeza!
¿Cuál era el castigo por algo así? No era tan grave para ameritar una ejecución... ¿o sí?.
- ¿Qué sucedió? - a Raenor no le importaba qué hizo, si era algo muy malo encontraría la manera de resolverlo, solo le importaba saber si alguien la había lastimado.
- Yo... - Anya se mordió el labio - golpeé al segundo príncipe.
Escupió la confesión sin detenerse a respirar.
- Estaba enojada por el artículo que escribió y él dijo algunas cosas... sobre usted, milord. Así que le dije que era un cobarde, entre otras cosas. Y luego, simplemente lo golpeé... y le rompí la nariz.
...
Un silencio sepulcral llenó la habitación.
...
Anya estaba mirando sus zapatos, parecía una niña esperando su regaño.
...
- Pffft... - ese sonido estaba tan fuera de lugar que la chica creyó imaginárselo. Alzó la mirada y vio a Raenor Demasco hacer lo inimaginable.
Comenzó a reírse.
Una risa real, sonora y genuina.
Anya quedó pasmada por su belleza.
Si el hombre era hermoso con su máscara de frialdad, no había nada que se le comparase en ese momento.
Para cuando terminó, tanto Anya como Hadi lo observaban en total desconcierto.
- Parece que el segundo príncipe tuvo que aprender una lección de la manera difícil - comentó el duque al recuperar el aliento.
- ¿Milord? - preguntó la chica, confundida.
- Hadi, trae un botiquín.
- Enseguida, milord - el ayudante salió de la habitación sin más.
- Milord, ¿y si el segundo príncipe le dice a alguien...?
- Su alteza es muy orgulloso para admitir que una mujer lo derribó de un solo golpe. No dirá nada acerca de este incidente, lo que es más, probablemente será el más interesado en ocultarlo - la tranquilizó de inmediato - Y aun si se supiera, ¿no le dije una vez que yo lidiaría con cualquier error que cometa?.
Tomó su mano con delicadeza y la observó detenidamente, en busca de fracturas.
- Por suerte, parecen ser solo algunas magulladuras - alzó la mirada hacia ella y había un tinte de diversión en su voz - debió haber sido un golpe excelente.
¡¿Quién era el hombre frente a ella?!